Protestas de todos los colores políticos
El viernes 16/9 la Unión de Trabajadores de la Tierra (100UTT), cercano al Movimiento Evita y agremiados en la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (100CTEP), regaló veinte mil kg de verduras en la Plaza de Mayo en el marco de los reclamos que vienen realizando organizaciones del sector hortícola para llamar la atención sobre la crisis que están atravesando productores y trabajadores vinculados con la actividad.
Por su parte el Sindicato Argentino de Trabajadores Horticultores y Agrarios (100SATHA) que adhiere al Frente Renovador, a pesar de criticar (100más bien por cuestiones de “interna”) la movilización impulsada por la UTT, venía alertando desde hace meses sobre la crisis sectorial señalando que antes de fin de año los productores del cinturón hortícola de La Plata “van a tener que regalar el tomate y el morrón antes de tirarlo en el campo haciendo montañas” como puede leerse en el sitio web de la entidad. Como prolegómeno el SATHA había realizado en el mes de agosto una movilización masiva de trabajadores hortícolas al Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires.
En una línea similar, la Asociación de Medieros y Afines (100ASOMA) y la Federación Nacional Campesina (100FNC), ligados al PCR y a la Corriente Clasista y Combativa (100CCC), insisten desde la primera mitad del año en la necesidad de organizar “tractorazos” y un “paro quintero” realizando varias movilizaciones y cortes de ruta en el periurbano bonaerense.
En agosto pasado, ya se habían regalado diez toneladas de peras y manzanas en una protesta impulsada por la CAME, actualmente cercana al macrismo y por la Federación de Productores de Fruta de Río Negro y Neuquén, una entidad conformada por numerosas Cámaras de Productores locales, representantes de cada una de las localidades productivas, muchos de cuyos dirigentes son históricamente militantes de la Unión Cívica Radical rionegrina (100Alianza Cambiemos) y en el caso de los neuquinos cercanos al MPN. Estas entidades, luego de reclamar por años la quita de retenciones y la devaluación del peso, reconocen que ninguna de ambas medidas adoptadas por la Administración de la Alianza Cambiemos trajo soluciones a la crisis regional. Es más, varios de los efectos colaterales no hicieron más que agravar la situación (100apertura de las importaciones; costos de producción con insumos dolarizados; caída del consumo interno; tarifazos).
Incluso miembros de la Mesa de Enlace se suman a esta ola de reclamos, por su lado la Federación Agraria Argentina (100FAA) exige la conformación de un fondo de desarrollo de las economías regionales con parte de la recaudación de las retenciones a la soja, mientras que el vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas (100CRA) señala que “el aumento del combustible y el gas impacta muy fuerte” sobre los costos de producción al tiempo que “los procesos inflacionarios devoran la rentabilidad” de los productores patagónicos.
Para aumento de la perplejidad tanto de los funcionarios de gobierno como de los propios organizadores, que no esperaban semejante repercusión popular de la protesta, se armaron espontáneamente largas colas de ciudadanos (100una gran mayoría de jubilados que buscaban tal vez en ese paquete de acelga o la pera que recibía una parte de la “reparación histórica” tan promocionada pero que otra vez la vieron pasar de largo).
Ahora bien, ¿cómo llegamos a esta “tormenta perfecta”, al decir de algunos protagonistas directos, en tan pocos meses de Administración Cambiemos?
Promesas de campaña: la devaluación y las retenciones
En primer lugar, la brutal devaluación del peso, una de las seis mega devaluaciones más drásticas de los últimos cien años, decidida en los primeros días de gobierno representó una enorme transferencia de riqueza desde los sectores trabajadores y PyMEs orientadas al mercado interno hacia los sectores exportadores y grandes empresas multinacionales.
En segundo lugar, la tan promocionada eliminación de las retenciones favoreció casi exclusivamente al agro negocio pampeano, teniendo un impacto mucho más relativo sobre las economías regionales. Téngase en cuenta que algunas de estas producciones tributaban, desde la rebaja de diciembre de 2009, una alícuota de 2,5% y en el caso de los productos lácteos directamente no pagaban derechos de exportación.
Inflación y caída del consumo
Ambas medidas tuvieron un impacto directo sobre los precios internos de los alimentos ligados a los productos exportables, así “bienes salario” como la carne vacuna, panificados, polenta, aceites, arroz, etc., tuvieron aumentos exorbitantes, golpeando duramente el bolsillo de los ciudadanos, que masivamente vienen restringiendo consumo y afectando al mercado de frutas y verduras, que en nuestra sociedad tienen una demanda más elástica que los primeros. Al mes de setiembre estamos contabilizando una inflación en torno al 45% que, con paritarias promedio del 32% para 2016, indican una caída promedio del 13% del salario real, paradójicamente similar a la rebaja de salarios estatales impulsada por la primera Alianza a comienzos del siglo XXI. Este retraso salarial es el que impulsa los reclamos de reapertura de paritarias de numerosos gremios con la reiterada negativa del oficialismo.
Todas las mediciones del consumo durante el primer semestre indican caídas más o menos importantes; según lo consignado por Página12 el 10 de agosto pasado, la consultora Kantar-Worldpanel medía una caída promedio de 4% para los primeros seis meses del año pero que se eleva al 9% al considerar el sector de más bajos ingresos. Según los datos de otro seguimiento que realiza la consultora CCR, publicado en julio por ámbito.com, que se basa en 75.000 productos, la caída del consumo en el primer semestre habría sido del 2,9% pero con un impacto mucho mayor en el interior del país. Las estimaciones que realiza la CGT indican que la caída del consumo podría llegar al 7% hacia fin de año.
Apertura de las importaciones
La situación se agrava con la aparición inesperada de los productos importados, entre otros: naranjas de España; pomelos de Israel; manzanas y paltas de Chile; tomates y frutillas del Brasil. Las economías regionales afectadas son de las más diversas, el Litoral, Coronda, los Valles de Río Negro y Neuquén, Tucumán son algunas de las zonas afectadas.
A modo de muestra hemos tomado una de las producciones perjudicadas, la zanahoria. Producida principalmente en Mendoza (10035%) y Santiago del Estero (10025%) también es importante el aporte de los cinturones hortícolas santafecinos y bonaerenses. Se cultivan entre ocho y nueve mil hectáreas anuales con rendimientos promedios de 30 t/ha. que alcanzan para abastecer un consumo nacional de 6/6,75 kg./hab./año (100más del 99% se destina al mercado interno). En los últimos catorce años, que son los datos disponibles en INDEC, se había importado un promedio de 50 ton/año, es decir 2 camiones al año, principalmente desde Brasil. Esta situación cambió espectacularmente desde mediados de diciembre de 2015. En lo que va del año ya entraron al país casi 400 camiones con zanahorias desde Brasil y Chile, lo que representa unos 500 mil bultos, es decir casi mil toneladas de zanahorias importadas, algo así como el 4% del consumo nacional con un gasto en divisas de más de U$S tres millones.
Esta situación se repite casi calcada en otras producciones regionales (100frutas, hortalizas, carne porcina, etc.). Como era de esperar, la mayor parte de estas operaciones de importación son realizadas por la intermediación comercial (100el supermercadismo y la intermediación mayorista) que priorizan su ecuación financiera de corto plazo por sobre el desarrollo de una relación de largo plazo con sus proveedores locales.