1 de agosto de 2011
Instituto Gestar

Ricos cada vez más pobres

 

Luego de la crisis, la mayoría de los economistas piensan muy diferente, y de hecho algunos protagonistas, como Alan Greespan, confesaron durante la crisis no entender que estaba pasando y lamentaron haber confiado excesivamente en el poder correctivo de los mercados.

Los economistas críticos de la ortodoxia representada por Lucas, como Paul Krugman y Joseph Sitlitz, son mucho más duros en sus asertos sobre la macroeconomía. Un brillante artículo de Krugman resumió el estado de la macro, como una “edad oscura” igualable a lo que sucedió durante la edad media, cuando el conocimiento desarrollado por pensadores griegos y romanos había sido totalmente olvidado y reemplazado por dogmas sin relación alguna con la realidad.

Con la crisis aún en marcha, no se ha conformado aún una nueva teoría que reemplace la macroeconomía ortodoxa. Sin embargo, algunos elementos de esta nueva teoría ya pueden apreciarse. A nuestro juicio, uno de estos nuevo elementos es el renovado interés por la desigualdad económica.

En un trabajo reciente de Gabriel Palma, se analiza en detalle como la desigualdad ha ido en aumento en casi todos los países del mundo desde el inicio de la globalización y la aplicación de las recetas neoliberales, hace aproximadamente 30 años. La mayor apertura comercial, el mayor flujo de capitales financieros y la desregulación económica modificó muchas variables económicas, pero si hay en una en la cual el impacto fue claro y contudente fue en la desigualdad.

Palma muestra que, a groso modo, tanto en países desarrollados como en países en desarrollo, las clases medias y clases medias altas han logrado mantener aproximadamente la mitad del ingreso nacional, pero el resto está en disputa entre los ricos y los pobres, y con la globalización los que llevan las de perder han sido los pobres. Más precisamente, el aumento en la desigualdad se ha dado principalmente por el incremento en la porción del ingreso nacional que se apropia el 10 por ciento de la población que es más rica, a costa del 20 o 30% más pobre (100recordemos que el resto, la calse media, ha logrado mantener su “statu quo”).

En este contexto, es interesante ver que ha sucedido en la Argentina desde el inicio de lo que podríamos llamar la “contrareforma” en el año 2003, donde se abandona en forma tajante el ideario neoliberal y se comieza a trabajar en términos económicos con pragmatismo y con un norte muy claro: la defensa de los derechos de los trabajadores y el impulso de la inclusión social. Desde el año 2003 en adelante, es un dato conocido que la distribución del ingreso ha mejorado significativamente, mucho más que la de otros países de la región. Ahora bien, si miramos los datos con el prisma del trabajo de Gabriel Palma, lo relevante es que porción del ingreso nacional es obtenido por el 10% más rico de la población, ya que es en este indicador donde se hace la diferencia en la comparación entre países. La pregunta relavante según Palma es: ¿Los ricos son cada vez más ricos o más pobres?.

En el siguiente gráfico podemos observar que Argentina logró bajar esta porción de la torta desde un 38% a mediados del 2003, a un 29% para el último trimestre del año 2010. Este es un cambio muy significativo que se dio como consecuencia de un aumento parejo en los ingresos de todos los sectores en forma superior al sector de mayores ingresos. Esta ha sido la clave de la mejora en la distribución del ingreso en Argentina.

Fuente: Elaboración propia en base a datos de la EPH

En los países de la región, si bien ha habido algunas mejoras más bien modestas en los últimos diez años (100con al excepción de México, donde la distribución del ingreso viene empeorando sostenidamente), la porción del ingreso nacional que se apropian los ricos es mucho más alta. La mejora notable de Argentina, que la ha reposicionado claramente como el país con mayor igualdad económica en la región (100junto con Uruguay). En muchos países desarrollados, por otro lado, este indicador alcanza valores entre 25 y 30%, aunque en algunos países muy igualitarios económicamente (100como los países nórdicos), se alcanza el 20%, con el cual nuestro país tiene aún un espacio de mejora relevante. Desde la crisis de 2008 en adelante, sin embargo, en los países desarrollados estos indicadores se están deteriorando.

Cuando vemos estas figuras, respecto a como viene mejorando la distribución del ingreso en Argentina a lo largo de estos años, y vemos tambien lo que sucede en el resto de los países de la región, adquiere real relevancia lo que está en juego en las próximas elecciones nacionales. Macri, por ejemplo, ha dicho repetidas veces que el camino en términos de política económica es “Brasil, Chile y Colombia”. Pero estos países mantienen un nivel de desigualdad económica enorme, las mejoras obtenidas son casi insignificantes y a este ritmo nuestra región seguirá siendo la más inequitativa del mundo.

La diferencia clara entre el modelo económico de Argentina y otros países de la región (100e inclusive del mundo) para por algo que nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner lo repite en forma permanente. Nuestro país tiene un modelo económico, basado en la industrialización, el desarrollo de la ciencia, la tecnología y la innovación productiva y la mejora económica permanente de los ciudadanos más postergados. De nuevo, queda espacio para seguir avanzando, pero lo que queda claro es que por una vez en nuestra historia y siguiendo las enseñanzas de Perón y Eva, tanto el Estado como el capital están al servicio del bienestar del pueblo.

Roberto Arias

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