11 de diciembre de 2013
Instituto Gestar

30 años de Democracia: Un valor estratégico para seguir profundizando

En este momento tenemos que guardar lugar para la reflexión, para la lectura aguda y osada de nuestro pasado. Sólo de esta forma podemos dar cuenta de la coyuntura, podemos realizar un balance que nos permita reconocer aciertos, errores, y cuentas pendientes. En fin, este ejercicio permite vislumbrar y graficar con más claridad los desafíos que nos esperan.


Los primeros años de la década del ochenta evidenciaron que si bien la recuperación democrática era un punto de partida estratégico para construir una nueva argentina, no alcanzaba sólo con esto para que las demandas populares fueran reivindicadas. El mundo había cambiado, la economía y el sistema productivo mutaban hacia una revalorización financiera que garantizaba ganancias récords con comportamientos parasitarios. Por otro lado, la geopolítica mundial pasaba de la bipolaridad, con algunos espacios para terceras posiciones ante esa disputa mundial, a un escenario de potencia única y pensamiento hegemónico sostenido por el dominio militar y económico de los Estados Nacionales que se batían en retirada.

Este contexto es más que elocuente para reconocer que la recuperación del orden constitucional era un paso estratégico pero con esto solo no alcanzaba.

Es en este marco de imposibilidad de lograr los objetivos tan deseados de la ola democratizadora, que la “política” y los partidos comienzan a ser cuestionados, y se da la tan llamada crisis de representación. La peor consecuencia para los Partidos Políticos fue exponerse a convivir con un sistema hegemónico de regresión social que tenía la conducción máxima en el sistema económico mundial y el mundo de las finanzas.

La crisis política, social y económica de los años 2001-2002, generó las condiciones para dejar a tras este proceso y pensar un nuevo paradigma donde el Estado ocupara un rol estratégico en la construcción de un nuevo proyecto nacional de desarrollo y un nuevo modelo de acumulación.

En este escenario Argentina y Latinoamérica han vuelto a reconocer al Estado como un actor central para el cumplimiento de tres funciones estratégicas: la construcción de modelos de crecimiento económicos a escala nacional; las acciones públicas para una distribución más equitativa de los ingresos, y el mejoramiento de los modelos de democracia institucional. Si bien este escenario no permite vislumbrar una vuelta a la matriz estado-céntrica tradicional desarrollada entre la posguerra (100mediados del siglo XX) y mediados de la década del 70, si hay una ruptura con el paradigma neoliberal que operó las principales reformas económicas, sociales e institucionales en nuestro país y nuestra región.

El Gobierno que inaugura Néstor Kirchner y que hoy continúa la compañera Presidenta Cristina Fernández de Kirchner marca la posibilidad de repensar cómo profundizar la democracia; ya no entendiendo que ésta se reproduce en la superestructura jurídica y simbólica del Estado, sino que hay que llenarla de contenido, poniendo por encima de todo las reivindicaciones del pueblo, entendiendo como decía Juan D. Perón que “La verdadera democracia es aquella donde el gobierno hace lo que el pueblo quiere y defiende un solo interés: El del Pueblo”.

Este es el principal elemento doctrinario que guía y guiaron a los conductores de este Proyecto, entendiendo que todo lo que hicimos, hacemos, y seguiremos haciendo tiene un solo fundamento: la felicidad del pueblo y la grandeza de la nación.

Santiago Muñiz
Instituto Gestar

 

 

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