Se inició el 25 de Mayo de 2003, un proceso de transformaciones políticas, económicas, sociales y laborales que permiten ir superando progresivamente los cuellos de botella que impedían el desarrollo, la inclusión y la igualdad. Este es, al decir de nuestra Presidenta Cristina, justamente EL TIEMPO DE LA IGUALDAD, que significa que tengamos las mismas oportunidades, todos los habitantes de esta Patria.
Es desde arriba, desde la conducción política del aparato del Estado que se comenzó a modificar el modelo económico neoliberal implantado y se pasa a un modelo nacional, popular, desarrollista y centrado en consolidar el mercado interno para hacer más competitiva la propia economía argentina a nivel internacional.
Se jerarquiza el rol del Estado como «organizador de los mercados»; se dan sucesivas concertaciones sociales y se adoptan medidas del Poder Ejecutivo para mejorar los salarios y disminuir la desocupación.
Se avanza fuertemente en la profundización de este Modelo Peronista, enarbolando las banderas de la Inclusión y la Justicia Social (100…»donde hay una necesidad, existe un derecho»), con programas de alto impacto social y económicos, como la Asignación Universal por Hijo; Asignación Universal para madres embarazadas; la Moratoria Previsional, que además de incluir a bastos sectores de la sociedad que venían siendo postergados, significan una inyección al consumo interno fenomenal; generando demanda agregada.
Otro programa de vanguardia que merece especial mención, es el Conectar Igualdad, donde el Estado Nacional, a través de la ANSES, entrega un computador a cada alumno y docente de las escuelas secundarias públicas, afianzando fuertemente la educación, constituyendo el Programa de este tipo más importante en el Planeta. Achicar la brecha digital e invertir en el capital humano nacional, son sus logros inmediatos.
La economía sigue creciendo velozmente, con un promedio del 9% anual. Algo inédito en la historia económica.
La productividad media del trabajo aumenta. La economía en general, ha crecido sostenidamente desde 2004 y seguirá haciéndolo en los próximos años, pero debemos tener en cuenta que el crecimiento económico, por sí, no genera progreso social, es el Estado el que debe aparecer para generar mejor producción y distribución de riquezas.
En adelante, para esta nueva etapa de la democracia, que cumplió 27 años de continuidad, hay que proceder a una profundización de políticas y de muchas estructuras, y para eso debemos exigir que nos dirijan políticos con mentalidad nueva, sin rémoras y sin subordinaciones a intereses que, a estas alturas, ya no son tan decisivos e imponentes ni dueños de toda la verdad y del poder como antes.
Nuestra joven democracia debe seguir avanzando hacia el mejoramiento de la calidad de las instituciones democráticas.
Gobernantes que originan su poder en el voto popular y que gobiernen para el Pueblo, que sean eficientes, que admitan el control de gestión, y el consenso como elemento superador, acompañados de una oposición constructiva, que aporte desde el debate y la propuesta y no meramente denuncista es lo que necesitamos.
Reivindicar el rol de la Organizaciones Libres del Pueblo y seguir recuperando la representatividad de los Partidos Políticos para que no sean meras herramientas electorales, y se conviertan en un espacio de contención política, de generación de debates, de proyectos, de planes de Gobierno, de Escuelas de Formación de cuadros dirigentes.
Además debemos asociar los medios de producción con el conocimiento para el cambio.
Trabajar por una Argentina reindustrializada para lograr equilibrios sociales y territoriales, promoviendo con fuerza al empresariado y la industria nacional.
Es una tarea lenta, intensa, pero necesaria, reconstruyendo las fuerzas políticas de este sector nacional y popular, cuyo termómetro político se lo marca la gente, no los medios, los entornos, o los poderes económicos. Un gran mérito.
Seguir concibiendo un Movimiento Nacional Popular, amplio y representativo de las mayorías, que sirva de sustento político, ideológico, que ayude a seguir profundizando las transformaciones encaradas para saldar la deuda social, y sea la revolución desde abajo, la del Pueblo, que debe legitimar con su acompañamiento los logros conseguidos, que sin dudas en octubre con las elecciones presidenciales, se dejará en claro este aval popular.
Un gobierno es lo que la fuerza política que lo lleva es.
Los jóvenes estamos llamados a ser protagonistas en este tiempo de recuperación de la autoestima, de la conciencia política, la identidad y LA MÍSTICA.
Vamos para adelante. Gracias Néstor!
Raul Ferrazzano