Al momento en que Perón asumió la Secretaría de Trabajo y Previsión, el Estado comienza paulatinamente a modificar en forma sustancial su práctica, dejando de plantearse como un actor neutral para asumir la defensa de los intereses de los trabajadores. Hernández Arregui señala que “Perón logró rápidamente el sostén de un sector social hasta entonces excluido, la clase obrera de origen provinciano sin ligazones con el débil, anárquico y extranjerizante movimiento sindical de la ciudad puerto”. Pero a su vez, el peronismo al reivindicarse como movimiento nacional puso el eje en la política de lo patriótico, entendido como un interés a defender en la relación con las otras sociedades nacionales. Su carácter antiimperialista no solo marca su partida de nacimiento en la contradicción entre Braden o Perón, sino que es su sentido nacionalista lo que explica sus políticas de Estado.
Esta profunda transformación de la escena política, implicó que el peronismo se plantease, para no quedar encorsetado en el desarrollo de su proyecto, la necesidad de una profunda reforma constitucional que le permitiera sentar las bases ideológicas del proyecto económico y político de emancipación nacional, además de lograr para los sectores populares el mayor rango legal de la Nación. En este punto, apareció el jurista entrerriano, Dr. Arturo Enrique Sampay, que asumió la tarea de la ingeniería jurídica para el proyecto constitucional peronista. Un hombre que supo interpretar la necesidad de expresión de los intereses del pueblo argentino en la redacción de un nuevo pacto social constitucional, porque tenía la capacidad técnica y política para enfrentar el desafío de constitucionalizar la nueva realidad social de la Argentina peronista. Sin olvidar que contó con la capacidad política del gobernador de la Provincia de Buenos Aires, coronel Domingo Mercante, Presidente de la Convención, que piloteó políticamente la Asamblea Constituyente.
Si se observa la propuesta del jurista entrerriano y la redacción constitucional final, es posible entrever que fue Sampay el encargado de dar el debate sobre la oportunidad y pertinencia de la reforma, enfrentándose a los juristas conservadores, predominantes en los claustros y en los partidos políticos tradicionales. En este sentido, Sampay es un cuadro político y técnico que pone su formación como jurista y su experiencia política al servicio de la revolución de su tiempo, como él mismo la llamaba; con la idea de que la Constitución es un producto histórico, que está viva y que acompaña el trayecto del Pueblo hacia su propia emancipación.
De este modo, se inicia una nueva etapa constituyente en el despliegue de una Nación socialmente justa, políticamente soberana, y económicamente independiente, haciendo imperiosa la creación de un nuevo orden constitucional escrito, lo que devendría en la Constitución peronista de 1949.