23 de septiembre de 2014
Instituto Gestar

Las dimensiones y el valor del encuentro de Santa Marta

 

En el marco de una natural preocupación por los acontecimientos mundiales han vuelto a reunirse el Papa Francisco y nuestra Presidenta. Seguramente, fueron múltiples los temas tratados en ese encuentro que se extendió largamente, donde la lucha contra la pobreza, los fondos especulativos y la necesaria paz mundial formaron parte principal del diálogo y agenda.


Pensamientos comunes que con los días fueron asociándose y que motivan, en ambos, una constante preocupación por la vida y bienestar de los pueblos que tiende a formularse en las palabras del Papa Francisco, camino hacia la búsqueda del bien común:

“El bien siempre tiende a comunicarse. Toda experiencia auténtica de verdad y belleza busca por sí misma su expansión y cualquier persona que viva una profunda liberación adquiere mayor sensibilidad ante las necesidades de los demás. Comunicándolo, el bien se arraiga y desarrolla. Por eso, quien quiera vivir con dignidad y gratitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien”.

En estos conceptos liminares de Francisco es donde la palabra adquiere una potencialidad que penetra en la conciencia sana de quienes, como Cristina, cuidan las esperanzas de un país donde la inclusión social de los pobres fue y es premisa fundamental de su accionar.

Seguramente coincidieron en que quienes adoran “el becerro de oro” no pueden convertir a los países en simples engranajes de sus desmedidos afanes de acumulación. Seguramente se habrán dicho que no sirve el dinero que manda en vez de servir y, también, con el esfuerzo puesto en un mundo más justo y equitativo, no dejaron de señalar cuánto necesitan los países de una profunda reforma de todo el sistema financiero mundial que tiene como único objetivo la succión de los recursos que son fruto del trabajo y la producción y que caen bajo la mirada impiadosa de los factores especulativos.

Seguramente también sobre la mesa aparecieron todos los desafíos del mundo actual y se habrán dicho que los desafíos están para superarlos. Ambos, en repetidas ocasiones, se pronunciaron desde propuestas que, con el andar del tiempo, no sólo se mostraron anticipatorias sino fórmulas de respuestas a las desventuras que se padecen.

Si observamos hacia atrás y nos detenemos en noviembre de 2013 para recorrer los conceptos de la primera exhortación apostólica del Papa Francisco dirigido al mundo, veríamos su honda preocupación sobre los peligros que se ciernen sobre la humanidad si no repensamos los pasos hacia el futuro.

Nuestra Presidenta, en cada mensaje y en la misma dirección, alerta a su pueblo, y las naciones del mundo, sobre los procesos de deshumanización a la que nos conduce una economía donde no se afronten los problemas de la exclusión y la inequidad en la que el más fuerte se aprovecha del más débil en desmedro de una sociedad que debiera fortalecer su tejido social, desde una responsabilidad conjunta, que asegure el valor de la vida humana.

El Papa y Cristina, en una plena identificación de conceptos y pensamientos, nos dejan un encuentro cuyas dimensiones las sociedades sabrán valorar y reconocer. Y no dudamos que en su desarrollo afloraban las convicciones, principios y enseñanzas que legara Francisco al mundo desde aquel mensaje que conocemos como Evangelii Gaudium (100La Alegría del Evangelio) y siempre recordable, a saber:

 

 

 

En su mensaje ante los representantes del mundo en las Naciones Unidas, con posterioridad al encuentro relatado, Cristina Fernández de Kirchner les recordará que ese es el mejor camino para alcanzar la paz y el bienestar de los pueblos.

 

Neldo Fraye

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