Hace dos semanas finalizó el “Argentina Business & Investment Forum”, más conocido como “Mini Davos”, una versión pequeña del reconocido Foro que se realiza cada año en la ciudad ubicada en los Alpes suizos. El evento fue anunciado con bombos y platillos y realizado en el Centro Cultural Kirchner, devenido por estas épocas en el salón de eventos del PRO. Participaron líderes del sector empresario nacional e internacional, funcionarios públicos, ejecutivos privados, representantes de instituciones, entre otros asistentes.
Según la organización, a cargo de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional vinculada a las carteras de Cabrera y Malcorra, el evento nació con la intención de promover la “inserción de Argentina en el mundo”, una frase maquillada que la Alianza Cambiemos viene pregonando desde la última campaña electoral. Y en realidad, no hay que demonizar estas reuniones de negocios y de articulación con el sector privado, siempre y cuando se conviertan en inversiones que respeten la soberanía del país y tengan un impacto en la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos. El tema en cuestión, y que preocupa, es que pareciera no existir una correspondencia entre los discursos, las buenas intenciones y la realidad económica nacional: ya promediando el “segundo semestre” la recesión se mantiene, crece el malestar social y el único índice que muestra una mejora es el de la inflación, aunque a costa de una serie de medidas tremendamente negativas para los sectores medios y trabajadores.
En el folleto de negocios del Foro “Mini Davos” se estimaban oportunidades de inversión por más de US$ 175.000 millones, distribuidos en varios sectores como energía y minería (100US$ 76.000 millones), infraestructura (100US$ 75.000 millones), agroindustria (100US$ 15.000 millones), servicios y tecnologías (100US$ 7000 millones), bienes industriales (100US$ 5000 millones), entre otros. Pero a la hora de los resultados las declaraciones son pocas e imprecisas. El mismo Presidente publicó una nota de opinión al respecto en La Voz del Interior del último domingo, allí anunciaba: “Como resultado, ya hemos recibido con alegría el anuncio de miles de millones de dólares en inversiones para los próximos cuatro años, que se van a traducir en trabajo de calidad para muchos argentinos”. Un verdadero anuncio del anuncio que dispara rápidamente una serie de preguntas elementales: ¿Cuántos son esos “miles de millones” que los empresarios le dijeron a Macri que van a invertir? ¿Cuáles son las condiciones que se están gestionando para esas oportunidades? ¿Un anuncio puede ser considerado un resultado? (100Y en el caso de que lo sea es insuficiente considerando la magnitud del evento, financiado con fondos públicos y sobre el cual el gobierno no quiso aclarar el costo). Lamentable, debemos señalar que suena más sensato, aunque también un tanto más frívolo, el diagnóstico expresado por Sven Smit, líder de Europa Occidental de la consultora McKinsey y participante del Foro. En una entrevista que le realizara el diario La Nación el pasado 18 de septiembre Smit sentencia: "Hay expectativas en el país, pero también está siendo puesto a prueba". Es decir, para este tipo de mirada somos una especie de alumno que rendirá examen durante algunos meses para ver si los inversores convierten esa expectativa en inversiones concretas. Quizás uno de los maestros que evaluarán esas pruebas es el FMI, que ya asentó nuevamente sus oficinas en nuestro país.
A esta altura, la anunciada “lluvia” ya se convirtió en una tímida garúa que genera billetes a cuentagotas o directamente nuevos anuncios grandilocuentes, como los de los speakers y estrellas de los negocios que visitaron el Mini Davos: “Siemens planea duplicar su volumen de negocio en Argentina antes de 2020” (100Joe Kaeser, CEO de la empresa), “No hay lugares (100en el mundo) tan atractivos donde se vean tantas oportunidades como aquí” (100Fred Hochberg, presidente del Banco de Exportación e Importación de los Estados Unidos – Eximbank), “Argentina está en un momento lindo de oportunidades” (100Vilas Boas, director de Marketing e Innovación para Latinoamérica de Whirlpool). No se trata de criticar empresarios y emprendedores, después de todo se encuadran en una lógica inherente al sistema: los CEO globales piensan en términos de rentabilidad. Se trata de pensar cuál es el posicionamiento del Estado y su habilidad para concretar negocios pensando en el bienestar de los argentinos. No alcanza con establecer “reglas del juego claras” si el juego mismo ya es desigual y somos un sujeto examinado y “a prueba”. Tampoco alcanza con el concepto de “confianza”, y mucho menos si se apela a esquemas simplistas de causa consecuencia, por ejemplo cuando Macri afirma en la nota mencionada: “La confianza genera inversión, y la inversión trae fábricas, investigaciones, nuevos emprendimientos y puestos de trabajo. Esto es lo que necesitamos como país para cerrar esa brecha entre lo que somos y todo lo que podemos ser”. Esto es discurso, la realidad está exigiendo mucho más. No alcanza con la “impresión positiva” que se llevan los líderes de negocios de las grandes empresas multinacionales que participaron en el Foro de Inversión. Son necesarias acciones concretas que apunten a contrarrestar la crisis que se viene desarrollando en el trabajo y en el empleo. En todos los casos, ante esta garúa y algunos fugaces chubascos, la pregunta urgente es qué hacer en el mientras tanto. Hasta ahora, show de Davos ¿Y después? Aún nada más.