Sin embargo, no se ha visto o podido leer en los medios monopólicos el desinterés por los reclamos de los estudiantes de las escuelas públicas porteñas o de las responsabilidades que algunos gobiernos locales desconocen cuando los trabajadores reclaman sus derechos. Estas empresas de mercancías noticiosas ahora fogonean, de manera alarmante, determinadas manifestaciones con claros objetivos desestabilizadores.
La manipulación y tergiversación de la información por parte de los históricos enemigos de la democracia no hacen más que potenciar el terror y el golpismo abiertamente. Son claras intenciones de generar un clima desestabilizador mediante hechos que se repiten y se conducen casi como guionado por el CEO del grupo de medios más grande del país y sus aliados.
La táctica es manchar el debate con confrontación porque en el debate y la discusión, el que no tiene argumentos pierde; porque es ilícito concentrar centenares de licencias para aniquilar la posibilidad de progreso de otros competidores o imponer la realidad a través de pequeñas fotografías.
Evidentemente, tras nueve años de justicia social y reivindicación de derechos a los sectores más vulnerables de la sociedad, los privilegiados durante décadas reaccionan violentamente por el respaldo de millones de argentinos a la lucha contra las injusticias sociales.
Ahora, acá, cabe citar las palabras de la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner de marzo/12:
«Lo que es importante es que nos acerquen mejores ideas, lo que es importante es que no se dejen manejar la agenda por tres o cuatro monopolios que les importa un corno ustedes ni la Argentina. Si no me creen, vean cómo los matan a todos juntos cuando no hacen lo que ellos quieren, y muchas veces los utilizan y cuando no les sirven, los tiran y los critican. Tengan su propia agenda, sus propias ideas, no crean que poniendo palos en la rueda o tirando las cosas por la cabeza van a ganar un cargo. Crean que si tienen mejores ideas van a ganar las elecciones».
El mensaje fue claro y la oposición parece no haber dado acuse de recibo. Son marionetas de esa vieja maña que adoptaron los empresarios de medios para transformar sus propios intereses en asuntos generales mediante acuerdos y negociaciones con aquellos grupos de poder ilícito que han gobernado la Argentina.
También durante muchos años las empresas de medios se acostumbraron a establecer la agenda de los gobiernos, con la capacidad de convertir cuestiones mezquinas en prioridades de gobierno. Y, también durante años, fueron presidentes.
El gran diario argentino convirtió a los medios de comunicación de la Argentina en una actividad empresaria sin igual que, al expandirse por todo el país, genera una cadena nacional ilegal que impide otras expresiones. Sin embargo este gobierno dio el gran paso. Ahora, en las decisiones actúa la política y no los grupos económicos concentrados.
La Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual sancionada por el Congreso de la Nación en 2009 aporta a la democracia y a la diversidad de voces, declarando ilegal la monstruosa concentración del Grupo monopólico y de otros grupos que, en menor medida pero con la misma intención, lo imitan en la monopolización de las prestaciones. Esto fue posible por las convicciones de un gobierno que no se sometió a la lógica instalada donde lo que no pasaba por el Grupo, no era noticia en ningún medio, no sucedía, no existía.
Pero hoy todavía insisten con la manipulación y el bombardeo brutal de unos cuantos temas elegidos por conveniencia, indicando qué es noticia, cuál es el tema más importante, de qué hay que hablar, quién es el malo y quién el bueno. Hoy hablan de dictadura, de censura y de carencia de libertad de expresión. Los que hoy se reparten casi la totalidad del mapa de medios están nerviosos e inyectan a sus sectores afines de la opinión pública que no están en juego sus negocios, sino la libre opinión, para que éstos asientan al compás de carísimas cacerolas.
Eugenia Rosales Matienzo