20 de octubre de 2016
Instituto Gestar

Con nosotras no, Macri

Las últimas semanas transcurrieron cargadas de tristeza y dolor por la gran cantidad de femicidios que se sucedieron en distintos lugares del país. En este contexto de máxima violencia hacia la mujer por el simple hecho de ser mujer, comienza a visibilizarse un grito colectivo que exige la necesidad urgente de decir BASTA. 

El primer paso para decir basta es entender que la violencia impartida hacia las mujeres tiene su punto de origen en un sistema patriarcal que se produce y reproduce gracias a un sistema de valores que ubica a la mujer en un lugar de subordinación en relación a los hombres. Los valores machistas, agresivos y posesivos de una parte de la sociedad tienen su primer eco en el lenguaje y es en el uso del mismo en donde se reproducen con mayor solidez. Todo discurso es ideológico. No existe la ingenuidad en el uso que hacemos de las palabras, como tampoco en el no-uso, cuando por alguna razón nos callamos.  

Hoy más que nunca, nos ocupa y preocupa el doble discurso del Presidente de la Nación y sus funcionarios sobre la cuestión de género. Sentimos que nos toman el pelo y que nos subestiman cuando por las redes sociales salen a enarbolar las banderas de #NiUnaMenos #VivasNosQueremos, mientras que, en el quehacer cotidiano y en las decisiones políticas, accionan a la inversa. Sepan que esta es también la violencia que repudiamos. 

En los diez meses de gobierno macrista ha habido un aumento importante de los femicidios en el país: 290 mujeres asesinadas en 290 días. La relación con la falta de políticas de género integrales y con el desmantelamiento de las políticas vigentes es directa. El gobierno conservador de Macri ha vaciado, por ejemplo, el call center que atendía las 24 horas a aquellas mujeres que eran agredidas física o moralmente. Por otro lado, está desmantelando los hogares transitorios creados para dar albergue a estas mujeres y a sus hijos. 

De esto se trata el doble discurso: de la boca para afuera una cosa, en los hechos, otra. La violencia contra las mujeres en todas sus formas, y la más extrema que es la violencia física es una problemática que atraviesa de forma transversal a todas las esferas sociales y que hoy se considera una problemática en donde el Estado debe intervenir para prevenir y proteger a las víctimas. Sin embargo, en el gobierno de Macri la violencia y la desigualdad hacia la mujer es moneda corriente, a pesar de que se esfuercen por demostrar lo contrario.

Cuando la máxima autoridad de la Nación afirma groseramente: “No puede haber nada más lindo que un piropo, por más que esté acompañado de una grosería, que te digan qué lindo culo que tenés, está todo bien” alienta la violencia simbólica, que es el resorte que sostiene al maltrato y lo perpetúa. En otras palabras, alimenta la representación cosificada de las mujeres y la naturaliza. Desde ese punto de vista, las mujeres están para satisfacer las apetencias e impulsos sexuales de cualquier hombre que así lo desee. Sobre esta base se va edificando la creencia de que pueden someterlas, golpearlas, violarlas, y aún asesinarlas en el caso más extremo.

En la misma línea, nos preguntamos con qué cara la primera dama “acompaña” la marcha #NiUnaMenos cuando tiene a su mando talleres clandestinos con mujeres sometidas y sobreexplotadas. Queremos saber por qué la gobernadora María Eugenia Vidal ejecutó solamente el 2% del presupuesto para el programa "Prevención y Atención de la Violencia Familiar y de Género” en lo que va del año.

El desprecio hacia las mujeres, la misoginia abierta e indisimulable es mucho más fuerte en Del Sel, actual Embajador de Panamá, que el afán por crecer en las encuestas. Lo mismo le sucede al diputado nacional PRO Alfredo Olmedo, además de machista, golpeador, que no escatima palabras a la hora de decir que la mujer solo sirve para el trabajo de la casa.

Desde que asumió la conducción del gobierno, Macri, ha llevado adelante una serie de medidas económicas y sociales de corte neo-liberal, en el marco de un plan de ajuste que pone a la gran mayoría de la sociedad en situaciones de vulnerabilidad y en donde las más perjudicadas son las mujeres. Que quede claro: un gobierno conservador atenta principalmente contra la mujer y reproduce un sistema cada vez más excluyente y, por ende, cada vez más violento. 

A Macri no le importan los casos de trata de persona para la explotación sexual, tampoco lo conmueven los femicidios y el dolor desgarrador que sufren las familias. A Macri no le importa la violencia machista como tampoco le importa que más de 100 mil mujeres en el día de ayer nos manifestáramos en contra de tanta violencia. Dicen que el silencio es un signo de complicidad. Los brazos cruzados y el ajuste también. ¿Qué puede importarle a Macri que las mujeres seamos tratadas como objetos? ¿Qué puede importarle que nos acosen? ¿Qué puede importarle que nos maten? A nosotras sí nos importa. Con nosotras no, Macri. 

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