La coyuntura económica y política actual exige necesariamente una mirada analítica sobre la situación que atraviesa nuestra economía, a partir de las condiciones dadas por el gobierno anterior y las recientes medidas que ha tomado el gobierno actual.
En primer lugar, antes de avanzar en un enfoque propositivo, es preciso realizar una descripción sobre la situación en la que nos encontrábamos a fines del 2015, los desequilibrios que se evidenciaban en materia de política económica, como así también, las ventajas económicas existentes, las cuales significaban un activo importante para encarar los cambios que la realidad imponía efectuar.
En el inicio del nuevo Gobierno había tres alternativas de política económica para encarar las correcciones: shock, financiamiento de desequilibrios o reacomodamiento gradual.
La opción oficial fue un híbrido. Se tomaron medidas de shock, para eliminar retenciones, unificar el tipo de cambio, autorizar la libre compra de dólares y pagar a los fondos buitre; para determinar una profunda suba de tarifas, entre otras. Y, al mismo tiempo, se mostró activo para conseguir financiamiento externo.
Las consecuencias de todas estas medidas fueron una mayor suba de precios y una caída en el poder adquisitivo y el nivel de actividad económica, incluso superior a la que inicialmente se podía estimar.
Luego, es necesario pensar en cuáles eran los aspectos que se tendrían que haber contemplado, para hacer que las correcciones realizadas tuvieran un impacto no tan negativo, haciéndolo más llevadero social y políticamente.
El escenario económico actual proyectado para 2016 implica una decisión de dar señales pro-exportación, pro-oferta de servicios públicos y, eventualmente, pro- inversión; una intención de mostrarse más activo en los mercados de capitales internacionales; en definitiva lo que se busca es dejar la impronta de una nueva etapa pro-mercado.
Se está muy lejos de los lineamientos del modelo competitivo productivo de los años 2003-2008, que posibilitaron la fuerte recuperación de la economía argentina luego de la crisis del 2001.
El manejo del actual gobierno lleva a muchos analistas y políticos a calificar que está primando el dogmatismo y que hay poca flexibilidad política. Asimismo, las encuestas empiezan a mostrar cierto descontento y es por ello que no hay que descartar modificaciones en la política económica.
Leé el documento completo: “Hacia dónde va nuestra economía”.