El peronismo fue el gran movimiento nacional que llevó adelante la etapa de industrialización más importante de la historia argentina. Se instalaron grandes fábricas, se establecieron nuevos derechos laborales y se nacionalizaron distintas empresas. El resultado fue exitoso y forma parte de la historia argentina, por lo que hoy existe un vínculo de identificación muy fuerte entre los gobiernos que gobernaron de forma peronista y los procesos de desarrollo e industrialización.
Hoy estamos frente a un escenario complejo para el sector industrial en su conjunto y sobre todo para su columna vertebral: las medianas y pequeñas empresas, que deben encontrar la forma de adaptarse a un cambio que las viene perjudicando de forma continua.
Hay una realidad: la industria debe afrontar una demanda interna golpeada por la pérdida de poder adquisitivo, producto del aumento de precios generado primero por la devaluación y luego por el aumento de tarifas, mientras que las paritarias no alcanzan a compensar la inflación. El deterioro es generalizado y se profundiza por las medidas del Gobierno o por su falta de iniciativa.
Por todos estos motivos, por su historia y por su capacidad, el peronismo se enfrenta a un enorme desafío: constituirse como una oposición con propuestas concretas, y crítica de las medidas que perjudican a distintos sectores empresarios, a emprendedores y sobre todo a la clase trabajadora.