Río Paraná arriba venían los franceses y los ingleses, y el combate ocurrió donde el cauce se angosta. Ellos llegaban con la última tecnología naval de las tropas europeas y, junto a los unitarios exiliados, preparaban su invasión y alentaban las conquistas de nuestros ríos para imponer el libre comercio.
No obstante, Rosas y el comandante de la defensa, Lucio Mansilla, plantaron combate con ingenio criollo: tres enormes cadenas atravesaban el río Paraná de costa a costa sostenidas en 24 barcos. La estrategia tuvo éxito. Las grandes potencias finalmente se vieron obligadas a aceptar las condiciones impuestas por la Confederación Argentina, aunque 200 patriotas dejaron la vida defendiendo la soberanía y otros 400 resultaron heridos.
Ante tamaña agresión y consecuente defensa, el Libertador José de San Martín, en carta a Tomás Guido expresó con orgullo: "Ya sabía de la acción de Obligado; ¡qué inequidad! De todos modos los interventores habrán visto por esta muestra, que los argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la boca", para agregar con tono de preocupación y advertencia, "a un tal proceder no nos queda otro partido que el de mirar el porvenir y cumplir con el deber de hombres libres, sea cual fuere la suerte que nos depare el destino, que en íntima convicción no sería un momento dudosa en nuestro favor, si todos los argentinos se persuadiesen del deshonor que recaerá en nuestra patria si las naciones europeas triunfan en esta contienda que, en mi opinión, es de tanta trascendencia como la de nuestra emancipación de la España".
Cabe recordar que el Día de la Soberanía Nacional fue instituido en 1973 por órdenes de Juan Domingo Perón y declarado feriado nacional en 2010 por el gobierno de Cristina Kirchner, quien en la oportunidad inauguró en el lugar el Monumento a la Batalla de Obligado con las siguientes palabras: “…Yo quiero saludar desde aquí a los más de 40 millones de compatriotas y convocarlos a nuevas gestas, que no va a ser necesario emplazar cadenas en el río ni cañones; será necesario despojar nuestras cabezas de las cadenas culturales que durante tanto tiempo nos han metido. Son más fuertes, más invisibles, más dañinas, más profundas que los cañonazos. Porque muchas veces nos hacen ver las cosas no con el cristal de la patria, sino con el cristal de los intereses de otros”.
Las palabras de nuestra Presidenta Cristina parecen más relevantes que nunca porque, a 168 años de la Vuelta de Obligado, las batallas a dar no son sólo políticas y económicas sino también culturales, pues es la cultura la que nos permite pensarnos como argentinos, es ella la que nos sujeta al modo de concebir la vida, a aprender la historia. Por eso es clave el reencuentro con la auténtica cultura nacional, con nuestras raíces, con el argentinismo. La reconstrucción de nuestra autoestima nacional implica reconocernos, ser capaces de organizar una sociedad con mejor calidad de vida, con dignidad e igualdad de oportunidades, con entretenimiento, arte y música.
El peronismo fue y continúa siendo una revolución cultural, porque modificó la vida de los argentinos como en ninguna otra etapa de nuestra historia. Se da aquí el reconocimiento al hombre real, resultante de la historia, la cultura y las luchas políticas del país y la región. Fue Néstor Kirchner primero y hoy Cristina, la voz que grita por aquellos pueblos oprimidos y negados históricamente, y que gracias a diferentes políticas públicas son incorporados como sujetos de derecho.
¿Por qué nos resulta tan trascendente la soberanía cultural? Porque la cultura es el escenario de vínculos; rescatar la cultura negada durante los años del neoliberalismo es nuestra próxima deuda a saldar. Debemos ser capaces de crear, junto a los hermanos latinoamericanos, nuestro propio instrumento científico, bajo nuestras conductas, valores y reglas. Dejemos de comprar teorías que vienen desde Europa o Estados Unidos, seamos los propios autores de nuestros libros, métodos, proposiciones. Tenemos que tener una soberanía cultural tal, que crear materia gris sea nuestro caballito de batalla.
La integración latinoamericana, la Ley de Matrimonio Igualitario, la Casa de la Cultura en la Villa 21, la Ley de Medios y la creación del Ministerio de Ciencia y Tecnología son alguna de las expresiones políticas y culturales de estos años. Estas políticas culturales son las que debemos seguir fomentando, peleando, sembrando, pues son éstas las que forjan la identidad de los argentinos y la que atraviesan generaciones. Tenemos que mirar al futuro, invirtiendo en argentinismo, arando el camino para las generaciones venideras, con la frente en alto, sintiendo orgullo por nuestros símbolos, nuestros patriotas, recordando que debemos ser protagonistas y productores de nuestro presente. Crear cultura política es madurar como pueblo, por lo que los argentinos y las argentinas nos tenemos que hacer cargo de esta responsabilidad, volcando el esfuerzo profesional al servicio de la Patria y a su construcción día a día.
Josela Aramburu
Instituto Gestar