5 de octubre de 2012
Instituto Gestar

Estados Unidos en la disyuntiva

 

La sociedad estadounidense, profundamente dividida por la persistencia de un alto desempleo y lenta recuperación de la crisis, enfrenta una opción clara: apostar por la reelección del Presidente Obama y dar el espaldarazo al gobierno como ente regulador y promotor de la actividad económica o caer en las garras del argumento liberal de los republicanos y condenarse a años de sufrimiento en pos de una falsa “austeridad expansiva” cuya inutilidad la evidencian perfectamente todos los países de Europa a la deriva pese a ser los alumnos destacados del neoliberalismo financiero.

La brecha ideológica que separa a los demócratas de los republicanos es enorme y lo que realmente está en juego no es el color del partido que va a llegar a la Casa Blanca sino dos modelos de redistribución de la riqueza con obvios ganadores y perdedores. Se trata de un enfrentamiento que supera plataformas políticas superficiales y evidencia una feroz lucha caracterizada por un apetito rapaz de los republicanos por seguir enriqueciéndose a costa de la pobreza del resto de la población.

Los demócratas tradicionalmente han favorecido gobiernos de enfoque keynesiano que garanticen una redistribución más justa del ingreso entre los distintos segmentos de la población. Los republicanos, por su parte, defienden el libre mercado y sostienen que el gobierno limita las libertades individuales y obstaculiza el despliegue del espíritu empresarial estadounidense, por lo que según ellos hay que recortar los impuestos de los ricos para que abran empresas y generen empleo.

En este contexto de ánimos caldeados, ambos candidatos se vieron las caras la noche del miércoles en el primero de tres debates presidenciales y, como era de esperarse, los ataques volaron de un lado para otro: con el Presidente Obama expresando preocupación por los desamparados y menos favorecidos que se quedarían afuera del sistema si se recorta el gasto gubernamental: “La magnitud de los recortes impositivos de los que habla (100dirigiéndose a Romney) … terminarían resultando en graves restricciones, pero lo más importante es que no nos ayudarían a crecer”, dijo.

La opinión de los medios estadounidenses es que el Sr. Romney derrotó a Obama, debido a que éste demostró falta de convicción y fuerza en sus respuestas. Pero lo importante a destacar es que más allá de la algarabía que rodeó al tan esperado evento televisivo, el candidato republicano siguió mintiendo abiertamente con propuestas de política económica que se apegan fielmente a la retórica del ala derecha sobre la “necesidad imperiosa” de reducir el gasto y equilibrar los déficits en franca indiferencia al sufrimiento de los sectores más postergados (100esto es, la clásica receta del FMI y demás organismos financieros internacionales).

“El presidente (100Obama) tiene la visión … de que sería bueno tener un gobierno más grande, gastar más, cobrar más impuestos, regular más … pero esa no es la respuesta correcta para Estados Unidos. ¡Restauraré una vitalidad que ponga a trabajar nuevamente a Estados Unidos!”, afirmó el candidato republicano.

El Sr. Romney apela a una base electoral a la que poco importa la solidez de los argumentos presentados. Es una base de votantes fanática e ignorante que parece obviar el hecho de que la Oficina Presupuestaria del Congreso de Estados Unidos, una organización apartidista sumamente reconocida por su imparcialidad, encontró que el plan de ajuste fiscal presentado por el Sr. Romney es una imposibilidad matemática llena de lagunas y carente de detalles. Los demócratas le han exigido que profundice más en el tema, pero no ha habido respuesta simplemente porque no la puede haber. Como buen esbirro del capital internacional, sus mentiras tienen patas cortas y ahora ya no puede dar marcha atrás con su falsa perorata.

En palabras de The New York Times, “el Sr. Romney simplemente quiere restaurar los recortes fiscales de la era Bush (100otro republicano) que expiran a finales de este año y que en gran parte benefician a los ricos … sólo a los que tienen propiedades multimillonarias, con un costo de más de un billón de dólares en una década”. Y la pregunta es: ¿Dónde quedó la preocupación de Romney y sus amos financieros por la consolidación fiscal y equilibrio presupuestal?

Como se mencionó desde el principio, los resultados de estas elecciones son importantes porque tienen el potencial de marcar el ritmo de la recuperación del Coloso del Norte, con sus efectos de arrastre sobre las demás naciones industrializadas y emergentes. Pero también, de resultar reelecto Obama, marcarían el éxito de la sensatez sobre la sinrazón, de la verdad sobre la mentira, y sería una victoria moral y emblemática para los modelos de crecimiento endógeno y fuerte participación gubernamental como el que encabeza en la Argentina la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner. ¡Veremos qué pasa en los siguientes debates!

David Chagoya

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