El gobierno de Macri parece estar pensando que ganará las elecciones con cierta facilidad y confía más que en la figura de sus candidatos en el arrastre publicitario de la Alianza Cambiemos a la que considera más una marca que una organización política.
Para ello confía en que la gente avalará su gestión gubernamental. En líneas generales podemos decir que inicialmente esta se basó en que controló y ejerció el poder real de manera discrecional y eficaz. En países en desarrollo como el nuestro, es sabido que en general los resortes del poder real lo detentan los grandes grupos económicos y en menor medida el poder político. Pues bien, por primera vez en nuestra historia, llegaron al gobierno, por la vía democrática, los representantes de las corporaciones económicas y como era de esperar comenzaron a tomar medidas que benefician a sus empresas y a los conglomerados económicos de los que provienen.
Ejemplos sobran y son de conocimiento público los diversos escándalos que se desataron en el último año y medio de gestión. Algunos involucran directamente al presidente, que incluso está penalmente imputado, por favorecer a las empresas del clan familiar. El caso más resonante fue el acuerdo judicial hecho por el gobierno con la empresa Correo Argentino S.A., que implicaba la condonación de la deuda mantenida por la compañía con el Estado que ronda los 70.000 millones de pesos. Macri se vio obligado a dar marcha atrás cuando la fiscal del caso emitiera un dictamen que mostraba claramente que se trataba de un acuerdo ruinoso para los intereses del Estado. Otro ejemplo de “conflicto de intereses”, eufemismo que gustan usar los Ceos, donde Macri está imputado junto a Marcos Peña y Prat Gay es por el blanqueo de capitales, que mediante un simple decreto, después de reglamentada la ley, incorporó a los familiares de los funcionarios (100incluidos los de Macri) a pesar de que estaba expresamente prohibido por la ley aprobada por el Congreso Nacional, con el apoyo incluso de los diputados y senadores de Cambiemos. Para no extendernos en demasía mencionaremos un último caso de uso discrecional del poder en perjuicio de los intereses del conjunto: el presidente autorizó un aumento del 100% de los peajes de Autopistas del Sol, del cual el Grupo Macri era accionista, y poco después vendió a un tercero su paquete accionario. Por si fuera poco Ausol está acusada de evadir impuestos, fugar divisas, tener trabajadores en negro y de yapa en diciembre de 2015 inició una demanda ante el Ciadi contra el Estado Nacional por 6.630 millones de pesos. Podrán imaginarse el valor al que se vendieron las acciones luego de duplicar el precio del peaje y de transferirle un juicio multimillonario a los nuevos dueños.
Otras dos cuestiones centrales sobre las que trabajó el gobierno de la alegría y el marketing fueron el cambio radical de modelo económico y la gobernabilidad que van de la mano en la medida que la reorientación estructural de nuestra economía va dejando en el camino a millones de argentinos. Sobre el rumbo de la economía se aprecia a simple vista que la apuesta es volver a ser productor y vendedor de materias primas. En algún momento se les ocurrió vender a la sociedad la idea de que fuéramos el supermercado del mundo, llenando las góndolas de los países desarrollados con productos con valor agregado hechos en el país. No fue más que una de las tantas sanatas a que ya nos tienen acostumbrados. Lo que sucedió es que, con la apertura indiscriminada de las importaciones, nuestros supermercados se inundaron de manteca uruguaya, dulce de leche chileno, naranjas de España, cerdos de Holanda, etc. Mientras tanto, la poca y precaria industria nacional va pasando a mejor vida.
En el rústico dibujo de país que el macrismo tiene en mente la industria, la ciencia y la investigación y la innovación tecnológica no ocupan ningún casillero. Ni hablar de la educación o de la salud pública, del acceso a la vivienda o a infraestructura social básica, que en todo caso no son un problema del Estado. Conciben una Argentina pastoril y a lo sumo de servicios. Nada nuevo bajo el sol pues no es más que una repetición de antiguos modelos que han fracasado reiteradamente a lo largo de las décadas. Lo novedoso, hay que reconocerlo, es la velocidad a la que avanzan en su intento por desarmar cualquier atisbo que se asemeje al viejo Estado de Bienestar. Esto se traduce rápidamente en el abandono y descarte de amplias franjas de la población como ya vemos a partir de sus acciones de gobierno: jubilados dejados a la buena de dios sin acceso a los remedios o con un ingreso que se comió la inflación, pensionados por incapacidad a los que agreden dejándolos en estado de desprotección bajándoles arbitrariamente su ingreso, la mayor parte de los niños de nuestro país con hambre y sin acceso a una alimentación que les permita crecer adecuadamente. Mientras se consolida esta situación lindante con el desastre social de la Argentina profunda, los medios de comunicación oficialistas enmascaran la realidad y distraen a otra parte de la población, sobre todo a los sectores medios, ocultando esta miseria que se va extendiendo en los grandes conglomerados urbanos y distrayéndolos para que no se den por enterados que poco a poco también a ellos les tocará resignar su nivel de vida. Así de indolente e inhumano es este gobierno.
Queda claro que no imaginan, o lo más probable, no les interesan las consecuencias que esto tendrá a mediano plazo. En pocos años tendremos generaciones de personas que serán de talla más pequeña y con menores funciones cognoscitivas por no haber tenido acceso a las proteínas que una alimentación adecuada debería garantizar. Quienes no acceden a la educación no solo no podrán aspirar a los mencionados, hasta el cansancio, empleos de calidad pues no tendrán las herramientas necesarias, sino que además no tendrán conciencia de sus propios derechos ni la voluntad de luchar por ellos. Así vamos rumbo a una desocupación estructural muy pronunciada y a una pobreza mayor aún que la actual. En tales condiciones nos preguntamos que destino puede tener una sociedad, una nación que lleva en sí el germen de la autodestrucción.
En este marco, y con inocultable felicidad el macrismo nos explica que están fundando otro país, uno basado en las oportunidades. Su concepción meritocrática privilegia a aquéllos que por su esfuerzo y mérito obtienen resultados en la selva que han recreado en el país. Como siempre, parten de premisas falsas y engañosas pues, como acabamos de ver, una parte sustancial de la población argentina está sumergida, hace ya décadas, en la pobreza y no ha accedido siquiera a la educación que le permitiera tener alguna chance de partir en igualdad de condiciones con los que sí tuvieron esa oportunidad.
Un viejo proverbio dice que no importa lo que uno dice sino lo que hace y este gobierno actúa para que solo un grupo minoritario concentre los negocios, las utilidades y el bienestar. Y lo que hizo realmente el gobierno fue convertir en una de las principales variables de ajuste de este modelo el salario de los trabajadores que perdió ampliamente la carrera contra la inflación, devaluaciones mediante -al presente el macrismo devaluó en un 80% el valor del peso-. Esto generó una lógica retracción del consumo popular y así fuimos entrando en recesión la que a su vez trajo aparejado el cierre de Pymes (100no olvidar que generan el 70% de los puestos de trabajo) y de comercios y una oleada de despidos.
Si analizamos detenidamente los efectos de las principales medidas económicas tomadas se hace visible que este gobierno solo se interesa por una parte de la sociedad. A medida que avanza la reconfiguración del modelo económico y social, más claro queda que sobran 20 millones de personas, quienes son colocados en los márgenes de la sociedad moderna y a los que por añadidura le sacan recursos metiéndole la mano en el bolsillo de mil maneras, a través de impuestos cada vez más altos, tarifas impagables, aumentos salariales ínfimos, inflación, con precios de alimentos, transporte y servicios disparados hasta las nubes. Pero otro universo muy numeroso compuesto por indigentes, desempleados, argentinos con escasa educación formal, directamente es puesto fuera de la sociedad y tan solo le queda mirar desesperados como se desintegra su dignidad, su identidad y su futuro.
Esta política lleva en sus entrañas un problema y es que cuando el agua llegue al cuello es difícil de creer que la gente espere tranquilamente a ahogarse. Por ahora, y debido a causas múltiples, entre las cuales no es menor la división del peronismo y de otras fuerzas políticas y sociales opositoras, el gobierno viene sobrellevando sin grandes sobresaltos, el ajuste feroz que realiza. Por si acaso, mientras tanto, va ensayando diversas formas de represión menor de la protesta social, preparándose para el caso de que sus medidas comiencen a generar protestas de mayor volumen.