El viernes 10 de junio por la mañana volvimos a mirar hacia el gigante del norte, pero esta vez con un horizonte muy diferente. Veíamos, llenos de orgullo, el lanzamiento del satélite argentino SAC-D Aquarius desde la base de la NASA Vanderberg, en California. El satélite es un proyecto conjunto con Brasil, Italia, Canadá y Francia, pero fue construido íntegramente en Bariloche.
El lanzamiento fue seguido in situ por autoridades de Cancillería, la Comisión Nacional de Actividades Espaciales –CONAE- y el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, pero más importante aún fue el seguimiento de la Presidenta Cristina Fernández vía video conferencia y los argentinos todos por televisión en vivo.
El Aquarius es considerado un satélite científico y está diseñado específicamente para monitorear fenómenos relativos al ciclo del agua, especialmente la salinidad en los océanos, los fenómenos de evaporación, precipitaciones y deshielos así como la humedad del suelo. El gran avance viene en este sentido, viene representado por la posibilidad de realizar estas observaciones de manera permanente y a gran escala; lo que permitirá predecir inundaciones, sequías y apreciar variaciones relacionadas con el cambio climático.
De hecho, en el sitio web de la CONAE (100www.conae.gov.ar) ya se pueden admirar algunas imágenes resultantes de las primeras pasadas sobre nuestro país.
El satélite permitirá predecir ciertos aspectos climáticos, pero además constituye un cambio de clima para la ciencia y tecnología argentina. De ser un país resignado al pelotón de cola hemos pasado a ser socios principales en uno de los proyectos de tecnología de punta a nivel mundial.
Ya que hablamos de clima; el pronóstico parece auspicioso, ¿no?
Federico Giordano
Ingeniero
Gestar