29 de septiembre de 2011
Instituto Gestar

La integración regional de la Argentina como destino

 

El 14 de septiembre, Gestar organizó un Seminario sobre Desarrollo Económico Argentino y Contexto Internacional.

Los panelistas abordaron los distintos matices de la situación mundial. Roberto Arias y Mauro Alem analizaron la performance de la macroeconomía argentina, mientras que Eduardo Crespo, disertó sobre la dimensión geopolítica de la situación europea y su falta de unidad política para dar respuesta a la crisis.

Roberto Feletti, Viceministro de Economía de la Nación, incorporó al debate las contradicciones de los Estados Unidos para superar la crisis: para sostener políticas expansivas de la demanda y recuperar rápidamente competitividad externa debería depreciar la moneda pero el dólar podría ser cuestionado como moneda de reserva internacional. Destacó que las políticas nacionales y regionales de bajo nivel de endeudamiento, acumulación de reservas y superávit de la cuenta corriente, impiden la transferencia de la crisis a Sudamérica y que los países más integrados a Estados Unidos, como Méjico y los de America Central, recibieron un impacto más profundo y vivieron una recuperación más débil de la crisis del 2008/9.

En las últimas semanas:

En este contexto vale la pena reflexionar sobre algunos hitos que nos llevaron a este presente en que las crisis impactan menos en lugares donde habitualmente se padecían mucho más.

Sobre la realidad argentina desde 2003 y sobre las realizaciones de los gobiernos de Nestor Kirchner y de Cristina Fernandez de Kirchner, se escribió mucho y el libro Tres Banderas, Una Gran Argentina, editado por Gestar, es una referencia insustituible para cualquier analista y para todos los militantes de este proyecto nacional. Por eso nos enfocaremos sobre la proyección regional de esas realizaciones.

Consenso de Buenos Aires

En el año 2003, el Presidente Kirchner firmó con su par de Brasil, Lula da Silva, una declaración conjunta denominada Consenso de Buenos Aires, en la que establecieron el nuevo marco que tendría la relación entre los países y el rol de ambos en la región.

Con la “voluntad de intensificar la cooperación bilateral y regional para garantizar a todos los ciudadanos el pleno goce de sus derechos y libertades fundamentales, incluido el derecho al desarrollo, en un marco de libertad y justicia social”; destacaron “la trascendencia que la consolidación de la democracia política posee para nuestra región así como nuestro común propósito de fortalecerla, asumiendo la responsabilidad histórica que nos concierne en relación con el combate a la pobreza y la desigualdad, el desempleo, el hambre, el analfabetismo y la enfermedad, que configuran una pérdida efectiva de autonomía y dignidad de las personas, obstaculizando gravemente el ejercicio pleno de la ciudadanía” y acordaron “la integración sudamericana debe ser promovida en el interés de todos, teniendo por objetivo la conformación de un modelo de desarrollo en el cual se asocien el crecimiento, la justicia social y la dignidad de los ciudadanos”.

La declaración fue recibida sin mucho entusiasmo. Desde San Martín y Bolívar, hasta el ABC impulsado por Perón y la trayectoria reciente del Mercosur, todos los antecedentes habían fracasado, pero una vez más, estos líderes brillantes nos dieron una sorpresa. El Consenso de Buenos Aires fue solo el comienzo. Estábamos frente a la construcción de nuevos paradigmas regionales.

Néstor y Cristina. Peronismo y coherencia.

Cristina Fernández de Kirchner, en el acto de lanzamiento de su candidatura a Senadora por la Provincia de Buenos Aires en el año 2005, expresó: “El gran articulador de la sociedad es el trabajo. Es el que organiza a una sociedad” y criticó a las “políticas sociales que no organizaban”. El peronismo, se reencontraba consigo mismo, sus postulados clásicos tenían aplicación concreta después de mucho tiempo y sus gobernantes sostenían en los foros internacionales los mismos criterios que aplicaban en el país.

La Cumbre de Mar del Plata

En Mar del Plata, con la presencia de todos los Presidentes Americanos, el Consenso de Buenos Aires tuvo su gran prueba de fuego ante la presión norteamericana de avanzar con el proyecto de una integración continental de libre comercio (100ALCA).

La Cumbre fue convocada bajo el lema “Crear trabajo para enfrentar la pobreza y fortalecer la gobernabilidad democrática”. A poco de comenzada y ante la mirada absorta de George W. Bush, la intervención de Néstor Kirchner sepulto definitivamente el ALCA.

Crear trabajo decente, cómo hacerlo de la mejor y más eficaz manera, está en la clave del debate sobre cuáles son los mejores caminos para lograr un desarrollo sustentable que garantice el bienestar de nuestros  pueblos, vinculado con los atributos de la libertad, la justicia, la seguridad y la protección, la creación de trabajo no sólo es un fundamental vehículo de integración social, sino que puede constituirse en la verdadera clave de la construcción de la gobernabilidad…

En la obtención de esos consensos para avanzar en el diseño que las nuevas políticas que la situación exige, no puede estar ausente la discusión respecto de si aquéllas habrán de responder a recetar únicas con pretensión de universales, válidas para todo tiempo, para todo país, todo lugar. Esa uniformidad que pretendía lo que dió en llamarse el “Consenso de Washington” hoy existe evidencia empírica respecto del fracaso de esas teorías. Nuestro continente, en general, y nuestro país, en particular, es prueba trágica del fracaso de la teoría del derrame…

Es entonces la experiencia regional y no la teoría de las burocracias de los organismos multilaterales, la que demuestra que lo aconsejable es dejar que, en un marco de racionalidad, cada país pueda elegir su mejor camino para el desarrollo con inclusión social…

Una nueva estrategia de desarrollo tiene que apuntar a obtener fuentes de recursos que deriven del esfuerzo y trabajo diario de nuestros ciudadanos. Necesitamos crear, producir, exportar bienes y servicios, innovaciones científico técnicas y creaciones culturales”.

Era un Presidente argentino, hablándole al mundo sobre las tres banderas del justicialismo peronista, diciendo que el capital tiene que estar al servicio de la economía y la economía al servicio del hombre, que el trabajo dignifica y que cada Estado tiene el derecho de organizar la producción de sus bienes y servicios según sus propias particularidades.

Las cartas estaban echadas: ALCA, al carajo. La integración regional era una posibilidad cierta. Cada una de las naciones de la región construía sus propios caminos para mejorar la calidad de vida de los Pueblos pero marchábamos juntos.

La UNASUR

El 23 de mayo de 2008, en la Ciudad de Brasilia, se firmo el tratado constitutivo de la Unión Sudamericana de Naciones, UNASUR, y el 4 de mayo de 2010, Nestor Kirchner fue designado Secretario General.

La crisis del 2008 encontraba a nuestros países trabajando con los nuevos paradigmas sembrados en el Consenso de Buenos Aires y abonados tras la cumbre de Mar del Plata: con un proceso de integración en marcha. La temprana desaparición física de Néstor Kirchner impide saber qué grado de velocidad hubiera sido capaz de imprimirle al organismo regional el estadista argentino, pero la intensa actividad desplegada durante esos meses es una demostración de que cuando hay voluntad política se puede avanzar.

Consejo Suramericano de Economía y Finanzas

La continuidad de la crisis, su extensión y el contagio que tuvo sobre una gran cantidad de países del denominado Primer Mundo hizo que en el mes de agosto se celebrara en Buenos Aires una demorada cumbre de Ministros de Economía y Presidentes de Bancos Centrales de la UNASUR, instalándose el Consejo Suramericano de Economía y Finanzas.

En la reunión, se acordó la formación de tres grupos de trabajo para la definición de medidas que serán presentadas durante una cumbre extraordinaria del Consejo de Presidentes, el

1º.     “para viabilizar medidas de cooperación técnica en lo atinente al manejo y movilización de las reservas internacionales” recomendándose ampliar el Fondo Latinoamericano de Reservas (100FLAR) o bien la creación de un nuevo fondo de reservas, para otorgar asistencia a sus miembros durante dificultades financieras y reevaluar el Convenio de Pagos y Créditos Recíprocos ALADI. La coordinación de los stocks de intervención macroeconómica garantizaría solidez regional frente a eventuales conflictos “externos”, considerando que sólo Brasil acumula 350.000 millones de dólares y la Argentina algo más de 50.000 millones de la moneda estadounidense. Ambos países se encuentran, por ahora, fuera del FLAR. La combinación de ésta iniciativa, con capacidad de intervenir en el mercado de capitales, con la propuesta de acelerar la creación del Banco del Sur y fortalecer a la Corporación Andina de Fomento, dotaría a la región de sendos instrumentos para promover el desarrollo de mediano plazo y resolver urgencias financieras.

2º.     para impulsar el uso de monedas locales para las transacciones comerciales intrarregionales, en sustitución del dólar y analizar la extensión de las experiencias del Sistema Único de Compensación Regional (100S.U.C.RE), desarrollado entre los países integrantes del ALBA y/o el Sistema de Pagos en Monedas Locales (100SML), entre Brasil y Argentina. Según Amado Boudou “el uso de moneda local en el comercio permitiría a los gobiernos preservar mejor las reservas internacionales en caso de una complicación de la crisis”. La desdolarización de las relaciones entre los países sudamericanos es un claro indicador del aumento de la capacidad soberana de los Estados Parte.

3º.     para incentivar el comercio intrarregional, de tal manera que se incrementen los flujos comerciales, considerando las asimetrías existentes entre los países.

 

América Latina, Ahora o Nunca

Un conocido artículo de Juan Perón, escrito durante su exilio, señalaba la necesidad de los países de la región de integrarse para enfrentar el poderío económico de las potencias. La decisión de Nestor Kirchner de poner en acción el programa histórico del peronismo y su capacidad estratégica para ir anudando, junto al presidente Lula, los intereses de cada uno de esos países posibilita que aquella vieja propuesta tenga cada día mayores posibilidades de viabilidad.

El neoliberalismo impulsaba una zona de libre comercio. Kirchner y Lula concibieron la integración regional como un gran proyecto político con el objetivo de asegurar el desarrollo con libertad y justicia social y fueron construyendo, uno a uno, los instrumentos necesarios: fortalecieron el Mercosur, creando los fondos estructurales, el código aduanero común, la eliminación del doble cobro de aranceles, los proyectos de infraestructura en común, el proyecto en marcha de la ciudadanía Mercosur, la ampliación de los países miembros y los proyectos de integración productiva en marcha y pusieron en marcha la UNASUR como unidad política de la región sudamericana.

Hoy, la región tiene una “agenda bien concreta”, surgida a partir de la negativa al ALCA y el surgimiento de la UNASUR como bloque regional. Un bloque que comercia entre sí más de 120.000 millones de dólares y que se propone aumentar ese volumen.

Los que habitualmente refutan las acciones posibles y realizadas porque no son compatibles con las que idealmente piensan necesarias dirán que falta una integración productiva más profunda. Tienen razón. Nos falta, en toda la región, fortalecer los sectores complementarios y las cadenas de valor integradas de forma similar a lo que la Argentina y Brasil han hecho con la industria automotriz, en el marco del Mercosur.

Requiere mucha paciencia y capacidad política porque se trata de articular intereses y escalas muy diversos y por qué los gobiernos de Sudamérica no son ideológicamente uniformes: conviven al mismo tiempo, gobiernos de matriz conservadora y nacionalismos populares, algunos de ellos autodenominados socialismos. Por otra parte, el estado-nación es una categoría histórico política aún vigente, que necesariamente retrasa los tiempos del proceso integrador porque cada país tiene asimetrías hacia su interior y respecto de los demás.

La Secretaria General de Unasur, María Emma Mejía, expresó que “El área económica es una de las más difíciles para construir consensos en la Unasur, por la diversidad ideológica. Pero estamos frente a un proceso irreversible de integración suramericana”.

La era del continentalismo, anunciada por Juan Domingo Perón, ha llegado. ¡Gracias Nestor!

Pablo del Valle

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