Hasta el advenimiento del peronismo los avances científicos y tecnológicos en la Argentina eran producto de esfuerzos individuales y sus escasos logros no favorecían a la sociedad en su conjunto.
Es a partir del primer peronismo que se implementaron las primeras experiencias de planificación nacional en estos temas instalándose en la agenda de las políticas públicas. El avance consistió en asignarle importancia prioritaria a estas cuestiones por parte del Estado Nacional que, desde entonces, las incorporó en la elaboración de estrategias de desarrollo nacional e industrialización del país. El peronismo introduce la idea de soberanía tecnológica, entendida como un desarrollo autónomo y ligado a nuestros intereses y necesidades como sociedad.
En 1974, el general Perón señaló en el libro Modelo argentino para el proyecto nacional:
Sin tecnología nacional no habrá una industria realmente argentina, y sin tal industria podrá existir crecimiento pero nunca desarrollo (100…) Tenemos que desarrollar en el país la tecnología que nutra permanentemente a nuestra industria.
En este sentido, es fundamental planificar a mediano y largo plazo el desarrollo de un complejo científico y tecnológico que oriente las políticas del sector hacia la resolución de problemas desde una perspectiva industrial y con eje en el desarrollo productivo.
Al igual que se hizo en otros gobiernos peronistas, el desafío futuro nos obliga a crear instituciones que promuevan este sector. La generación de conocimiento como práctica de investigación se realiza en un contexto social específico, que no es autónomo de las necesidades sociales.
Tal es así que, en los países industrializados, los procesos de creación de conocimiento se han integrado al modo de producción económico y al desarrollo, donde la investigación aplicada supera con creces a la investigación básica. Es decir, la investigación ha adquirido una orientación delimitada por las necesidades sociales, económicas y políticas de los proyectos nacionales que han contribuido a convertir a esas mismas naciones en sociedades desarrolladas y con altos índices de bienestar social de su población.
Está claro que la Argentina es un país mediano y en vías de desarrollo; por lo cual, en virtud de una cuestión de escala productiva y de flujo de inversiones, no puede desarrollar cualquier tecnología. Es preciso concentrarse en conformar y articular redes de trabajo y de actores productivos que realicen acciones de investigación y desarrollo e innovación tecnológica, articulándose con las políticas públicas que planifique el Estado, que apunten por ejemplo al desarrollo espacial, nuclear, ferroviario, energético, electrónico o petrolero, con el consecuente impacto virtuoso sobre el entramado de pequeñas y medianas empresas.
Una necesidad urgente en esta materia consiste en integrar el sistema de ciencia y tecnología. Para que las agendas que se establezcan de ciencia, desarrollo tecnológico e innovación se proyecten con fortaleza hacia el futuro, es preciso avanzar institucionalmente superando la desarticulación y dispersión que existe en los diferentes subsistemas como, por ejemplo, los de Ministerio de Ciencia, CONICET, INVAP, CONAE, INTA, INTI y universidades. Hay que integrar el sistema completo, fijar objetivos comunes y articular con el sector privado, sobre todo a través de las Pymes.
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