Una de las afirmaciones más contundentes del artículo sostiene que “las ventas al exterior están quietas. Los volúmenes no crecen, aunque sí el monto de lo que se vende”. Sin embargo, al observar las cifras de ventas al exterior al primer cuatrimestre del año, se aprecia que las exportaciones argentinas en volumen crecieron un 7% con respecto a igual período del año anterior. Si adicionamos la variación de precios (100del 17% para igual tramo), las exportaciones de nuestro país han crecido un 25% respecto al primer cuatrimestre del 2010. Es decir, las ventas al exterior no cayeron y tampoco están quietas, como plantea el artículo, sino que crecieron en términos reales. Adicionalmente, también han aumentado los precios externos, por lo que el valor de las ventas al exterior se vio reforzado.
Dado que sólo hemos hecho hincapié en variaciones relativas, veamos también las cifras absolutas: las exportaciones del primer cuatrimestre del año sumaron USD 24.057 millones, un 10% más que el anterior récord histórico acontecido en 2008.
Por otro parte, en relación al crecimiento de las exportaciones, el artículo sostiene: “Todo, gracias a los extraordinarios precios de las commodities”. Quizás sea exagerado atribuir “todo” a los “extraordinarios precios de las commodities”. Sin duda este hecho favorece los ingresos de dólares al país y la recaudación por retenciones, pero los efectos en comercio exterior no suelen ser monocausales. Asimismo, el artículo supone que las exportaciones argentinas son sólo de productos primarios cuando por ejemplo, durante 2010, el 12% de las exportaciones fueron vehículos automotores por poco menos de USD 6.500 millones, lo que claramente no se relaciona con el precio de las commodities sino con una política específica de desarrollo sectorial. Sin la regulación del Estado, sin un programa de industrialización, sin el sostenimiento de un tipo de cambio competitivo, las exportaciones no serían las mismas. Argumentar que “todo” se debe a los precios internacionales de las commodities es también olvidar que por primera vez en la historia del país las exportaciones de Manufacturas de Origen Industrial (100MOI) son mayores que las de Origen Agropecuario (100MOI): por 34% y el 33% del total, respectivamente.
En definitiva, el país está muy lejos de “caminar hacia la autodestrucción”, como se afirma. Si consideramos los últimos años de Gobierno podremos advertir mejoras en las variables socioeconómicas más relevantes. A su vez, la supuesta caída del superávit comercial (100superávit de sólo USD 3.088 millones en los primeros cuatro meses del año, cuando en 1998 el déficit para esos cuatro meses fue de USD 480 millones) que tanto parece atemorizar a algunos, refleja el aumento de las importaciones necesarias para sostener el crecimiento industrial. En efecto, más del 70% de las compras al resto del mundo son bienes de capital, bienes intermedios y repuestos.
El país ha iniciado un proceso de sustitución de importaciones a fin de superar la limitación heredada y recurrente del stop and go. No deja de resultar curioso, sin embargo, que cuando se toman decisiones proteccionistas orientadas al desarrollo de la industria local, éstas son puestas en duda por sectores de la sociedad y cuando, por el contrario, no se efectúa ninguna política, aquellos mismos sectores se escandalizan por el supuesto déficit comercial.
Marcos Finn