La propuesta de campaña de Mauricio Macri en materia de vivienda aparentaba ser prometedora: 1.000.000 de créditos hipotecarios a pagar en 30 años para que las familias argentinas pudiesen acceder a su primera vivienda. La cifra parecía ambiciosa: ¿puede el Estado en articulación con la banca privada otorgar 250.000 créditos hipotecarios por año? La respuesta, al menos tras casi un año de Gobierno de la alianza Cambiemos, parece ser la misma que para varias de las promesas electorales que le hicieron al pueblo argentino: la nada misma.
Comenzó el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunciando a principios de abril de este año un modelo de crédito hipotecario que toma como referencia el valor de la UVA (100Unidad de Valor Adquisitivo), un parámetro simbólico que inicialmente se llamó UVI (100Unidad de Vivienda), pero que la entidad monetaria debió cambiar por un reclamo del Senador Julio Cobos, autor de un proyecto de ley muy similar. La UVA ajusta su valor por el Coeficiente de Estabilización de Referencia, que elabora el Banco Central y que basa su valor en la evolución de la inflación. Es decir, entonces, que el valor de la cuota irá elevándose según la evolución de los precios de la economía que registre la entidad monetaria. Por su parte, el plazo máximo del crédito UVA es de 15 años.
Como si fuese una rencilla barrial, el titular del Banco Nación Carlos Melconian no quiso ser menos y a los dos meses del anuncio de Sturzenegger anunció su propia línea de crédito denominada “Nación tu Casa”. La oferta consistía en créditos a una tasa fija del 14% los primeros tres años, aumentando la cuota a partir del cuarto año a un valor no mayor que lo que varíe Coeficiente de Variación Salarial, calculado cada agosto una vez que se negocian las distintas paritarias. El crédito se puede pagar en un plazo de hasta 20 años.
La expectativa de estos anuncios tardó solo unos meses en desinflarse. Acostumbrado a los sincericidios, fue el mismo Carlos Melconian quien el 4 de octubre en un seminario organizado por la revista Bank Magazine afirmo que el país está “en un bienio de transición, en el que no va a haber crédito hipotecario masivo”. A su vez, afirmó que la tasa de inflación óptima para que este tipo de préstamos se multiplique es de “un dígito bajo, 5%”. En un contexto de un recorte del poder adquisitivo del salario estimado alrededor del 10% para este año por la mayoría de las consultoras, y con una inflación que se estima cerrará en torno al 40%, estas declaraciones parecen un nuevo certificado de defunción para una promesa de campaña de la alianza Cambiemos: lo mismo que le pasó a la promesa de eliminar el Impuesto a las Ganancias, o con la promesa de no devaluar, entre otras. Basta mencionar que el Banco Nación sólo ha otorgado desde su lanzamiento aproximadamente 3000 créditos de la nueva línea hipotecaria. No hay que investigar mucho más para darse cuenta que, aún con el aporte del sector privado, este año no se llegará ni de cerca a los 250.000 préstamos que deberían otorgarse para lograr el millón en cuatro años de Gobierno.
Como si esto fuera poco, existe un problema adicional: más de 50.000 familias beneficiarias de préstamos del programa Pro.Cre.Ar con créditos aprobados hasta diciembre de 2015 han sufrido un incremento brutal de los costos de la construcción de sus viviendas, por lo que urge que el Gobierno considere la situación y otorgue desembolsos de crédito adicionales para poder paliar esta situación. El problema es serio, ya que muchas familias han frenado la edificación de sus casas en todo el país, dejando en muchos casos las viviendas sin cerramientos o a medio hacer implicando el riesgo de deterioro por las inclemencias del tiempo. También, en algunos casos, se han reportado casos de ocupación en las obras frenadas. Otro ejemplo agobiante es el de las familias que, desesperadas por finalizar la vivienda debido a los riesgos que implica tener la obra parada, solicitaron préstamos personales a otros bancos sumando otro costo adicional al del préstamos Pro.Cre.Ar. Una verdadera tortura financiera.
Considerando todos estos factores, cuesta pensar que el crédito hipotecario se reactive de manera masiva. Si Mauricio Macri pretende bajar la inflación mediante una recesión voraz, aumentará la morosidad en el pago de los préstamos y la solicitud de nuevos créditos permanecerá estancada, o peor aún, irá en franco descenso en el mediano y largo plazo. Familias enteras esperan respuestas que, como ocurre desde que gobierna la alianza Cambiemos, suelen demorarse cuando se trata de atender reclamos de los trabajadores.
Por Ignacio García