El tiempo juega en el pensamiento de Perón en su concepción de la historia, en la adaptación de la doctrina y en el arte de la conducción política.
El sentido de la historia para el peronismo es la evolución, que se da de unidades menores a unidades mayores, de la familia al universalismo y que impacta sobre la organización económica y social.
Las revoluciones constituyen en esa perspectiva una adaptación de los distintos sistemas a la acción implacable de la evolución y sus ingredientes “son siempre dos: sangre y tiempo. Si se emplea mucha sangre se ahorra tiempo; si se emplea mucho tiempo se ahorra sangre. Pero siempre es una lucha. Nosotros preferimos usar el tiempo: no gastar sangre inútilmente”. Esto es así porque hay factores que resisten que los sistemas se adapten a la acción evolutiva y es por eso que a estos factores se los llama reaccionarios.
El justicialismo, que nace en la mitad del siglo XX, en la Era de los Estado-Nación, tiene en su mirada de mediano plazo el continentalismo, la etapa que vivimos (100Mercosur / Unasur), y en el largo plazo el Universalismo. Por eso Perón, solía decir que “Nuestra tarea es obra de generaciones”.
Para enfrentarnos con los nuevos escenarios y actuar sobre ellos, los peronistas contamos con los principios inmutables de nuestra Doctrina, que todo gobierno justicialista debe aplicar, como lo han hecho Néstor y Cristina desde el 2003 y queda revelado en el libro “Tres banderas, una gran Argentina” de Gestar, y que se manifestó acabadamente en la inmensa demostración de amor que el Pueblo tributara en la despedida a Néstor Kirchner y en el alto nivel de aceptación del Gobierno de Cristina. Las formas de ejecución de nuestra doctrina también reflejan el sentido del tiempo pues fueron definidas por el propio Juan Perón como “las monturas adecuadas para cabalgar los cambios y adaptarse con éxito a los mismos”.
En su célebre Manual de Conducción Política, el fundador del Movimiento decía que para comprender la conducción es necesario ubicarse en las condiciones de tiempo y de lugar y cuando explicaba su principio más importante, el de la economía de las fuerzas, volvía sobre el tema señalando que consistía en definir el objetivo, dominarlo en el lugar oportuno y en el tiempo en que la decisión se toma.
Todos los peronistas hemos asistido en estos días al mejor ejemplo del sentido del tiempo en el ejercicio de la Conducción Política, concretando en una sola acción política las tres dimensiones de la temporalidad a que hace referencia Perón: el anuncio de la candidatura a la reelección de la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner.
En su discurso dejó claro que tenía definido el objetivo y que esperaba anunciarlo en el momento oportuno, lo hizo en el marco de un anuncio de gestión que expresa casi como ningún otro el nudo central de las contradicciones actuales, que es por la democratización de la palabra publicada y contra cualquier tipo de monopolio. En el cierre puso de manifiesto una solución para el problema central que planteó Perón para “Todo movimiento político como el peronismo lleva implícito un problema generacional: es imprescindible realizar paulatinamente y en su justa medida la renovación de sus cuadros dirigentes” y asumió que su Conducción será “un puente entre las nuevas generaciones y las anteriores y como yo, que tomamos la posta de otros y seguimos adelante para construir esta Argentina que estamos viviendo entre todos”.
Cristina Fernández será Presidenta por un nuevo período porque la contundencia de una gestión al servicio del Pueblo se traducirá en un acompañamiento masivo a las listas del Frente para la Victoria, que el Partido Justicialista construye con otras fuerzas políticas afines al proyecto, pero su Conducción expresa algo mucho más importante: la certeza definitiva de que la Política es una herramienta para que el Pueblo organizado libere definitivamente a la Patria y construya una para todos y todas, con muchos otros que vienen de otros lugares, de otras historias y tradiciones, pero templados con los ideales perennes de Perón y Evita.
Comprometidos con una Gran Argentina.
Pablo del Valle