por Diego Bossio, Director General de Gestar
El domingo 9 de agosto los argentinos y las argentinas fuimos a las urnas en todo el país para hacer honor a nuestra responsabilidad cívica y participar libremente de las elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias (100PASO) para elegir, entre otros cargos, los candidatos que competirán en las elecciones generales para la presidencia de la Nación.
Con sencillez y humildad, el compañero Daniel Scioli, el candidato de todos nosotros, de nuestro Frente para la Victoria, obtuvo una rotunda victoria a nivel nacional al ser favorecido por el 38,4% de los votos (100casi 8,5 millones de electores). El mensaje de nuestro candidato fue claro: continuar la senda del desarrollo forjada por nuestra querida presidenta Cristina, profundizando los logros alcanzados y realizando los ajustes necesarios para el despegue de nuestra gran Argentina, una Argentina justa e incluyente que use la materia gris de nuestra gente para aplicarla a la ciencia, a la industria, a la tecnología, al cuidado del medio ambiente, a la creación de empleo, a la realización de lo que el papa Francisco ha llamado las 3 T: tierra, techo y trabajo.
El pueblo no se equivoca, y con su voto expresa verdades que van más allá de cualquier explicación o interpretación sea académica o mediática. De la mano de Daniel Scioli, fuimos la expresión política más votada en el país, superando en casi 14,1 puntos porcentuales a nuestro principal contrincante (100Mauricio Macri) y posicionándonos muy cerca de ganar en primera vuelta en los comicios de octubre.
El tan publicitado “fin de ciclo”, que supuestamente revelaba la grieta de nuestra sociedad, se topó con la realidad, que para los peronistas es la única verdad: el Frente para la Victoria triunfó cómodamente en veinte de las veinticuatro provincias del país.
En ninguna de las provincias donde ganamos obtuvimos menos del 33% de los votos, y en casos como Santiago del Estero y Formosa llegamos a contar con el 66% y el 60,1% del apoyo popular, respectivamente. En Misiones ganamos con el 57,4%, seguida muy de cerca por Tucumán (10057,1%), Chaco (10054,7%), San Juan (10054,5%), Catamarca (10051,6%), Corrientes (10050,2%), etcétera.
Nos sentimos muy contentos por seguir siendo la clara expresión de la voluntad del pueblo, honrados y con el enorme compromiso de trabajar con ahínco para estar a la altura de las exigencias de los que siguen confiando en nosotros. Pero como en las democracias el pueblo nunca se equivoca, también es nuestro deber prestar especial atención a aquellos que no nos favorecieron, escucharlos, reconocer que tenemos que mejorar y favorecer el diálogo tendiendo puentes para acortar distancias.
Éste es el principio de nuestro espíritu profundamente democrático. Ser conscientes de que la moneda de la victoria tiene como contracara a la derrota, y ser lo suficientemente responsables como dirigentes políticos para aceptar resultados que no nos son favorables. En agosto perdimos en Mendoza por relativamente poco, mientras que en Córdoba, San Luis y CABA la diferencia fue más abultada. Pero, lejos de caer en el recurso fácil de la descalificación que tanto daño nos hace como país, desde el Frente para la Victoria tenemos la integridad moral para reconocer el valor del voto y asumimos el reto de trabajar aún más fuerte para convencer con hechos, para ganar voluntades. Eso es lo que el pueblo espera de nosotros.
La patria también reclama una mirada optimista del futuro que ponga la técnica al servicio de la patria, una mirada integradora y superadora, una mirada que escuche y comprenda, una mirada que invite a creer en nosotros, en el trabajo argentino, en la grandeza de nuestros recursos humanos y naturales, en el potencial de nuestros hijos y la realidad de nuestros jóvenes, una mirada serena que trascienda divisiones y amalgame construcciones, una mirada que nos haga crecer desde el disenso. La patria nos reclama una mirada que nos haga vivir soñando en el desarrollo de nuestra nación. ¡Esa mirada se llama Daniel Scioli, y con él la victoria es nuestra!