13 de septiembre de 2012
Instituto Gestar

Desarrollo industrial vs. ventajas comparativas

La Presidenta no tardó en poner blanco sobre negro, resaltando que las políticas implementadas desde el 2003 hasta la fecha, apuntaron a beneficiar a todos los sectores, entre los que también se encuentra el sector que representa este empresario.

Tanto la crítica como la pronta respuesta nos invitan a reflexionar sobre aspectos importantes de un debate aún no saldado, y su influencia sobre el humor de la sociedad. Me refiero al debate que se esconde tras el altercado, entre una Argentina que apuesta al desarrollo industrial y otra que acepta, de manera pasiva, el rol que le toca en la división internacional del trabajo y produce a partir de sus ventajas comparativas.

Mención aparte merece la escasa ética profesional demostrada por los medios hegemónicos que, en aras de sembrar un clima adverso al gobierno, no escatiman esfuerzos en la construcción de la noticia y están dispuestos a distorsionar la realidad con tal de conseguir su objetivo. Poner en boca de un empresario dichos que este más tarde se ve en la obligación de aclarar, habla a las claras de una operación mediática que les salió mal.

No obstante, si bien la carta aclaratoria del empresario podría hacernos pensar que sólo se trató de una operación de prensa orquestada por el monopolio mediático a fin de crear un clima de “crispación” y seguir construyendo de cara al Pueblo la sensación de gobierno mediocre e improvisado, no debemos olvidar que ya fuimos testigos de una disputa entre las partes cuando se tuvo que elegir director por el Estado para la compañía…

Retomando el debate planteado entre una Argentina industrial y otra dedicada a la simple explotación de las ventajas comparativas, cabe recordar el concepto de densidad nacional, desarrollado por el economista Aldo Ferrer. Este hace referencia a la importancia de ser «capaces de gestionar los saberes para poner en marcha procesos de acumulación y relacionarse con el mundo, de tal manera que esos cambios internos sean posibles, manteniendo el comando de su propio destino y no subordinándose a los intereses de afuera.». Este concepto no hace otra cosa que describir el círculo virtuoso al que debe adscribir toda nación que pretenda desarrollar su potencialidad en un esquema liderado por la inclusión social. Es este el concepto al que se refiere CFK cuando habla de industrializar la ruralidad y cuando invita a los 40 millones de argentinos a acompañarla.

Un ejemplo de modelo atado a las ventajas comparativas es el modelo agroexportador que estuvo vigente en nuestro país entre 1880 y 1930. Muchas han sido las expresiones de añoranza de una parte de la sociedad sobre las virtudes de ese modelo que nos permitió entrar en el primer centenario ostentando el mote de “granero del mundo”. Sin embargo, este planteo desde el vamos es sólo beneficioso para un pequeño grupo de la población y contiene en su misma concepción ribetes de exclusión que lo hacen indeseable en un modelo de país para todos.

El desafío que enfrenta este gobierno, y que enfrentamos todos los que acompañamos el proyecto nacional y popular, es crear o recrear una clase empresarial que se sienta parte del modelo, que entienda que los salarios no son sólo un costo laboral, sino que también son demanda y por sobre todas las cosas que comprendan que “nadie se realiza verdaderamente en una sociedad que no se realiza”, tal como lo decía Perón.

Martin Raposo

@martinraposo

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