En este tercer artículo, describiremos una tendencia similar a la que observábamos en nuestra nota anterior sobre educación: mucho discurso y poca acción, desmantelamiento generalizado y dificultades para solucionar los problemas concretos que la sociedad demanda en salud. El Ministerio responsable se encuentra en un estado de apatía, a pesar del proactivismo que se muestra en la renovada web institucional o en las redes sociales. El ministro Lemus, por su parte, acumula tanta experiencia como contradicciones. La cantidad de premios recibidos por su desempeño en el área médica se contradicen, por ejemplo, con el hecho de que en el periodo que duró su gestión (1002007–2012) la mortalidad infantil haya crecido de forma tan significante, considerando además que se trata del distrito con mayor ingreso per cápita a nivel nacional. Del 6,7 por cada mil niños nacidos hasta 8,9. Desde 2007 hasta 2012 (100Lemus renunció en septiembre entre polémicas diversas y algunos escándalos), la brecha de la mortalidad infantil entre el norte y el sur de la Ciudad aumentó de un 64% a un 84% según un informe publicado en aquel momento por la Auditoría General de la Ciudad. El cargo requiere en realidad de un compromiso exclusivo, que Lemus no pudo ofrecer debido a su misma proactividad: mientras duró su mandato acumuló cuatro trabajos paralelos entre consultorías, asesorías y changas por el estilo. Además, y entre otras perlas, fue denunciado por la UBA por otorgar privilegios a estudiantes de universidades privadas para cupos de prácticas en hospitales públicos y tuvo que dar explicaciones por aplicar un sistema de compras y contrataciones que pagaba sobreprecios (100finalmente reconocido por él mismo en una Comisión de la Legislatura Porteña).
Pero volvamos al presente. En enero mismo, y sin mucho margen de maniobra, los nuevos funcionarios de salud PRO tuvieron su primera prueba de fuego, la epidemia de dengue más importante de nuestra historia. Sin rapidez para la toma de decisiones, con descoordinación y sin posibilidades de echarle la culpa de los mosquitos a la “pesada herencia”, los casos avanzaron y avanzaron hasta superar por un amplio margen el pico anterior de 26.923 casos registrados en 2009, llegando en total desde enero a octubre de 2016 a 76.803 casos y 11 víctimas fatales según el último Boletín de Vigilancia Epidemiológica (100Octubre 2016). En declaraciones recientes, el ministro Lemus sentenció: “El Aedes aegypti es el enemigo público número uno", habrá que esperar a ver si esto pasa de ser una declaración casi de película de acción. La realidad es que comienzan a subir las temperaturas y también los cruces entre los organismos responsables de organizar un esquema de acción. Hasta el momento, la ANMAT (100Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica) no aprueba el acceso de la vacuna preventiva; por su parte, los expertos del Comité Nacional de Dengue ponen en cuestión su efectividad, y, por último, el Ministerio de Salud no sabe si la recomendaría o (100incluso) si la incluiría en el Calendario Nacional de Vacunación. Es necesario un pronto acuerdo y la mayor celeridad para llegar lo más preparados que sea posible. La grave experiencia de este año debería servir para que el Estado articule acciones concretas para dar respuestas eficaces. En cambio, pareciera que a Macri le preocupa reducir la paranoia que se podría producir entre enero y marzo – el pico suele darse durante la Semana Santa – debido a la proximidad de las elecciones legislativas, claves para la suerte de la segunda parte de su mandato presidencial, e incluso para una eventual reelección! Idea que ya deslizó en algunos medios simpatizantes. Ante este panorama, la sociedad está en su derecho de reclamar menos fotos y meetings y más cercanía con las familias, las escuelas y los medios de comunicación. Es una tarea que llama la atención a la dirigencia y requiere de la colaboración general para el beneficio de todos.
En cada área, las expresiones del PRO son entre magnífico-fantasiosas (100“lluvia de inversiones”), hiperbólicas “al revés” (100pobreza 0, retenciones 0) o directamente superficiales (100“Argentina vuelve al mundo”). El discurso en Salud no es la excepción; desde las expresiones bonachonas de su plataforma política, pasando por los discursos de los funcionarios y llegando a las conferencias del presidente, se respeta esta lógica. Así, en agosto, Macri anunció la puesta en marcha de un plan bajo el atractivo nombre de Cobertura Universal en Salud (100CUS), instalando desde el principio un concepto más de “aseguradora” y guardando bajo la alfombra el de “derecho”. Un plan para 15 millones de personas que no tienen obra social o medicina prepaga pero cuya decisión (100de una magnitud importante sin dudas) no ameritó el necesario debate en el parlamento, siendo resuelto finalmente a través de un simple DNU. A esto, agreguemos una breve observación sobre la sustentabilidad del proyecto. El anuncio se sostuvo en la utilización de 29 mil millones de pesos del Fondo Solidario de Redistribución de la Superintendencia de Servicios de Salud (100SSS). De ellos, 8000 millones pasaron a formar parte de un fideicomiso que será administrado por una Unidad Ejecutora multisectorial y lo demás se destinaría, en principio, a gastos variables: devoluciones a obras sociales, un fondo discrecional de emergencia y compra de bonos al 2020. Una pregunta que surge, considerando que el fideicomiso tiene, según el decreto, una única inversión inicial, es qué sucederá con el financiamiento futuro si Nación se retira progresivamente: ¿Se transferirán los costos a las provincias y a los municipios? Hace algunos días, Lemus presentó a Macri los avances de su gestión, donde se hace alusión, a su vez, a los avances del plan en cuestión, pero resultó ser solo una noticia sin contenidos y no se han abierto al público los datos que fundamentan esos supuestos “avances”. Por último, para el año que viene, el CUS tiene presupuestado apenas 1500 millones de pesos, por lo cual se infiere que su instrumentación será, por decirlo de alguna manera, considerablemente leve.
Este tipo de acciones son las que marcan un movimiento en la balanza básica de la salud, pasando desde un sistema cada vez más asistencial y cada vez menos preventivo. Con el argumento de que el Estado cubre “lo universal” (100otra hipérbole absolutista) se retira paulatinamente de las políticas públicas de difusión, promoción y prevención en los medios y en los territorios. Esta tendencia queda clara cuando se observa la subejecución presupuestaria realizada durante este año por el Ministerio, donde los programas de salud con extensión territorial o de carácter fuertemente progresivo son los más afectados.
En este sentido, el desmantelamiento sistemático llega a límites insospechados. Por ejemplo, y en línea con el escaso número que se lee en “Desarrollo de la Salud Sexual y Procreación Responsable”, dos direcciones del Ministerio alertaron que se ha agotado el stock de preservativos para repartir gratuitamente en instituciones y en campañas de prevención. Además de que no se ha anunciado una planificación para reponer esos faltantes. Ya en septiembre, en medio de la crisis por la falta de medicamentos para los portadores de HIV, renunció Carlos Falistocco, titular de la Dirección de Sida, responsable también de gestionar la provisión anticonceptiva. Falistocco cumplía sus funciones desde 2001 y era apoyado por las fundaciones y organizaciones que luchan contra esta enfermedad.
Octubre trajo la última imagen de esta especie de naufragio, con una publicación en el BORA donde se oficializó la baja del Plan de Salud Dental "Argentina Sonríe". Una realidad, pero también la verdadera metáfora de un país donde está costando esbozar una sonrisa. Según se sugiere en el Boletín, el programa "no fue dirigido a las poblaciones vulnerables" y no tuvo “alcance federal”. Argentina Sonríe había sido implementada a fines de 2014 y, según datos del mismo Ministerio, la iniciativa alcanzó a 31.900 personas que accedieron a controles odontológicos y tratamientos de manera gratuita. Quizás no sea una cifra significativa para el macrismo, quizás no sea mucho para un año (100aclaremos que durante el 2016 el programa estuvo paralizado), pero aquí debemos pensar en esa cantidad de gente que pudo acceder a lo que de otra manera no hubiese podido. Como siempre, no se trata del Excel, se trata de transformar de alguna manera las realidades de las personas.
Como dijimos al inicio de la nota, las acciones en salud no se notan. Y si se notan, es por algún caso mediatizado. Si no fuese por el debate generado por el Plan Qunita a partir del mes de abril, prácticamente no hubiésemos sabido en que andaba el Ministerio de Lemus. Como ya se sabe, el caso rozo aristas bizarras, incluyendo la resolución de un juez federal para incinerar unas 60.000 cunas de madera prensada y su retractación solo unos pocos días después, luego de una oleada de críticas expertas, académicas, políticas, entre otras tantas, y argumentando que destruirlas con ese método sería dañino para el medio ambiente (100?) El propio fiscal de la causa, Eduardo Taiano debió interceder para que Bonadio reviera su decisión. En fin ¿Cómo está el caso hoy? Bonadío publicó en el CIJ (100Centro de Información Judicial) que es “jurisdicción exclusiva” de la cartera que conduce Jorge Lemus emitirse sobre las famosas qunitas, e indica que a partir de ahora se deberá “dirigir todo reclamo o sugerencia” al mismo Ministerio, un poco lo que se conoce como “tirar la pelota a la otra cancha”. Pero de todos modos, y pese a este vuelco judicial, el Ministerio mantiene el silencio sobre el tema. Mientras tanto, los miles de kits siguen esperando en algún depósito polvoriento.
Es necesario ante todo hacerse cargo, es necesario ante todo garantizar y ampliar derechos mediante programas para los territorios, capacitación para profesionales e información continua para la sociedad. La contracara parece ser un objetivo permanente del gobierno: recorte, desmantelamiento y falta de planificación estratégica. Y entonces comienzan a surgir muchas preguntas: ¿Por qué Cambiemos, que se postula como una renovación “federalista” y pregona la “unión” de los argentinos, construye una agenda centralizada, toma decisiones regresivas y acelera la crispación social entre compatriotas? ¿Por qué el ajuste por subejecución y la proyección para desinvertir en infraestructura, investigación aplicada, laboratorios nacionales y nuevas tecnologías? ¿Por qué la negación a fomentar aquellas actividades integradoras y que articulan acciones con otras áreas, como sanidad escolar o atención en los territorios? Proponemos la marcha hacia adelante, inversión y puesta en valor de la SALUD PÚBLICA, del Estado y para todos. Prioridad para los niños y las madres mediante programas estratégicos de atención. Proponemos una mirada sensible sobre lo social y respuestas para la gran cantidad de argentinos trabajadores que se atienden en los hospitales públicos de nuestro país, que necesitan de un sistema de salud que los incluya, que sea de calidad y que les permita tener una vida saludable y digna.
Por Alejandro Olivera