Los trenes son una parte medular de todo sistema de transporte; este implica, a su vez, diversos elementos que le otorgan complejidad y que exigen de una eficiente organización en función de mejorar la dinámica social. Desde junio del año pasado que esto no sucede en la provincia de Buenos Aires; más bien pasa lo contrario. La decisión de la gobernadora María Eugenia Vidal de suspender los servicios de la empresa Ferrobaires provocó que numerosas localidades se quedaran sin servicios ferroviarios, mientras que otras vieron reducida considerablemente la oferta de trenes. Entre los ramales suspendidos se encuentra el del Roca, que conecta Olavarría con Bahía Blanca; el San Martin, que hace lo propio entre Retiro, Junín y Alberdi. Tampoco tienen servicio el Ramal Sarmiento, que une Once con Bragado y Pehuajó; el Ramal Roca de Constitución a Tandil y 25 de Mayo. Ni siquiera funciona el Tren Turístico Tandil–Gardey–Vela. Desde aquella resolución del Ministerio de Infraestructura bonaerense, se estableció un plazo de 180 días para efectivizar el traspaso de los trenes de la provincia a la órbita nacional. Este tiempo se cumplió hacia fines de enero y, sin embargo, la planificación del servicio no fue una prioridad de la gestión provincial, por lo cual millones de usuarios se encuentran hoy sin solución. En los últimos días, los gobiernos nacional y de la provincia acordaron extender por otros 90 días las negociaciones por el traspaso.
El lunes 13 de febrero publicábamos en nuestro sitio una breve nota sobre los contratos de compra de los ferrocarriles y distintas empresas de capital inglés. Aquel 13 de febrero de 1947 cerrábamos un largo período de dependencia al servicio de Gran Bretaña. Y es que el tren es para nosotros mucho más que una forma de transporte. En las áreas metropolitanas y en muchas zonas del interior, el tren cumple una importante función social, repercute en la economía general y colabora en procesos de urbanización más equilibrados. Con aciertos y con cuestiones para corregir, los últimos años participamos en un proyecto de reconstrucción del sistema ferroviario, con máquinas y tramos de vías nuevos, incorporación de personal y mejoramiento de las frecuencias. Este camino fue reconocido por importantes sectores de la sociedad, que hoy también sufren el estancamiento de obras como la del Tren Roca Constitución – La Plata, debiendo hacer un trasbordo caótico en la estación Berazategui.
El argumento del gobierno bonaerense se sostiene en los informes elaborados por la Auditoría General de la Nación y la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, que describen falencias en el estado de parte del material rodante y las instalaciones de la empresa. Pero desde aquella lectura no se han realizado gestiones para avanzar en una regularización del servicio. Se agregan, además, algunos ribetes políticos; de cierto modo la prórroga suma otro capítulo a una medida resistida por el ministro Dietrich, quien no ve con buena cara sostener y expandir servicios ferroviarios de media y larga distancia. Por el contrario, durante el año pasado impulsó una agenda de “provincialización de trenes” que buscaba, por ejemplo, traspasar servicios a Chaco y Río Negro. Tal como han señalado diferentes diputados de la provincia, Vidal se manejó de manera apresurada, y numerosas organizaciones vecinales de distritos del interior y el Conurbano reclaman cada vez más la vuelta del tren de Buenos Aires, pues muchos pueblos quedan hoy virtualmente aislados por la falta de un servicio que influye directamente en la calidad de vida de muchísimas personas que día a día necesitan del tren para ir a trabajar, estudiar, vacacionar, etc. Es necesario que el gobierno pueda comprender la heterogeneidad de actores, territorios y tecnologías que forman parte de este problema, para de ese modo volverlo verdaderamente un tema de la agenda pública.