El 4 de junio es una fecha que evidencia las dos características políticas que hacen del peronismo un movimiento revolucionario y democrático.
En este día de 1943 se produce la revolución de los coroneles enarbolando una proclama democrática, en donde tuvo una participación activa el por entonces Coronel Juan Domingo Perón.
Esta revolución vino restaurar la democracia que se había interrumpido perversamente en 1930, que perduro bajo una pseudo democracia que gobernó por más de 10 años en base a elecciones fraudulentas. Este nuevo gobierno restauro y amplio derechos, como deja en evidencia Perón desde el Departamento de Trabajo, para luego crear la Secretaría de Trabajo y Previsión Social, generando derechos antes inexistentes para los trabajadores como las vacaciones, aguinaldo, jubilaciones, etc.
Juan Domingo Perón iba tomando cada vez más relevancia dentro del gobierno, mientras que se comenzó a producir un “estancamiento” de la revolución, situación que se puede percibir en todas las revoluciones a lo largo de la historia y del mundo.
La presión ejercida por los oficiales que propugnaban por no continuar con las conquistas sociales, resulto en una sublevación de los trabajadores produciendo la revolución del 17 de octubre y la liberación de Perón de la detención a la que lo habían sometido.
Es aquí en donde Perón demuestra sus dotes como líder, conductor y estadista, obligando al gobierno de Farrel a llamar a elecciones.
Habiendo surgido este proceso de la revolución de oficiales y luego ratificada por la revolución del 17 de octubre, el movimiento peronista se consagra el 4 de junio de 1946 en un gobierno democrático con la fórmula Perón-Quijano.
Por todo esto, el 4 de junio debemos recordar y celebrar que el movimiento peronista logro que una revolución continúe con una democracia popular.
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