20 de septiembre de 2016
Instituto Gestar

«Hay un cambio de ciclo y se vuelve a viejas recetas neoliberales que ya han fracasado»

En el marco de la reorganización de nuestro movimiento, conversamos con dirigentes de todas las provincias para conocer su opinión sobre el contexto actual y el futuro del país. En esta ocasión nos recibió Jorge Taiana, presidente del Parlasur.

Gestar: ¿Cómo evaluás el gobierno de Cambiemos en estos primeros nueve meses?

Jorge Taiana: El Gobierno Nacional está cumpliendo nueve meses en estos días y me parece que ya es un tiempo suficiente para que podamos ver la marcha  y la orientación. Para decirlo    de manera breve entiendo que el gobierno ha agravado las dificultades que tenía la Argentina. Ha sido peor el remedio que la enfermedad y me parece que sobre todo tiene una orientación que ya es conocida y que se base en una masiva transferencia de recursos de los sectores más humildes, trabajadores y pequeños empresarios o propietarios a los sectores de mayor concentración de ingresos y apuesta a un modelo a mi entender tradicional de la Argentina, que es esa visión de un país que empujado por su sector agrícola, que obviamente es extraordinariamente competitivo, se inserte en el mercado mundial con poca transformación de sus materias primas y dejando de lado el desarrollo industrial y también haciéndole perder importancia relativa  al mercado interno, cosas que creo que son serios errores. El resultado: estamos en recesión y la misma se va a extender por lo menos durante todo el segundo semestre del año. Tenemos una caída del ingreso real obvia, hay un aumento de la  desocupación y sobre todo de la subocupación, hay un deterioro de los sectores de la economía popular, que son los que primero sufren la crisis. Este año vamos a tener un crecimiento negativo y la inflación ahora está empezando a bajar, pero vamos a tener un año con más del 40%, lo que es una cifra altísima, pero sobre todo está bajando a costa de una profunda recesión. En ese escenario creo además que se está agudizando la situación de las economías regionales que tenían dificultades, pero que ahora se han agravado.

En resumen, en términos socioeconómicos creo que el gobierno no está gobernando para todos, ni está logrando resultados positivos. Hay además una serie de problemas de gestión evidentes y ciertamente es un escenario internacional que no es muy favorable para la Argentina tampoco.

Desde el punto de vista político el gobierno mantiene un nivel de aceptación relativamente importante en la sociedad; ha ido perdiendo adhesiones ciertamente, pero me parece que todavía un sector importante de la sociedad tiene el deseo de que las cosas mejoren, y no quiere perder la esperanza. Por lo tanto, se mantiene todavía una carta de crédito en muchos sectores, aunque es evidente, como lo indican todas las encuestas que hay una creciente oposición. Basta ver la calle para darse cuenta como ha crecido la oposición de los sectores populares a los resultados de las políticas económicas que lleva adelante el gobierno.

G: A millones de personas al consumo y a una vida digna. Esto se replicó en varios países como Ecuador o la Argentina obviamente. El peronismo pareciera que en este contexto es como una máquina de fabricar antiperonistas, generamos un movimiento de ascenso social, cuando esos sectores populares se incorporan a mejores condiciones de vida suelen ser ganados digamos por una cultura, por un discurso, una concepción que termina redundando en votar alternativas que no son aquellas que les permitieron conseguir esas mejoras. ¿Esto por qué se produce?

JT: Es cierto, se avanza y se logra sacar a millones de personas de la pobreza y darle oportunidades, pero eso tiene que estar acompañado de una serie de elementos que hagan el proceso completo completo. No hay que servir solo un plato de comida, además hay que dar los cubiertos, la mesa donde sentarse, las sillas, es decir mucho de ese ascenso no estuvo acompañado del desarrollo sobre todo de los servicios adecuados para llevarlo adelante. El ejemplo más notorio fueron las movilizaciones del 2013 en Brasil, donde millones de personas salían aparentemente sin una orientación política a quejarse sobre la situación, pero por qué se quejaban? Porque los transportes estaban mal, la educación estaba mal, la salud estaba mal, es decir una cosa es sacar de la miseria o de la pobreza extrema a millones de personas y otra cosa es poder darles los servicios de calidad que las mismas inevitablemente demandan. Creo que en eso casi todos los gobiernos nos quedamos cortos, o nos faltó tiempo, o se produjo un desajuste entre el generar un cierto bienestar económico cotidiano con el desarrollo de los servicios adecuados para esa nueva clase media. Ese me parece que es un problema estructural que en general hemos tenido dificultades en resolver los gobiernos populares.

Por otra parte me parece que también hay una necesidad de un cambio político. Muchos de esos cambios y esa primera etapa de los gobiernos populares son procesos que tienen una fuerte impronta estatista y que son conducidos desde el ejecutivo por figuras de fuerte desarrollo carismático. Pero en la medida que se va mejorando las condiciones de vida de los sectores medios, estos también reclaman un nivel de horizontalidad, de información y de participación en las decisiones que no son los mismos de la primera etapa. Y da la impresión que ha costado entender esta nueva demanda de participación política de la sociedad.

Creo que haber salido de la lógica de los gobiernos neoliberales estuvo muy bien y lo hemos apoyado, pero eso es solo una primera etapa. Tuvimos un déficit en hacer comprender a la sociedad la necesidad de profundizar un modelo de desarrollo sustentable, equilibrado regionalmente, con integración y que sea percibido como un camino que hay que recorrer. Repito, en todos nuestros países tuvimos éxito y alto crecimiento económico y sin embargo en muy pocos pudimos modificar la matriz productiva, la concentración de la misma y su extranjerización. La Argentina hoy está más concentrada y más extranjerizada que quince años atrás en su estructura productiva, lo cual demuestra que el tipo de desarrollo y el tipo de revolución tecnológica que estamos viviendo no facilita ni la democratización ni la mejor distribución de la riqueza, como tampoco permite una mejor distribución de la producción, ni geográfica ni espacial ni socialmente.

G: Perón planteaba que la masa dejaba de ser masa cuando tomaba conciencia política. Durante décadas en la región existía una conciencia política, cuanto menos una conciencia de clase de los trabajadores y algunos casos en un salto evolutivo hubo etapas en donde hubo una conciencia nacional incluso. Hoy pareciera que nada de esto ocurre en nuestros países. ¿Vos cómo lo ves?

JT: Respecto a si vivimos una conciencia nacional o una conciencia social como tuvimos tradicionalmente en el peronismo, o si la misma está en crisis o ha desaparecido en la Argentina o en otros países. Yo no soy pesimista, creo que primero es un momento de enormes cambios, cambios incluso en los sujetos sociales; el rol de la clase trabajadora organizada no es el mismo hoy que hace cuarenta o cincuenta años. Ayer estaba en una reunión y repasaba el art. 14 bis de la Constitución Nacional, el cuál enumera una serie de derechos muy importantes, pero que presuponen una sociedad con pleno empleo, con trabajo en blanco y con trabajadores con todos los derechos. Eso no existe más. Y el modelo de desarrollo tiende a generar pocos puestos de trabajo, en general de alta calificación y buena retribución junto a un gran número de puestos de trabajo de muy baja productividad, muy baja calificación y sin ninguna protección. Por eso se desarrolla el espacio de la economía popular que tiene que auto inventarse sus puestos de trabajo. Si se observa la reunión que se realizó en la CGT, entre su consejo directivo y las organizaciones sociales que se ocupan de la economía popular se aprecia una de las primeras respuestas de tratar de juntar estos nuevos sectores de los trabajadores que tienen prácticas y condiciones que son muy diferentes, y volver a unificar esas propuestas obviamente lleva un tiempo, lleva trabajo y lleva a hacerse cargo de una nueva visión de la realidad. Creo que ese es un cambio muy importante, que estamos procesando y que en la medida en que no le encontremos una respuesta adecuada, obviamente los sectores de poder más concentrados, más hegemónicos y los grandes medios, que tienen un papel muy importante en la generación de opinión avanzan y consiguen resultados, y consiguen opinión pública a favor. Ese es un hecho que no podemos desconocer. El triunfo de Macri en la segunda vuelta es un  hecho verdaderamente histórico, es la primera vez que la derecha en la Argentina logra alcanzar el gobierno por medios legítimos con su partido y con su propuesta. Esto no había sucedido nunca. Habían llegado siempre por fraude, por golpe de estado o cooptando dirigentes de origen popular. Ese hecho muestra que tenemos que hacer una reflexión crítica para ver en qué nos ha faltado. Fíjense ustedes qué curioso. La fuerza que nos derrotó electoralmente se llama "Cambiemos", y el cambio es el símbolo de los que luchan por la justicia social, porque partimos de la base de que no vivimos en una sociedad justa y que tenemos que transformarla y cambiarla. Y el símbolo del cambio, en lugar de estar de nuestro lado, fue el símbolo de aquellos que en realidad quieren mantener las diferencias y las hegemonías más conservadoras en nuestra sociedad.

G: La década pasada vimos como se incorporaban los nuevos gobierno que de alguna forma constituyeron un eje que permitió algunos intentos de desarrollo económico regional. la creación de algunos organismo políticos comunes a los países de la región. En la actualidad pareciera que el péndulo va para el otro lado y que estos gobiernoçs van cediendo terreno y aparecen opciones más de centroderecha. esto parece un mal endémico de latinoamérica porque se repite constantemente. ¿Cómo lo ves? ¿Cuáles son las causas de que esto ocurra en el continente?

JT: Creo que hay varias razones que explican la evolución política que en esta década y media del siglo hemos tenido en la región. Por un lado hubo una fuerte reacción en cuanto a los resultados de las políticas neoliberales de reapertura, desregulación y privatización que se desarrollaron sobre todo en los últimos veinte años del siglo pasado. Frente a los resultados de ese proceso hubo en muchos lugares, y en la Argentina ha sido muy notorio, reacciones populares y cambios políticos. Estos nuevos gobiernos, que fueron denominados nacionales, populares, progresistas, de izquierda, populistas, como uno quiera llamarlos, lo cierto es que tuvieron en común dos o tres cosas. Buscaron formas de agilizar la democracia incrementando la participación política, favoreciendo las movilizaciones y la participación popular y en lo económico básicamente se salió del modelo neoliberal. O sea, se recuperó un rol para el Estado y para la demanda interna. Por eso se puso el acento en la generación de empleo y en el desarrollo de la propia industria. Eso fue acompañado desde el punto de vista político por una búsqueda y un logro de una mayor autonomía de decisión frente a las grandes multinacionales y a los grandes poderes políticos que en el caso de esta región es indudablemente Estados Unidos.

Ese proceso se dio además en un momento de auge de la economía mundial. Se logró sacar de la pobreza a millones de personas en la región, se consiguió la recuperación de parte del tejido industrial, que en el caso de la Argentina, estaba muy dañado después de los años de una apertura indiscriminada y de la crisis tremenda del 2001/2002. Se pudieron sentar bases políticas y económicas para avanzar en la integración y de alguna manera se cumplió un ciclo, lo que implica definir una segunda etapa, que consistía en la profundización de ese proceso, y creo que en esto ha habido deficiencias en general en la región acerca de, obtenidos estos objetivos básicos, mínimos, como se continúa, como se profundiza, como se sigue el proceso de transformación, cómo se sigue con un modelo de desarrollo. Por ejemplo, en el caso de la distribución es muy interesante ver que mientras en el mundo creció la desigualdad en nuestra región logramos disminuirla. Pero la disminución de la desigualdad se obtuvo a través de la redistribución del ingreso, es decir, de cómo el producto de esa actividad económica se distribuye. Pero no se consiguió modificar la matriz productiva, esta sigue siendo sumamente concentrada y muy extranjerizada. Queda pendiente cómo profundizar y enriquecer un modelo de desarrollo que sea adecuado para nosotros y que de garantía de sustentabilidad.

En la actualidad hay un cambio de ciclo. García Linera dice que no hay que hablar de ciclo sino de ola, porque las olas son más cambiantes, y van y vienen. Lo cierto es que efectivamente hay un ascenso de la centro derecha y un retorno de muchas de las posiciones tradicionales del aperturismo y de la confianza en el comercio y en el mercado mundial, como así también en la fuerza del capital y de las grandes empresas. Creo, sin embargo, que se enfrentan a una situación bastante compleja, porque lo cierto es que, en el caso de la Argentina, uno escucha los discursos de las autoridades, y del mismo presidente Macri, que va al G20 y habla a favor del comercio mundial y de la apertura económica, pero lo cierto es que lo que estamos viviendo en el mundo no es un proceso de apertura como el que se vivió en los 90. Al contrario, hay cada vez más restricciones al comercio, más dificultades y la tendencia al proteccionismo se va acentuando. Por lo tanto, los reclamos, por ejemplo, de apertura de los mercados agrícolas europeos, que es un reclamo tradicional de la Argentina, parece mucho más lejos de cumplirse hoy que hace diez años. Así, esta nueva etapa o este auge de la centroderecha funciona un poco como reacción, pero entiendo que no tiene mucha base en la situación de la economía internacional y del comercio mundial como para plantearse ser muy exitosa.

G: ¿Qué visión tenés en relación a la gestión del macrismo y de Rodriguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires?

JT: La verdad es que la ciudad de Buenos Aires no está como merece. Es una ciudad que tiene una enorme riqueza y que gozó durante la administración de Macri del bienestar y del crecimiento de la economía nacional. Tiene el ingreso de un país desarrollado, pero no tiene los servicios, ni la calidad de vida de un país desarrollado. Hay muchos temas que requieren una fuerte atención, por ejemplo la educación, la salud, la vivienda. Este último es un tema muy serio. ¿Por qué? Por un lado se ha duplicado la población de las villas en los últimos años y aproximadamente de los tres millones de habitantes, no menos de cuatrocientos o quinientos mil tienen problemas serios de vivienda, entre ellos, los más de doscientos mil que viven en las villas, las personas que están en distintas formas precarias de alojamiento, inquilinatos, pensiones, es una suma muy grande. Y hay un tercio de la población de la ciudad que además alquila y que en general tiene enormes dificultades. En materia de salud hay dos elementos: primero están por supuesto los hospitales. Los sectores más conservadores dicen "bueno, por qué en los hospitales se atiende mucha gente del Gran Buenos Aires, no puede ser". La verdad es que nosotros nos olvidamos que la Ciudad de Buenos Aires recibe más de dos millones de personas todos los días que trabajan y  generan la riqueza de la Ciudad y que no viven acá. Entonces lógicamente esas personas tienen todo el derecho del mundo a ser atendidos en los hospitales de la Ciudad. Además los hospitales públicos son el lugar donde se forman los médicos en general. Tenemos también una alta población de la ciudad que tiene el sistema de las obras sociales y los sistemas privados de salud. Y ahí también hay una serie de problemas y déficits, sobre todo con las empresas privadas de salud, y con el tema de los medicamentos, que debiera requerir un seguimiento y una atención más importante por parte de las autoridades de la ciudad. Menos del 20% de la población se atiende en el hospital público de la Ciudad de Buenos Aires. Entonces lo que tenemos que hacer es ocuparnos de que estén bien esos hospitales. También hay que ocuparse de cómo funciona el PAMI en la ciudad, de cómo funcionan las obras sociales y cómo funciona el sistema de prepago privado. Es decir, una de las particularidades de la Argentina es que hay un gasto elevado en salud que no tiene el rendimiento que corresponde a esa inversión. Y eso se hace más evidente en la Ciudad de Buenos Aires donde los recursos están más concentrados.

Lo mismo me parece que pasa respecto de la educación, tanto la de gestión pública como la de gestión privada.

En cuanto a las obras me parece que el hecho de que la Ciudad, la Provincia y la Nación tengan ahora un mismo régimen y una misma posición política va a facilitar una visión de concebir la Ciudad como parte del área metropolitana. Pensar la Ciudad de Buenos Aires desde la General Paz o desde el Riachuelo es una entelequia. No existe la Ciudad, es parte de una compleja red metropolitana, que para bien o para mal tiene  más de diez millones de habitantes y requiere soluciones que tengan una combinación de elementos y una visión estratégica. Nosotros tenemos que saber qué perspectiva de mega ciudad pensamos para el futuro. En eso creo que el macrismo ha hecho muy poco en los años que ha gobernado la ciudad.

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