En el marco de la reorganización de nuestro movimiento, conversamos con dirigentes de todas las provincias para conocer su opinión sobre el contexto actual y el futuro del país. En esta ocasión nos recibió Fernando Navarro, Diputado Provincial por la provincia de Buenos Aires.
Gestar: ¿cuál es tu visión de la marcha del gobierno nacional sobre todo en materia económica y social?
Fernando Navarro:se trata de un gobierno de clase, de una clase social con un fuerte componente económico ligado a los grupos más concentrados. Gobierna de acuerdo a lo que esperábamos, ocurre que no es lo mismo que te digan que te va a pasar determinada cuestión que puede ser negativa a que eso te ocurra. No nos sorprende lo que están haciendo porque siempre los gobiernos que expresan a los grupos económicos concentrados, son gobiernos más que de ajuste de transferencia de recursos de los sectores de la mayoría del movimiento nacional, de la clase media, de los sectores más humildes, de lo que uno denomina los sectores populares a los grupos económicos. Veintidós mil millones de dólares se han transferido desde el 10 de diciembre a la fecha y los recursos que se han utilizado para políticas ligadas a sectores mayoritarios son ínfimas. Esto ocurrió siempre. Para no irnos muy lejos es lo que ocurrió con Videla-Martínez de Hoz, con Onganía-Krieger Vasena, es lo que ocurrió cuando un gobierno popular fue cooptado por los sectores ligados a grupos económicos, pero saber que está pasando lo que se imaginaba no genera ninguna tranquilidad ni ninguna certeza, todo lo contrario, nos provoca mucha angustia, mucha impotencia, porque también somos conscientes que desde el peronismo y el movimiento nacional no siempre tenemos la claridad política, el entender el concepto de la unidad, asumir por qué perdimos después de doce años que con aciertos y errores, desde mi punto de vista, fue lo mejor que nos pasó en décadas, con muchas cosas por corregir, con muchas cosas a mitad de camino, con muchas cuestiones que ni siquiera asumimos, pero fue un intento, una iniciativa, una posición, una política clara de redistribuir los ingresos, de atender los sectores más castigados, de pensar en la industria nacional, de pensar una Argentina integrada, pero el 22 de noviembre el pueblo votó mayoritariamente una expresión diferente y creo que el peronismo se debe una profunda autocrítica,puertas adentro, en los ámbitos que corresponda, y cuando digo ámbitos ni siquiera me refiero al Partido Justicialista sino a los ámbitos del movimiento nacional, que se dé para no cometer los mismos errores hacia adelante, porque nuestra obligación es reconstruir una mayoría que no solamente sea electoral sino que sea política, con propuestas que tengan que ver con esta Argentina del siglo XXI y nosotros tenemos tendencias a veces a pensar la Argentina en los términos de los 60, los 70, los 80 y esa Argentina no existe más. No es ni bueno ni malo, pero es así, y si no aceptamos esa realidad es muy difícil pues sin un diagnóstico preciso no se puede tener una política que sea útil hoy a los intereses de la mayoría.
G: en este contexto ¿vos crees que el peronismo sigue expresando a las mayorías populares o pensás que hay un proceso de decadencia de esa representación?
FN: hay una crisis de la política que es mundial, que por lo menos abarca el mundo donde la Argentina se ha desenvuelto, que es la propia América, Europa. Tenemos diferencias culturales de todo tipo con lo que es China, con lo que es Asia y África, que tienen una realidad diferente. Ahora bien, si tomamos a la democracia como un instrumento de ordenamiento de las tensiones económicas, de la puja económica en una sociedad, la crisis es generalizada. Basta con ver en la elección de EE.UU. como se instala un personaje que viene de la no política, las dificultades en España para articular un gobierno o los resultados que se van dando en otros países de Europa y de América como para entender que esa crisis tiene que ver con que la mayoría de los pueblos no identifican a la política y sobre todo a los partidos que teóricamente expresamos los intereses populares como los instrumentos adecuados para resolver los problemas que ellos tienen.
¿Por qué no logramos que este proceso terminara con un triunfo contundente de estas banderas, de estas propuestas, de estas ideas en el 2015? Desde el punto de vista del Movimiento Evita, no logramos desarmar la concentración económica, que está absolutamente extranjerizada. No pudimos romper esa lógica, porque no teníamos la correlación de fuerzas, porque tampoco tenemos en claro cómo hacerlo, porque una cosa es diagnosticar lo que está mal y otra cosa es proponer cómo se resuelve. Hace cuánto que hablamos de economías regionales, yo desde que soy pibe me acuerdo del problema de la manzana y de la pera en el Alto valle. Allá por los 60 siempre había una crisis que se repite recurrentemente y nunca se la pudo resolver ¿Por qué? Porque no hay todavía un proyecto de nación pensado al 2050, lo urgente siempre va adelante de lo importante.
Los valores que teníamos naturalizados como lo colectivo, la solidaridad, la familia, el barrio, se perdieron, consecuencia de tantas derrotas y consecuencia de que el mundo es otro. Todo esto hizo que administrar la crisis no alcanza para que millones de argentinos quieran más y no confiaron en nuestro instrumento, confiaron en otro. Nos podemos enojar, decir que son tontos, que son cipayos, que votan mal, que no entienden. Yo creo que somos nosotros los que no entendemos que el mundo cambió y por lo tanto no siempre generamos una relación con nuestro pueblo en términos de seguir avanzando en el marco de ese proyecto, de esa propuesta. Digo esto a partir del 37%, 32% pues para mí el ballotage hay que tomarlo en cuenta, pero es una elección en donde mucha gente votó el menos malo porque había tan solo dos opciones. La elección que determina cuál es nuestra real base de representación y la que representa Macri, Massa y otros candidatos fue la primera vuelta y nosotros ahí sacamos 37% y hay datos que no podemos ignorar. Las ciudades votan casi todas iguales. Antes el conurbano tenía un comportamiento diferente. Hoy las ciudades, el centro de Lomas, el centro de Tres de Febrero, los centros de La Plata votan como la Ciudad de Buenos Aires, pero también votan así el centro de Resistencia, de Jujuy, de Río Gallegos, de Viedma, de Neuquén o de Tucumán. Hay una homogeneidad en el comportamiento electoral que tiene que ver con cuestiones culturales, económicas y políticas que nosotros no siempre hemos leído adecuadamente y seguimos haciendo política en los términos tradicionales, históricos, que nos conmueven y está bien. Pero si no entendemos que hay que incorporar otros conocimientos, que tenemos que buscar la forma de entender los cambios, de por qué esos cambios y cómo podemos hoy re enamorar a la sociedad, vamos a seguir cometiendo los mismos errores y vamos a sacar cada vez menos votos. A veces puede haber un golpe de suerte o una circunstancia que nos haga ganar una elección, pero si ganamos en términos electorales sin sustento político la crisis está a la vuelta de la esquina.
G: ¿qué te parece que está sucediendo en la sociedad argentina? ¿Se está perfilando un nuevo sujeto? ¿Se han perdido lazos culturales que permitían que los sectores populares se identificaran con banderas históricas, como por ejemplo las del peronismo, que pareciera que hoy ya no tienen demasiado contenido para muchos sectores? ¿Cómo ves esto?
FN: lo que nosotros tenemos en nuestra genética, por más que suframos los avatares del capitalismo salvaje, es que queremos obtener el sueldo, el salario, el ingreso con el esfuerzo propio. No queremos que nadie nos regale. Y por más que el Estado cumpla con su obligación cuando atiende una familia, a una ciudad a una comunidad o a millones de hermanos que sufren con políticas sociales, y está bien que así sea, eso no puede ser eterno, porque eso le cambia el perfil a una Nación. La independencia económica es la que te da la soberanía política y desde ahí construís justicia social. Y esto que parecen consignas son verdades muy profundas que hacen a la esencia de cómo funciona un pueblo pensando en el bien común, ordenado, donde se rescate la solidaridad.
Toda esta evolución que a unos les gusta más y a otros menos, no es mala en la medida que vos la inscribas en un esquema de valores que hagan al bien común, al respeto del ser humano, a la dignidad. Está en juego eso. Cuando, por ejemplo, un gobierno como el de Macri, aplica un tarifazo y te lo explica en términos de un Excel, y eso además implica una transferencia de casi 3.500 millones de dólares a las petroleras y gasíferas, que se los sacas al pueblo argentino, es porque los valores de ellos no son ni el trabajo, ni la familia, ni la dignidad. Los valores de ellos son el lucro, ganar la mayor cantidad de plata que puedan en el menor tiempo posible. Eso es lo que denuncia Francisco, eso es lo que dice históricamente el peronismo y otras fuerzas populares en otras partes del mundo, porque esto es una puja entre el capital y el trabajo que trasciende a la Argentina.
Nosotros hoy estamos en una situación bisagra. Pareciera que la derrota nos coloca al borde del abismo, donde hasta algunos piensan que el peronismo se puede extinguir como tal. Para mí, insisto, es una gran oportunidad. La magnitud de la derrota es importante, pero de la misma magnitud y el mismo tamaño es la oportunidad si entendemos y pensamos la política como un instrumento al servicio del pueblo. Si pensamos que el tema es quien conduce, quien lidera, quien es el candidato, que fuerza va a crecer, cómo saco ventaja, ganaron ellos y perdimos por goleada. Debemos comprender que la política es servir a las mayorías, sobre todo a los que sufren, que el peronismo se debe a su pueblo. Cuando digo el peronismo me refiero a quienes tenemos el privilegio, pero también la carga de ser dirigentes y tener determinado grado de conocimiento o notoriedad, nosotros le debemos a millones de argentinos que confían, que nos votan, que siguen creyendo en esta política, a veces sin entender, y no porque no sepan, sino porque como nosotros no sabemos, explicamos las cosas al revés o decimos una cosa y terminamos haciendo otra.
Si entendemos que eso de "primero la Patria" no es un cliché para los discursos y es una estrategia, en el 2017 lo podemos frenar a Macri, electoral y políticamente, y en el 2019 recuperar el gobierno pensando en esos intereses. Y el propio pueblo, la propia coyuntura, la propia dinámica de la historia va a determinar quién va a conducir, quién va a liderar. Yo siempre cuento el mismo ejemplo, Perón el 17 de octubre a la mañana le estaba escribiendo una carta a Evita proponiéndole casarse e irse. Quizá no sabía que a esa misma hora mientras él escribía, miles y miles de argentinos iban caminando a la Plaza de Mayo porque habían decidido reconstruir la historia, habían decidido ser protagonistas y construir un liderazgo con un sustento popular. No es un líder que flota etéreamente, se da bajo el sustento de una organización popular. Yo no creo en esos liderazgos que son mágicos, que se comunican con el pueblo, más allá de que los medios de comunicación hoy tienen una potencia que no tenían tiempo atrás y las redes sociales, pero sigo confiando en el poder popular expresado en organizaciones. Empoderamiento, si no hay organización, es una frase de ocasión.La unidad se construye en la acción y sin prejuicios.
G:
hablábamos de resolver los problemas a corto plazo, pero ¿cómo se pueden pensar los problemas estratégicos a mediano y largo plazo desde nuestra mirada justicialista?
FN: primero creo que hay que buscar una forma de desarrollar políticas de corto, mediano y largo plazo. No son contradictorias. Hoy tenemos una urgencia, ante el avance diario de un gobierno que ajusta y empobrece, que es construir unidad. El peronismo está absolutamente fragmentado. Me parece que este no es un momento de buscar traidores, de buscar al adversario dentro de nuestra fuerza. Me parece que este es un momento de, además de construir propuestas de mediano y largo plazo, también construir propuestas de corto plazo. Por ejemplo, ante el tarifazo, nosotros tenemos que tener una propuesta que unifique a toda la oposición, donde el peronismo sea la columna vertebral, por un problema de cantidad de legisladores y también de calidad e historia. Sabemos que hay que revisar la cuestión de las tarifas, pero no a costa de empobrecer a nuestro pueblo y mucho menos pegarle un golpe mortal a nuestra producción, a nuestra industria.
La unidad se construye en el parlamento, pero sobre todo en la calle, sobre todo en el conflicto, sobre todo en la tensión que la democracia administra, en la cuestión de cómo se reparten los recursos. El rol central de la democracia, es cómo administra la tensión en un marco de paz, de tranquilidad, quién se lleva la plata. Es un tema de plata yde poder.
Eso se construye en la calle, en el conflicto y sin prejuicio. Pero también desarrollar ideas de mediano y largo plazo implica hablar, dialogar y escuchar a compañeros, a interlocutores que a priori desde el peronismo a lo mejor no hablaríamos. "¡No, es un facho! ¡No, es un zurdo! ¡No, es un progre! ¡No, estuvo con aquel!". Los que tenemos más de 30, 35 años tenemos montones de errores, de fracasos y de fallidos. Así que ninguno hoy está en condiciones, salvo alguna honrosa excepción que no conozco, pero no descarto que la haya, de tirar la primera piedra. Además, nuestro pueblo no puede esperar que nosotros discutamos quienes somos los mejores, los más puros, los infalibles. Lo que nuestro pueblo nos está exigiendo, mirándonos a veces en silencio y a veces en la calle gritando, es "por qué no se juntan y construyen una Argentina justa". Para juntarse y construir una Argentina justa hay que ganarle las elecciones a Macri. Porque en democracia gana el que tiene más votos. Todavía no hay un sistema que te permita ganar en democracia que no sea el voto, que en definitiva es la voluntad popular. Ese es el desafío.