3 de febrero de 2014
Instituto Gestar

Hasta siempre Turco

Fue un hombre con gran agudeza para comprender la realidad, para adecuarse al problema existente en cada tiempo. Su permeabilidad a la hora de escuchar otras voces le permitió aceptar otras ideas y hasta cambiar sus formas de pensar. El Turco supo hacerlo, supo interpretar la necesidad de su pueblo; no es lo mismo ver pobreza y hablar de ella que comprometerse con erradicarla. Obeid internalizó los problemas, comprendió lo que sentía el pueblo de su provincia y le dedicó su vida política. Militó hasta su último aliento por una Santa Fe mejor.


Hay, sin duda, diferentes maneras de ejercer la función pública. Éstas nos definen; puede ser desde la nobleza o simplemente desde un lugar egoísta para mantener privilegios. Obeid lo hizo desde la coherencia, desde la convicción, desde la pura pasión y entrega absoluta por la misma. Existen muchas anécdotas que lo definen de cuerpo entero: era un hombre que jamás dejó de ser un vecino más, un hombre común en cualquier fila de banco, de una oficina pública, un hombre que jamás dejó de caminar las calles de Santa Fe como uno más entre todos, sin marcar distancia del otro.

Fue un gran político, un hombre que al mirarse al espejo jamás dejó de ver quien era, un hombre que apasionadamente gobernó la provincia de Santa Fe haciéndonos grandes desde el ejemplo, dejando a ésta en una situación muy buena. Él siempre creyó que la política era una herramienta vital, decisiva quizás, y siempre fue más allá, mucho más allá, gracias a su pasión por ser cada vez mejor, por no perder su conexión con la realidad, por no perder la felicidad de su gente.

Nos dejó un hombre sabio, un luchador apasionado, un militante inclaudicable, nos dejó un Peronista que defendió a fuego la doctrina a través de su gestión. Nos dejó un hombre que cuando nos hablaba mostraba la fuerza que todos los Peronistas debemos llevar en nuestro corazón para poder sentirnos militantes. Nos dejó Jorge Alberto Obeid, o simplemente el Turco. Hasta siempre Compañero.

Mariano Miranda
 

 

 

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