16 de septiembre de 2011
Instituto Gestar

El largo camino hacia la igualdad

Un ejemplo de estas transformaciones silenciosas pero sostenidas ha sido la reforma del Estado. A partir del año 2003, por el contrario, se ha reconstruido un nuevo Estado, más dinámico, con mayor capacidad de regular e intervenir en la actividad económica y con una decidida orientación hacia la inclusión social.

La crisis mundial del Estado del Bienestar de los años 70’, en Argentina se expresa en forma contemporánea con un gobierno militar que toma el poder con objetivos muy claros en términos políticos, pero también en términos económicos. “Achicar el Estado es Agrandar la Nación”, fue una de las primeras publicidades del régimen militar. Se comienzan a desmantelar gradualmente servicios sociales esenciales, se inicia un proceso de tercerización en las empresas públicas y de apertura de sectores a la “iniciativa privada”, mientras que se fortalecen determinados resortes de política económica a fin de asegurar el proceso de acumulación financiera.

El gran golpe de gracia a la desaparición de lo que quedaba del Estado construido durante el primer peronismo lo daría la hiperinflación en 1989, la cual es interpretada por la clase dirigente como expresión de la profunda crisis del Estado intervencionista. Así, a principios de los 90’  se inicia una nueva ola de cambios que va en la misma dirección de la iniciada en 1976.

Esta reforma se concentra en las privatizaciones, la descentralización (100se transfieren los establecimientos de educación secundaria y hospitales a las provincias), la desregulación económica y la apertura hacia el comercio exterior. El Estado completa su retirada con la privatización o directamente  el cierre de la prestación de servicios básicos, incluyendo el sistema de seguridad social y el transporte ferroviario (100“ramal que para, ramal que cierra”). Bajo un discurso de modernización se aplica un programa de destrucción, desguace y abandono de las instituciones centrales del Estado Argentino con un componente ideológico muy claro, que es el neoliberalismo y su rol subsidiario del Estado en el desarrollo económico.

La crisis del 2001 sirvió, a diferencia de la del año 1989, para impulsar un cambio de rumbo que se materializa con el nuevo gobierno a partir del año 2003.

El Gobierno Nacional que asume el 25 de mayo de 2003, se hace cargo de la conducción de un Estado extremadamente debilitado como consecuencia de décadas de políticas neoliberales que esencialmente reniegan de la actuación estatal.

Néstor Kirchner con una serie de medidas tomadas luego de asumir la Presidencia de la Nación, da una clara señal de recuperación del poder presidencial y así se comienza a valorizar, muy gradualmente, la capacidad de la política para derrumbar obstáculos que se consideraban insalvables. La conformación de una Corte Suprema de Justicia intachable y la aplicación de una política de derechos humanos que recupera la memoria, la justicia y la verdad, son decisiones fundamentales en este sentido. Porque la Corte Suprema de los 90’ y las Leyes de la impunidad habían sido paradigmas de una política servil, que “administra” los problemas pero que no los enfrenta.

Algunas medidas tomadas más adelante, ya en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner ponen de relieve la posibilidad de derrumbar poderes fácticos ilegítimos que frenaban nuestro progreso como sociedad. Las leyes de Medios, de Reforma Política y de Matrimonio Igualitario convierten nuevamente a nuestro país en líder en la región en la profundización de la democracia y el reconocimiento de derechos civiles.

En paralelo, se mejora en forma sustancial la eficacia de organismos claves del nuevo modelo, como ser la Administración Nacional de Seguridad Social y la Administración Federal de Ingresos Públicos y se recuperan empresas públicas que habían sido privatizadas.

Para llevar a cabo políticas de inclusión social es imprescindible contar con un Estado fuerte. Lo inverso, sin embargo, no es necesariamente cierto. En diversas situaciones tuvo la Argentina un Estado poderoso pero al servicio de élites gobernantes.

El proyecto en el año 2003 comparte con el período del primer peronismo (1001946-55) los objetivos complementarios de forjar un Estado con autoridad y capacidad de gestión,  y que estas renovadas capacidades estuvieran volcadas hacia el beneficio de las mayorías. Las políticas públicas en todos los ámbitos se evalúan a partir del año 2003 en términos de favorecer la inclusión social y promover la igualdad. Como dijo la Presidenta: “Hace doscientos años pelearon por la libertad, ahora vamos por la igualdad”.

Roberto Arias

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