La victoria de Donald Trump es posiblemente el hecho político internacional más relevante del año. En esta columna presentamos algunos datos que ayudan a comprender las razones de su triunfo, sus implicancias para el futuro de Estados Unidos y su impacto sobre nuestro país.
Quiénes lo votaron
Para comprender en toda su dimensión el triunfo del candidato republicano es necesario saber quiénes lo votaron y cuáles fueron los motivos detrás de ese apoyo. El triunfo de Trump se sustentó en el voto de la población blanca sin título universitario, residente en ciudades pequeñas y medianas del interior de Estados Unidos. Algunos datos significativos al respecto son los siguientes:
El crecimiento de la desigualdad y las guerras culturales
El malestar de la clase trabajadora blanca se explica en gran medida por el crecimiento de la desigualdad económica y la pérdida de empleos industriales. De acuerdo a cifras del Institute for Policy Studies el 1% más rico de la población norteamericana ha visto crecer sustancialmente su porción de la riqueza nacional en los últimos cuarenta años: en 2013 obtenía el 21.2% del ingreso nacional contra 8.9% en 1973. Los más ricos también se han adueñado de los frutos de la recuperación económica tras la crisis del 2008: el 1% más rico del que tanto habló Bernie Sanders en su campaña capturó el 85% del incremento del ingreso nacional entre 2009 y 2013, de acuerdo al Economic Policy Institute.
Mientras tanto, los trabajadores ven como se deterioran sus ingresos y sus condiciones de vida. Por citar sólo una cifra, en 2013 el 1% más rico ganó 25.3 veces más que el 99% restante. Ese deterioro está relacionado en buena medida con la contracción del sector industrial, en el cual se han perdido millones de empleos bien pagos como producto de la competencia de socios comerciales con menores costos laborales -como China y México- y la robotización. Según el Bureau of Labor Statistics, los trabajadores empleados en la industria pasaron de representar el 13% de la fuerza laboral en 2000 al 8% en 2016. Aunque se crean nuevos empleos en el sector servicios, se trata de ocupaciones que brindan peores salarios y condiciones laborales que los de la industria.
Es este cuadro de situación el que explica el pesimismo de los votantes de Trump: el 71% afirma que la economía empeoró desde 2008 y el 69% cree que la situación laboral se tornó más negativa, contra el 15% y el 20% respectivamente en el caso de los votantes de Clinton. Y el que generó el caldo de cultivo para que las propuestas más radicales y xenófobas del candidato republicano, como la de construir un muro en la frontera con México, tuvieran eco. Estas percepciones también alimentan las iniciativas de Trump contra el libre comercio; durante la campaña prometió imponer altos aranceles a los productos chinos, revisar el NAFTA y retirarse de la negociación del Tratado de Cooperación Transpacífico (100TPP).
Claro que las divisiones de la sociedad norteamericana no se limitan a las cuestiones relacionadas con la distribución del ingreso. Las “guerras culturales”, como se las ha dado en llamar a las disputas sobre valores individuales, dividen –y mucho- a los norteamericanos. Cuestiones como el derecho a portar armas, el aborto y el casamiento entre personas del mismo sexo figuran entre los temas que generan mayor controversia. Dos cifras nos permiten entender dónde se paran los votantes de Trump en estas disputas: el 69% se considera simpatizantes de la NRA Asociación Nacional del Rifle, el principal lobby pro-portación de armas; mientras que el 58% de los cristianos protestantes y el 52% de los católicos le dieron su voto.
El voto fue una vez más la expresión de una sociedad dividida. La polarización de la sociedad norteamericana se ha incrementado en las últimas décadas. Según un estudio del Pew Research Center, los demócratas se han vuelto más de izquierda, con un 60% defendiendo valores políticos progresistas, contra un 30% en 1992; y los republicanos más de derecha, con un 53% defendiendo valores políticos conservadores contra 45% en 1992.
Trump y la Argentina
¿Cuáles serán las consecuencias de la victoria de Trump para nuestro país? Más allá de los efectos coyunturales que pueda tener la torpeza del gobierno argentino –que se inclinó abiertamente por Clinton (100algunos funcionarios, como Malcorra, continuaron mostrando su apoyo a Hillary aún después de la derrota)- las consecuencias de más largo plazo son inciertas. Hay al menos tres variables a las cuales prestar atención:
En suma, la victoria de Donald Trump es la expresión de corrientes profundas de la sociedad norteamericana, muchas veces ignoradas –a su propio riesgo- por las elites. Debido al peso de Estados Unidos en el sistema internacional se trata de un hecho de consecuencias globales. Desde el peronismo es importante comprender las razones de su victoria y sobretodo entender cuáles podrían ser las consecuencias para nuestro país, a primera vista negativas. Desde nuestras banderas, con responsabilidad y apelando al sano realismo que nos legó Perón, deberemos proponer respuestas creativas a la nueva coyuntura.