4 de noviembre de 2011
Instituto Gestar

El rol del ENARD en los juegos panamericanos: el deporte como política de estado

 

En la segunda  y tercera edición de los juegos -México 1955 y Chicago 1959- la Argentina finalizó segunda y, desde entonces, su performance ha sido ecléctica hasta la crisis de 2001, tras la cual se experimentó una notable baja en los números del medallero final argentino. En los juegos de Santo Domingo 2003, la Argentina obtuvo 16 medallas de oro, 20 de plata y 27 de bronce; cuatro años más tarde, en Río de Janeiro, nuestro país ofreció una de sus peores actuaciones, alcanzando solamente 11 medallas de oro, 16 de plata y 33 de bronce.

¿Qué es, entonces, lo que nos hace calificar este último resultado alcanzado en Guadalajara como histórico? Es la evidencia de una recuperación, la superación del deporte argentino de las viscisitudes de la crisis y la política de estado que fue su artífice y protagonista. El deporte es pasión, talento y sacrificio. Sin embargo, la frialdad de las matemáticas asoma en la medición de los resultados -la sumatoria aritmética de las medallas conseguidas- y en la correlación evidente entre presupuesto y performance. La pasión, el talento y el sacrificio, siempre presentes en el deporte nacional, necesitan ser compensados por infraestructura, dedicación exclusiva de los atletas y entrenamiento profesionalizado de alto rendimiento. Por ello, se torna imposible no establecer un fuerte vínculo entre la mejora de los resultados argentinos y una medida de política deportiva: la creación del Ente Nacion de Alto Rendimiento Deportivo (100ENARD). Dicha ligazón es tan díafana que incluso pudo advertirse en los sendos agradecimientos de los atletas, que entre la emoción y el recuerdo de sus familias, colegas, entrenadores y amigos, agradecian también por sus conquistas a aquella institución, que sentó las bases para conseguirlas.

El ENARD surgió de una iniciativa legal presentada por el Poder Ejecutivo en 2009, y aprobada para fines de ese año por ambas Cámaras del Congreso de la Nación. La Ley N°26.573, que dio origen a su creación, establece como funciones del ente la asignación de becas deportivas y de subsidios; la solventación de honorarios para entrenadores y técnicos de alto rendimiento; la contratación de especialistas de ciencias aplicadas al deporte; el apoyo económico para la organización de competencias nacionales e internacionales; el garantizar la cobertura médica de los deportistas, técnicos y entrenadores; el mantenimiento del laboratorio nacional de control de doping; la toma de medidas conducentes al apoyo al deporte paraolímpico y la implementación de planes, programas y proyectos relacionados con la actividad deportiva. En síntesis, el ENARD tiene por función convertirse en un centro de alto rendimiento que permita a los atletas olímpicos y paraolímpicos dedicarse exclusivamente a su actividad y contar con la infraestructura necesaria para la realización de esta. El presupuesto de esta institución, por otra parte, proviene, según dispone la legislación, de un impuesto de 1% sobre los servicios de telefonía celular netos de I.V.A., lo que equivale a un total aproximado de 200 millones de pesos anuales: cifra inédita en los últimos tiempos para el deporte argentino.

De todos modos, la aparente frialdad de los guarismos del presupuesto y el medallero no debe hacernos olvidar que el deporte es mucho más que el mérito de la conquista, es un proceso social que educa, contiene y socializa a la juventud, el sector más vulnerable de la sociedad y el que constituye el futuro del deporte y de la nación. Por ello, la política de estado deportiva que ha sido llevada a cabo por el gobierno nacional que, en otro síntoma de inclusión, fomenta especialmente el deporte paraolímpico, debe ser celebrada tanto o más que cada conquista deportiva. Después de todo, un futuro de progreso para nuestra nación es el premio más importante que la Argentina puede conseguir.

 

Camilo José Carballo


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