14 de noviembre de 2013
Instituto Gestar

Brasil – Argentina, desafíos ante nuevas realidades globales

Acompañando el crecimiento demográfico, se observa una mayor inclusión de personas a una sociedad de consumo y, en algunos casos, mejoras notables de las condiciones de bienestar social, salud, acceso a la educación, a la vivienda, entre otros beneficios. Los casos de Brasil, China, India y Rusia son emblemáticos, pero no los únicos, ya que en muchos países de África y Oriente Medio también se evidencia un dinamismo económico significativo y novedoso, aunque no en todos los casos acompañados de inclusión social y desarrollo.


En este marco, es dable preguntarse cómo Argentina puede insertarse en este nuevo modelo global, a través de qué tipo de integración y con qué países o regiones. Esto implica pensar en nuestra relación con Brasil, en la posibilidad de profundizar el vínculo comercial, pero también en potenciar caminos alternativos. En otras palabras, ¿Hasta qué punto y bajo qué condiciones se debe avanzar en la integración con los países emergentes asiáticos, especialmente con China? ¿Cuáles son los desafíos en un contexto de fuertes disputas respecto a la seguridad alimentaria, el deterioro ambiental, la pobreza, la necesidad de mejorar las condiciones de ciencia y tecnología y de superar las restricciones energéticas?
Para acercarnos a algunas ideas que puedan ayudarnos a responder parcialmente estos cuestionamientos, es importante contextualizar el debate teniendo en cuenta que Argentina y Brasil tienen un vínculo especial, no sólo por su cercanía geográfica, sino también por identificación cultural y política. Además, ambos países son actores protagónicos del Mercosur, y los dos realizan esfuerzos para lograr sostener esta Unión Aduanera imperfecta que, con sus bemoles, ya tiene casi dos décadas de vida como persona jurídica de derecho internacional.
Es por ello que la relación con Brasil es clave. Además, porque el gigante sudamericano no sólo es el principal destino de nuestras exportaciones sino que también es nuestro mercado más importante de bienes de mayor valor agregado, lo cual nos permite diversificar y complejizar nuestra oferta exportable y hacer frente a la primarización de la economía.
Además, el comercio entre ambos países ha experimentado en los últimos años un crecimiento notable, de casi el 300% en 2012 en relación a 2003. Este crecimiento es francamente mayor al que se dio en el mismo periodo entre Argentina y el mercado mundial en su conjunto, que fue 241% según datos oficiales.
En suma, las cifras nos muestran que la vinculación comercial con Brasil y con otros miembros del Mercosur es vital para poder alimentar una estrategia de industrialización de la economía. Un ejemplo ilustrativo es el siguiente: de los distintos rubros que componen la oferta exportable argentina, el aporte de las manufacturas de origen industrial al crecimiento interanual de las exportaciones hacia Brasil (100comparando el mes de enero de 2012 respecto al mismo mes del año anterior) es el más importante. Es el rubro que más contribuye, con un aporte de 348,4 %. Es decir, mientras que hacia Brasil podemos mirar en términos de mayor industrialización, en el caso de China es diferente, ya que sus compras van dirigidas principalmente a bienes primarios.
Por lo tanto, los desafíos que se avecinan nos hablan a las claras acerca de que Argentina no está ajena a esta reconfiguración del orden mundial y se ha visto beneficiada por el crecimiento en sus ventas de productos primarios a China y por el fluido comercio de manufacturas de origen industrial y agropecuario con Brasil.
Pero el gran desafío es lograr esquemas de complementariedad con los vecinos de la región, como una manera de hacer frente a los cambios en un mundo que va transitando desde una etapa de hegemonía estadounidense a un liderazgo más multipolar, de distintas potencias globales. Sin lugar a dudas, la gran tarea que tiene nuestra región, en especial el Mercosur, es resolver las asimetrías entre sus miembros, lograr la implementación conjunta de políticas sectoriales que permitan desarrollar ventajas comparativas dinámicas e insertarse en las cadenas globales de valor con producción de alto valor agregado, industrializada y competitiva.
Argentina debe definir su estrategia ante este nuevo escenario. La diversificación de sus exportaciones; el aumento de patentes; la inversión en ciencia y tecnología; la implementación de políticas estables en sus posturas ante los grandes temas internacionales de seguridad, política y disputas territoriales y el impulso en favor de una oferta de alimentos procesados son algunas de las dimensiones en las que sería sugerente avanzar. Todo esto en el marco de un modelo de desarrollo con inclusión social que posibilite acumular los vectores de integración horizontal de las fuerzas productivas y cadenas de valor, así como solucionar las necesidades de todos los países de la región, logrando un desarrollo armónico y equilibrado, con empleo y mayor igualdad socio-económica.

Ezequiel Ávila

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