El gobierno ha publicitado hasta el cansancio, como una virtud, su metodología de “prueba y error”. Un año y medio atrás, rectificar una medida era considerado por buena parte de la sociedad como acierto de un gobierno, que sabía escuchar y rectificar errores. Ahora, en cambio, en el mejor de los casos expresa falta de experiencia e incapacidad para gobernar. ¿Pero es esto cierto? Se trata de que el mejor equipo de los últimos 50 años son un heterogéneo grupo de empresarios ignorantes de la cosa pública, no aptos para la gestión, o en realidad estamos ante un grupo homogéneo de vivos, que se hicieron del poder estatal para incrementar sus negocios personales o los de las empresas para las que trabajaron o de las que son los dueños y, que abusan de un método de acción política que no es nuevo pero sí perverso, en tanto disfraza sus verdaderas intenciones. Como alumnos aplicados ponen en práctica el consejo publicitario de Durán Barba: “no importa lo que es sino lo que parece”.
Por otra parte, esta metodología concibe a los ciudadanos como ratas de ensayo y al país como un inmenso laboratorio del cual disponen como si fueran los dueños. Veamos sino que ocurre cuando se corre el telón y las máscaras comienzan a caerse. La elección de un gobierno implica un contrato político tácito en el cual los ciudadanos confían en las promesas hechas en la campaña electoral. Si una vez en el poder el gobierno incumple con casi todas sus propuestas se rompe el contrato y por tanto se esfuma la confianza. El pueblo elige a quienes considera más aptos en cada coyuntura para que mejoren sus condiciones de vida. Por tanto, cuando las medidas empeoran sensiblemente la situación económica de la mayoría de la población, cuando se eliminan derechos adquiridos, cuando la persona humana queda subordinada a los intereses económicos de las corporaciones económicas, la sociedad comienza a decepcionarse y ese es el punto en que actualmente nos encontramos.
Al principio los denominaban “errores de cálculo” y últimamente apelan al eufemismo de “error de aplicación de criterio”. Lo cierto es que avanzan día a día con medidas anti populares sin importarles las consecuencias económicas, sociales o políticas.
Pasado más de un año, este gobierno ha terminado lo que suele denominarse “luna de miel”, ese periodo en el cual la gente ve al gobierno con esperanza, benevolencia y paciencia. Por el tiempo transcurrido se debilita el efecto del argumento de la “herencia recibida” del gobierno anterior. El escenario actual es de caída del PBI en un 2,5%, inflación con recesión, desmejoramiento de todos los indicadores sociales, falta de trabajo y despidos, sueldos bajos, falta de inversiones, paralización de la obra pública, factores que hacen que la opinión pública se torne cada vez más crítica, escéptica, menos tolerante y más impaciente.
A esta altura del avance del gobierno de la Alianza Cambiemos podemos afirmar que una Argentina atendida por sus dueños ha provocado un grave trastorno en la vida de la gran mayoría de la gente. Los ejemplos son muchos y todos tienen en común que tornan la existencia cotidiana en un padecimiento, desde los millones de hogares que no llegan a fin de mes por la creciente carestía de los alimentos, ropa, transporte, servicios e impuestos, hasta los centenares de miles de hogares que directamente ya no cuentan con los medios para sobrevivir porque han perdido su trabajo.
El ADN de este gobierno es neoliberal en esencia. Su objetivo es conocido por los argentinos: ajuste fiscal, reconversión económica, modificación impositiva, recorte de subsidios, entre otros.
El tema es que para lograr estos cambios estructurales hay que tomar medidas que afectan a millones de personas de las cuales no se espera que acepten mansamente el desmejoramiento de su nivel de vida. Y es ahí donde entra a jugar la estrategia de prueba y error o como mejor podríamos definir de globos de ensayo. Pero nótese que no se trata de anunciar una medida para ver luego cual es la reacción de la sociedad. En esto han innovado, no hay previa, directamente nos presentan un hecho consumado, si pasa bien, sino sostienen que se trató de un error y dan marcha atrás.Se presenta así como un gobierno humilde, que sabe escuchar la voz de su pueblo. Claro que cuando hay exceso de marcha atrás el argumento se debilita y desacredita y pasa a denominarse “si pasa, pasa”.
Es verdad que los peronistas no tenemos en principio prejuicios ideológicos aunque también es cierto que sospechábamos que un gobierno de empresarios era improbable que fuera justo y equitativo o que pensara en el conjunto de los argentinos. Desgraciadamente la realidad es la única verdad y en ese sentido asistimos azorados a un gobierno para pocos que se empeña en producir cambios, pero no los que nos vendieron, sino otros que maximizan las ganancias de los propios funcionarios. Ahora le dicen conflictos de intereses, usted llámelo como su buen criterio le indique.
Es por eso que estas elecciones legislativas son de vital importancia, servirán para plebiscitar el gobierno, si va bien o mal. Obviamente no pueden provocar un cambio de gestión pero puede ser un freno al brutal ajuste que se avecina, con posterioridad a las elecciones de medio término.