La nueva etapa requiere profundizar las políticas del gobierno que durante ocho años permitieron alcanzar los importantes logros descritos anteriormente. La nueva bandera política, necesaria y urgente, es ampliar los objetivos para lograr que los beneficios sean sostenibles en el tiempo y alcancen de manera masiva y estable a grupos históricamente marginados en la sociedad argentina.
1. Crecimiento económico sustentable con generación de empleos de calidad.
2. Matriz productiva industrial basada en la innovación científica y tecnológica.
3. Mercado interno como factor dinamizador de la economía.
4. Solidez y consistencia macroeconómica.
La política de inclusión social más potente es la generación de empleo de calidad. La sociedad argentina demanda más y mejores oportunidades para todos: para los que hasta el momento han participado y recibido los beneficios de la notable transformación de la economía, pero fundamentalmente para aquellos expulsados durante la década pasada que con sus esfuerzos y privaciones han acompañado marginalmente el crecimiento.
Asalariados, empresarios, amas de casa, dirigentes y particularmente jóvenes pertenecientes a todas las clases sociales son necesarios para construir una Argentina grande y rica. Para aquellos con dificultades para incorporarse plenamente a la economía, el gobierno pondrá en marcha o profundizará políticas destinadas a crear más y mejores oportunidades de progreso.
La industria es gran articuladora de las relaciones económicas y sociales. La experiencia internacional muestra que el desarrollo de la misma está vinculada a la decisión del Estado de promover su crecimiento. Esta promoción está ligada al apoyo de sectores estratégicos que permitan una inserción internacional competitiva.
La producción de bienes que encabezan el cambio tecnológico requiere integrar regionalmente las cadenas productivas cuyos centros de desarrollo surjan del acercamiento entre las universidades y las empresas. Este acercamiento tiene por objetivo la aplicación del conocimiento al proceso productivo, operando así una transferencia tecnológica para bienestar de la comunidad.
El mercado interno es uno de los factores de desarrollo de la economía del país. Sirve de plataforma para el desarrollo de las pequeñas y medianas empresas y de los microemprendedores que sostienen el empleo y se preparan para ser competitivos a nivel global. El desarrollo de una economía moderna combina la acción de los mercados y el Estado. La experiencia iniciada en 2003 en Argentina introdujo una política social y de ingresos como complemento de la acción de la iniciativa privada, sin ignorar los conflictos que dichas políticas podían generar con grupos o actores importantes de la economía.
Tras siete años de gestión, resulta evidente la necesidad de regulaciones inteligentes y dinámicas sobre los mercados para estimular asignaciones de recursos compatibles con una agenda estratégica que contemple, entre otros elementos, la mejora en la distribución del ingreso.
Es difícil que los mercados provean por sí mismos soluciones en la vida de aquellos que no están integrados o cuya participación es marginal. Tampoco mejorarán voluntariamente las remuneraciones al trabajo, razón por la cual el Estado debe arbitrar a fin de asegurar una asignación de recursos entre trabajo y capital que permita el desarrollo armónico de la economía. La premisa de distribuir igualitariamente el ingreso entre trabajo y capital es más vigente que nunca.
No hay peor acelerador del deterioro de los indicadores sociales que una crisis económica. Las sucesivas crisis del país derivaron en la destrucción de unidades productivas, creciente marginalidad y mayor disparidad en la distribución del ingreso. La recurrencia de las mismas (1001975, 1979-82, 1989, 1994, 1999 y 2002) agravó aún más el panorama.
Una de las principales características de las políticas económicas (100fiscal, monetaria y de ingresos) aplicadas a partir de 2003 fue la estabilidad de las variables económicas más importantes. La situación de las finanzas públicas, la política monetaria y del tipo de cambio constituyeron puntos de referencia clave tanto para los asalariados como para los empresarios. La estabilidad y gradualidad han dado solidez y consistencia macroeconómica a las políticas.
Lo que hoy parece un activo ganado para la sociedad fue consecuencia de decisiones políticas y económicas acertadas. Es imposible avanzar hacia un país grande, rico e igualitario sin estabilidad económica. El gobierno así lo entiende y se ha comprometido a sostener las exitosas políticas ejecutadas desde 2003.