Tras la peor derrota electoral desde 1983, una de las necesidades que deberíamos plantearnos desde el peronismo es pensar por dónde fue que se dejó de tomarle el pulso a la sociedad. Otra vez, nos resuenan los conceptos de Perón, tan vigentes como siempre:
“Podemos decir que el noventa por ciento de los errores cometidos en la conducción política de los pueblos estriba precisamente en un conocimiento imperfecto, incompleto o erróneo de la situación”.
J. D. Perón
Es que para el General, la dirigencia debía estar informada, debía estudiar y conocer la realidad de la masa, en cuanto entidad “social, psicológica y sociológica que hay que interpretar”.
Desde los comienzos, Perón se encargó de tomar acciones concretas para estudiar, investigar y recolectar datos socio-laborales que dieran cuenta de la situación de los trabajadores. Primero desde la Secretaría de Trabajo y Previsión, luego desde el Consejo Nacional de Posguerra; y más tarde en el primer gobierno, por ejemplo, con el Censo Nacional de 1947, que tras un hueco de 37 años, permitió tener cifras realesy se convirtió en un insumo fundamental para la elaboración de políticas públicas a favor de los sectores más postergados de la sociedad.
“Los hombres proceden tan bien como bien informados estén. Uno de los graves errores que cometen los hombres en la conducción política es, precisamente, accionar sin conocer bien cuál es la situación. Equivocados de la situación, se afirman las enormidades más espantosas, como aquellos que dicen: todo el pueblo está conmigo, y muchas veces ni el ordenanza los acompaña”.
J.D. Perón
En las elecciones del 2015 se sucedieron discursos, cadenas de televisión, movilizaciones, cartelería, miles de militantes movilizados; del otro lado, desde Cambiemos, la maquinaria de recolección de datos más grande que jamás haya existido en una campaña electoral en la Argentina, la aplicación del big data para sondear como nunca antes a la opinión pública.
Ellos indagaron, nosotros tuvimos presunciones. Ellos introdujeron el big data y la micro segmentación del voto como arma electoral. Supieron leer, de algún modo, a la sociedad actual en el momento histórico que atraviesa. En otros términos, dejaron en evidencia su conocimiento y avance sobre la opinión pública para captar y fidelizar votos.
“Yo siempre prefería, en vez de hablar a hombres, hablar a organizaciones. ¿Por qué? Por la misma causa que cuando uno quiere juntar todas las hormigas, no las agarra de a una, sino que va al hormiguero y las agarra allí. Entonces, yo me dediqué a los hormigueros”.
Juan D. Perón
Los últimos resultados electorales demostraron que los votantes son cada vez menos predecibles, más volátiles, y sus votos en definitiva no son de nadie y que debemos repensar la relación entre capacidad de movilización y volumen electoral. Seguramente, hoy la opinión pública es más difícil de descifrar, los hormigueros son más difíciles de desentrañar. Ya no los vamos a encontrar tan claramente en dividir el electorado por ramas de actividad y movilizar a sus dirigentes.
Hoy, los hormigueros están difuminados en un mundo laboral fragmentado en torno a diferentes percepciones ciudadanas, en torno a ponerle nombre a disconformidades emergentes o a la canalización de emociones, incluso están sujetados, en términos de Zygmunt Bauman, a las nuevas reglas de la modernidad líquida: “Hoy la mayor preocupación de nuestra vida social e individual es cómo prevenir que las cosas se queden fijas, que sean tan sólidas que no puedan cambiar en el futuro. No creemos que haya soluciones definitivas y no sólo eso: no nos gustan”.
En este contexto, ¿cómo se mueve hoy el peronismo en la era post industrial? Los trabajadores manuales de cuello azul, protagonistas indiscutidos tanto de beneficios como de las luchas peronistas, hoy son una categoría casi irreconocible. A causa del cambio tecnológico y la globalización, su volumen en la economía es mucho menor, se espera entonces que su impacto en la política también lo sea. Del empleo típico (100asalariado, estable, a tiempo completo, masculino) a un formato atípico, un empleo atípico (100temporal, a tiempo parcial, precario, con una gran inserción de la mujer, etc.). Las nuevas formas de organización productiva implican nuevas formas de entender las relaciones, el tiempo y claramente la identificación política.
Estamos frente a una sociedad más individualizada, mucho más heterogénea, diversificada internamente, a la que ya no podemos aplicar las categorías propias de la sociedad industrial. Por otro lado, estamos frente a una sociedad que tiene más conocimiento, más complejidad, aumentando paradójicamente la incertidumbre. La complejidad en todas las organizaciones – especialmente las políticas- radica en que los ciudadanos creen cada vez menos en las jerarquías, buscando así otra relación con los líderes.
Hay una progresiva tendencia al reconocimiento de la diversidad frente a “la masa”. El mercado incluso está logrando atender en forma masiva a demandas de tipo diferenciado. La cercanía que ofrece Cambiemos va en esta dirección. Por eso, si el peronismo triunfó cuando percibió una masa hasta entonces soterrada, ahora tiene el desafío de individualizar al máximo esa mayoría, de percibirla en sus trazos más finos.
¿Cómo piensa hoy un trabajador? ¿Se siente un obrero? ¿Qué prioridades tiene? ¿Que se amplíen derechos laborales? ¿La liberación de la patria grande? ¿O que iluminen y pavimenten la calle que más transita? Antes, los hormigueros eran las ramas laborales de un mundo industrial. Hoy, esos mismos hormigueros hay que estudiarlos, interpretarlos, en una serie de micro segmentos, con incertidumbres y expectativas diferenciadas.
“La conducción ha evolucionado con la evolución del hombre, con la evolución de las ciencias y con la evolución de las artes. Cada nuevo descubrimiento altera y modifica la conducción. Por esa razón, para poder comprender la conducción es necesario ubicarse en las condiciones de tiempo y de lugar”.
Juan D. Perón
La cantidad de información que recibe un ciudadano es abrumadora. El mejor aporte que podemos hacer en este tiempo a la sociedad es a través de las buenas preguntas y no únicamente a través de consignas.
¿Sabemos con certeza cuántos ciudadanos se consideran de izquierda o derecha? ¿Sabemos cómo nos afecta la desafección política? ¿Qué piensa la gran mayoría que no está interesada en la política? ¿Qué los mueve? ¿Cuáles son sus expectativas?
Esta vez el peronismo no fue derrocado sino derrotado en las urnas. El macrismo está construyendo una hegemonía, la cual necesariamente necesita ser policlasista. Desafío para el peronismo, que no puede ser estrecho de miras.
Es hora de entender que muchas de las herramientas de Cambiemos fueron nuestras, estuvieron en nuestro ADN. El acceso al poder del General Perón fue en primer término una revolución en el uso de datos para tener una correcta apreciación de la situación; y más tarde, siendo un insumo para dar un salto cualitativo en la implementación de políticas públicas. El primer paso de una verdadera renovación es pensar y repensar de qué forma el peronismo quiere conocer las preferencias reales de la gente, y no presuponerlas. Para esto es necesario mejorar los mecanismos de trabajo y estudio sobre la opinión pública, que verdaderamente logren captar e interpretar el sentir de las mayorías. Frente a sí mismo, frente a sus adversarios, y frente al pueblo, el peronismo enfrenta necesariamente un triple llamado: conocer, crecer y, desde ya, volver.