Desde que comenzó su administración, el gobierno nacional está usando con mucha frecuencia la expresión “sinceramiento” para referirse de manera en teoría positiva a los cambios aplicados en la intervención económica del Estado. Considerando que que el PRO es probablemente la fuerza política que mayor importancia le ha dado a la comunicación en los últimos tiempos, esto no resulta un dato menor. Así, se comunica que el aumento en las tarifas de luz es, en verdad, una adecuación a la realidad. También lo son la devaluación del peso y la pérdida del poder adquisitivo. Se dice además que era una ficción que los trabajadores tengan salarios que les permitieran irse de vacaciones. Incluso el aumento del desempleo parece resultado de las leyes de la física.
Pero, ¿cuál es esa realidad? No suele pasar en política que todos aceptemos que algo es objetivo y menos cuando hay en discusión cuestiones tan polémicas como el salario, las tarifas o la inflación. Peor aún, si te pones a pensar dos segundos, es muy extraño que alguien diga “esta es la verdad, el resto está mintiendo descaradamente”, cuando nadie sabe bien de qué se trata esa verdad. Seamos sinceros, no hay muchos argumentos que expliquen por qué el sinceramiento de la Argentina implica que cada vez más argentinos la pasen mal. No se entiende bien por qué la Argentina tiene que adecuarse a una supuesta realidad global que demanda salarios bajos y libre mercado.
Y sin embargo, la palabra “sinceramiento” aparece cada vez más en diarios, radios y programas de televisión. ¿Cuáles son sus efectos? Ocultar algo que es muy difícil de discutir en la Argentina: el proceso de formación de precios. ¿Cómo llega un litro de aceite a valer lo que vale? “Ah, no sé, pero es así”, ¿Quién dice que la luz tiene que tener un precio 10 veces mayor que el del año pasado? No sé, pero lo importante es que si es muy barato debe ser mentira. El sinceramiento da la sensación de que los precios son así porque son así, sin mayores explicaciones. Lo mismo sucede con los salarios, pareciera existe una ley de la naturaleza que provoca que sean bajos para que las empresas tengan niveles “competitivos” de ganancia. La misma ley se aplica al modelo económico de la Argentina, pareciera que la única forma de “insertarse en el mundo” es a través de la producción primaria y la especulación financiera.
Resulta muy extraño que los mismos que han acusado a sus contrincantes políticos de ser autoritarios, fanáticos, violentos o incluso de apoyar a una dictadura, hablen ahora de verdades únicas, de una objetividad indiscutible y de misteriosas leyes de la naturaleza que hacen que haya más pobres. No hay nada más autoritario, fanático e irracional que la apelación a una supuesta cientificidad del mercado, que pone precios mágicamente y despide gente sin dar razones. El “sinceramiento” es mucho más ideológico de lo que creen.
Andrés Fortunato