Texto publicado originalmente en Panama Revista
Por: Pablo Touzon y Eugenio Begue
Juan Carlos Schmid tiene la impronta y la estampa del trabajador argentino de la una vez poderosa “aristocracia obrera”. Santafesino, seguidor del Papa Francisco, a quien le dedicó un libro ( “El mensaje del pescador”), lector empedernido y militante del peronismo sindical desde su juventud en la marina mercante (donde llegó a tener el grado de Capitán), Schmid es un personaje singular del sindicalismo argentino, a pesar de su formato más bien “clásico”. Alguien que reflexiona a la vez que actúa, que no abandonó nunca la vieja aspiración de ser un “cuadro integral”, y cuya honestidad personal tiene un reconocimiento transversal en el mundo politico. Es Secretario General del Sindicato de Dragado y Balizamiento, fue miembro del triunvirato que condujo la CGT en los años de la presidencia Macri por el ala moyanista, y Secretario General de la Confederación Argentina de los Trabajadores del Transporte (CATT). Hoy es además Secretario General de FEPINRA (Federación de Trabajadores Portuarios). Desde la tormenta perfecta de la crisis peronista, habla con Panamá del presente y futuro de su actividad, el sindicalismo, el peronismo y lo que para él lo resume todo: la Argentina.
¿Qué diagnóstico harías de la crisis política de hoy en Argentina, no solo en términos partidarios sino también en términos sociales?
Me da la impresión de que hay una crisis de representación que no abarca sólo a la política, sino a amplios sectores de la sociedad.
Si bien es cierto que cuando llega Néstor se vuelve a dar un significado enorme al ejercicio de la política -particularmente con la aparición muy fuerte de la juventud- eso se fue deshilachando con el correr del tiempo. La Argentina nuevamente está frente a una crisis de representación y eso se puede ver claramente en las encuestas alrededor del proceso electoral, una crisis de representación política que a su vez abarca obviamente al campo sindical.
¿Cómo crees que se vive esa crisis de representación en el universo del movimiento obrero?
Se ve en el triunvirato. Pensemos que la última figura fuerte que aparece después de Saúl Ubaldini fue Hugo Moyano, pero tardamos más de veinte años en volver a congregar una figura de esa potencia. Desapareció Moyano, aparecieron los triunviratos, y todos los esquemas alternativos que obviamente no han dado resultado.
En los años 80’ y en los años 90’, la politica y la sociedad estaba atenta al noticiero de las siete de la tarde los dias que la CGT anunciaba sus decisiones. ¿Por qué crees que se perdió esa centralidad?
Hay que contextualizarlo. La Argentina de aquel tiempo no es la Argentina actual. El mundo asalariado de aquel entonces no es el de ahora. La Argentina de esa época contaba con empresas del Estado, con un alto índice de industrialización, todavía la innovación tecnológica no había llegado a la realidad que tenemos hoy. Si vos miras la cantidad de afiliados que teníamos en aquel momento con la que tenemos hoy, estamos en la misma cantidad. Obviamente la población aumentó y con ello también aumentó la cantidad de trabajadores, ya sean ocupados o desocupado, que hoy habitan la economía. Al dibujarse otro paisaje obrero, pierde centralidad la Confederación General del Trabajo
Uno de los temas centrales del debate político hoy es el trabajo. Por el lado del macrismo se dice que se perdió la cultura del trabajo, pero también por el lado de Cristina hay una crítica hacia los movimientos sociales. En un momento se decía y especulaba que la CGT quedaba vieja en función de los movimientos sociales actuales, pero al mismo tiempo hoy en día hay una crisis de estos movimientos sociales ¿Cuál crees que debería ser el rol del movimiento obrero (CGT) y de los sindicatos de antes en esa discusión?
La verdad es que la política es la principal responsable por su incapacidad para resolver esa cuestión, sea el partido que sea, llamese Cristina o llamese Macri. No lo han resuelto. Llamese de la Rúa o cualquiera de los tantos ministros de economía. Es decir, la política ha sido incapaz de resolver esto ¿A quién le van a echar la culpa? ¿Cuál es el rol de los sindicatos en esto? Para mí el rol del sindicato es no hacer justamente lo que hace la política. Obviamente, también de alguna manera estuvimos sentados como actores durante todo ese período, pero creo que tenemos que ver qué alternativa podemos crear para terminar con eso. Nosotros hemos nacido de la historia justamente para generar trabajo y la distribución de la riqueza, la bandera de la justicia social era nuestro honor. Por lo tanto, no es un convite al que se le pueda esquivar la responsabilidad el sindicalismo argentino.
¿Pensás que hay una crisis del peronismo hoy?
¿El partido cuándo funciona? Y no funciona justamente por aquella magistral definición de Perón que decía que nosotros somos un movimiento, el partido lo tenemos para que sea una escalera por donde asciende el pueblo hacia la felicidad en general. Esa es la definición del General, él creía en el movimiento. Bueno acá no hay ni una cosa ni la otra. No hay movimiento, pero tampoco hay partido.
¿Crees que el peronismo puede impulsar algún programa de reforma o renovación interna?
El peronismo debería respetar las reglas que el mismo ha creado. Lo más cercano a esa pregunta se expresa hoy en la discusión por el tema de las PASO. Si estas reglas las promovimos nosotros ¿ahora las queremos modificar? No me parece correcto y no me parece bueno en términos de su aceptación social. Si el ciudadano ve que todos los días nosotros nos paramos en un lado y después nos paramos en el otro genera incertidumbre, frustración y desconfianza. Estas dos últimas son hijas de todo este proceso. Yo siempre digo que la confianza es como la palmera, que tarda mucho en crecer, pero el coco cae con la velocidad del rayo. Eso pasa cuando se pierde la confianza.
Está la idea de la coalición popular exportadora (una especie de alianza entre los sectores más dinámicos de la economía y los sectores trabajadores) ¿es posible? ¿Qué rol juega el Estado en eso? Algo así como una especie de pacto de convergencia nuevo entre los sectores exportadores y del trabajo ¿Pensás que puede existir algo así?
Creo que a eso le falta una pata, porque de alguna manera es rememorar la salida agroexportadora, y acá el problema no es únicamente exportar más, ganar más mercado otener más tonelaje para comercializar, acá lo importante es que junto con eso aparezca el desarrollo y la distribución de la riqueza. Miremos lo que está pasando en esta etapa que ha vuelto un crecimiento ponderable de muchas actividades ligadas a la exportación, no solamente en el agro sino en otras áreas también. Y ¿Qué ocurre? Hay una devaluación feroz del mercado Interno vía la inflación y vía la apropiación de la renta por parte de estos actores. Yo creo firmemente que tiene que haber una intervención del Estado para promover un fuerte crecimiento industrial como el que hizo el peronismo en su momento. Es posible que no tengamos las mismas condiciones que cuando irrumpió históricamente el peronismo, pero hay capacidades potenciales para que en una determinada cantidad de áreas haya un despegue fuerte.
¿Qué es el peronismo hoy? Es un archipiélago de gobernadores, intendentes, concejales, legisladores que hoy no tienen una brújula definida hacia donde tiene que ir el movimiento nacional.
¿Cuáles serían esas áreas?
La industria naval en la Argentina fue capaz en su momento de producir plataformas petroleras, por ejemplo. También la industria naval fue capaz de producir grandes barcos de ultramar con la simple y sencilla política pública de promoción de esa área para que la navegación interior sea aprovechada por la bodega nacional (otro capítulo que después abordaremos). De esta manera tendríamos mucho trabajo para los astilleros nacionales y hay que saber que la industria naval es algo así como industria de industrias, algo parecido a la industria de la construcción, porque en el interior de la industria naval conviven una enorme cantidad de complementos y eso hace rato que no está en la Argentina. Ningún gobierno la ha puesto en marcha y ni en el mejor auge del kirchnerismo esto estuvo aprovechado.
Con respecto a lo naval, vos el año pasado estuviste muy activo en la discusión sobre la hidrovía, el gran pasaje hacia la exportación y generación de dólares. Por tu experiencia ¿Cómo se debería gestionar? ¿Gestión pública o privada?
Las dos cosas. En este momento hay un ensayo inconcluso, impreciso, donde la AGP tiene el control del cobro de lo que antes era el peaje por parte del sector privado. Aún así, e incluso con la enorme improvisación que ha tenido este gobierno con este tema, cabe mencionar que el corredor de exportación más importante de la Argentina no se paralizó nunca, incluso pandemia mediante y soportando la peor bajante de los últimos setenta años en el río Paraná. De modo tal que hay una experiencia que puede ser aprovechada. Pero todo está muy difuso, hay prórrogas en el otorgamiento de las obras, no se sabe bien si va a haber una licitación internacional y cuándo.
El tonelaje que nosotros vamos a comercializar ahora hace más de un año que está vendido a distintos mercados del mundo. Vos no podés decirles a ellos “mirá dentro de dos años no se si lo voy a poder sacar porque no tengo la profundidad necesaria” y entonces el flete se te encarece y quedas afuera de la competencia internacional. De modo tal que lo que digo es que para estos temas que son densos, necesitas de una mayor seguridad y hoy por hoy no la tenés.
En la discusión del año pasado se sostenía que siendo la hidrovía el canal de exportación del grueso de las exportaciones, era estratégico que lo manejara el Estado. En los últimos veinticinco años ¿Qué hizo el Estado para hacerse cargo de eso?
Nada, no hizo nada. El Estado estos últimos veinticinco años fue un actor secundario en la observación y en la autorización de ver cómo se podía mantener ese servicio vital para el comercio exterior argentino. Pero nunca se planteó la necesidad de tener o de reforzar su propio plantel flotante (que lo tenía). La mayoría de nosotros venimos de ese Estado. Cuando hablo lo hago desde ahí, y no desde el mercado, y creo que eso me enriquece la mirada y me da la autoridad y el conocimiento para ver las dos cosas. Primero, que el corredor estuvo funcionando correctamente: si es caro el peaje, si las obras hay que encararlas de otra manera, y si hay que controlar de otra manera, eso es otra cuestión. Yo hablo de la cuestión central: es un servicio que, a diferencia de otras concesiones (en otras áreas del estado), ha funcionado muy bien. Cabe destacar, además, que lo ha hecho con trabajo argentino. Hay que derribar el mito de que se la llevaban “toda” los extranjeros. No es así. Ahí trabajan los argentinos. A mí no se me ocurre decir que se vaya la Ford porque es norteamericana y queden cinco mil o diez mil tipos en la calle.
Cuando hablas de la hidrovía plateas un tema que no es solamente reivindicativo en términos salariales, sino que es estratégico en términos de proyección. Incluso señalás la importancia de que exista “seguridad jurídica” en esta cuestión, un concepto que en general tiende a atribuirse al sector empresarial ¿Pensás que es parte del rol sindical formar parte de la discusión mas general sobre las políticas públicas en Argentina?
Todo el planteo que nosotros venimos haciendo en los últimos años nunca fue exclusivamente por el salario, sino que siempre fue por políticas públicas. La Federación se ha caracterizado por ese tema, ir al planteo público con tres ejes centrales: uno es la Industria Naval, queremos una política pública para toda la industria naval porque eso es trabajo, después discutiremos los porotos de los ingresos. El segundo eje, la reactivación de la Marina Mercante y la navegación interior. En Argentina entran cuatro mil barcos al corredor y de estos cuatro mil barcos, no llegan a diez los que tienen bandera argentina. Argentina no participa de ese negocio. De modo tal que nosotros hacemos la infraestructura para que la naveguen las trasnacionales. Argentina está afuera, eso es una falsa división estratégica por lo menos del 95’ para acá. El tercer eje es el tema del sistema portuario, el cual es gris, tiene muchas zonas opacas en cuanto a los controles, en cuanto a las declaraciones juradas, en cuanto a la fiscalidad. Si necesitan dólares vayan a buscarlos ahí, seguramente habrá dólares, pero para eso necesitamos un nuevo control y lo que yo llamo una reformulación de la Ley de Puerto que es hija del consenso de Washington, sirvió para aquella etapa, pero ahora hay que revisarla. No hay que tirar todo por la borda, pero sí que hay que tener en cuenta que algunos aspectos merecen ser revisados. ¿Quiénes van a poner el grito en el cielo si hacemos esto? La respuesta es: los exportadores, pero requiere de una negociación. El ejercicio de la soberanía no es únicamente levantar la bandera del canal Magdalena o la hidrovía. La soberanía implica el conocimiento del negocio. Necesitamos decodificar cómo se maneja todo ese complejo frente a la nueva situación y allí discutir con los actores.
Entonces lo ves como una incapacidad de la política argentina
Yo creo que la última visión de la Argentina debe haber podido llegar hasta los años 70’/76’ donde vos tenías YPF con una flota tanquera importante, yacimientos carboníferos fiscales con flota tanquera. Los militares tenían una visión geopolítica por eso mantenían la Marina Mercante y demás, porque tenían una mirada geopolítica, aunque no democrática. Lo que vino después se comió el verso de Dromi y del mercado. Entonces se desprendieron de todo y quedamos desnudos en medio de la globalización. Nosotros cuando hablábamos con ellos, con los militares, entendían que esa era la cuestión. Hoy nosotros somos un enorme conejo blanco sentado en la llanura patagónica para que tiren al blanco. Ya pasaron cuarenta años de la dictadura, juzguemos; memoria, verdad y justicia, yo obviamente también estoy a favor de eso, y si bien es verdad que tardé mucho tiempo en que se me fuera la bronca por los militares, hoy creo que es necesario recuperar algo de esa visión estratégica.
Se ha hablado y escrito mucho sobre Pampa Azul. Los recursos del mar. ¿Por qué pensás que tenemos tanta dificultad para encontrar un formato de exploración y explotación sustentable del mar? ¿Qué agenda de política podría motivar al sector privado a invertir ahí? ¿Qué rol puede tener el sindicalismo para contribuir a que ese negocio del mar (que requiere inversión a gran escala y sostenida en el tiempo) se vuelva segura y rentable?
Es un trabajo en dos vías; uno en el aprovechamiento de los recursos y todo lo demás con políticas públicas estables y que no sean modificadas todo el tiempo. Justo hace poco tuvimos una charla con un oceanógrafo que nos explicó como habían logrado establecer la ampliación de la frontera marítima hasta las 350 millas, es decir en el gobierno de Macri se terminó de completar una tarea que empezó con Menem, y que le agregó a las 200 millas una superficie más grande que la provincia de Buenos Aires. Es decir, que hoy tenemos soberanía en el límite exterior hasta las 350 millas en un territorio con la dimensión de la Provincia de Buenos Aires. De las 200 millas hasta las 350 millas la soberanía es en el subsuelo, no solo del agua (porque eso es lo que establece los tratados internacionales). Esa tarea la hizo la política porque los funcionarios y las autoridades que iniciaron el trabajo en la época de Menem, y que todavía están, son los mismos y pasaron todas las distintas administraciones. Nosotros necesitamos esto para una tener una política en el mar. Al mismo tiempo hacer docencia sobre nuestra gente. Vos agarras a diez maestros y les preguntas ¿Cuántos kilometros de navegación interna tiene la Argentina? Y no saben, salvo que estén en la región costera de la provincia de Bs. As. o en algunas regiones de la Patagonia. Hay una dimensión cultural que se arrastra desde el tiempo de la colonia.
Se me ocurre que parte de los problemas que tenemos son esos. Son pocos los que hablan de estos temas. Hay un problema de capacidad cultural de entender esa dimensión. Sumemos a la mirada de Pampa verde el horizonte de la Pampa Azul, donde hay fenómenos extraordinarios que parecen salidos de las novelas pero que son reales y presentes. Mucha gente se asombraría de la cantidad de piratería que existe hoy en el mar, con modelos híper-sofisticados. De hecho, los que pescan al borde de la plataforma, que entran y salen, lo que están haciendo, son actos de piratería que la Argentina no puede disuadir, porque necesita una política de defensa de los recursos para controlar esa extensión. Para defender los recursos necesitas tener conocimiento. Nadie defiende lo que desconoce.
¿Vos pensás que hay alguien que esté pensando esto dentro de las élites políticas?
Te devuelvo la pregunta ¿Cuántos debates se han dado en el parlamento nacional por todo esto? La ley de Pampa azul fue discontinuada y no hubo muchas voces en contra. Implica mucha inversión: la campaña Antártica, las campañas de relevamientos son de investigación a futuro y requieren de mucho presupuesto.
¿Ves que exista un espacio para que se arme una nueva coalición capaz de integrar el poder necesario para afrontar estos desafíos y discutirlos? ¿O tiene que salir de alguno de estos dos polos existentes?
Yo entiendo que por la misma dinámica de las tensiones sociales es posible que se forme un espacio para una tercera opción. El fracaso de la era macrista está fresco, pero también del otro lado va a pesar el fracaso de esta administración. Todos los países del mundo atravesaron la pandemia, es hecho no exime a la gestión por el estancamiento ni la falta de iniciativa política. No quiero ser injusto, en materia sanitaria se hicieron cosas positivas, y en materia de resguardar el empleo también, pero todo esto ha sido muy insuficiente. Cuando yo hable de la memoria frágil, acá el problema es que cada administración le deja un muerto al otro y tarde o temprano lo terminamos pagando todos. Esto es así.
Es cierto que no nos endeudamos como cuando vino Macri, un desastre de los cuales son responsables tanto su administración como los organismos multilaterales de crédito. Pero cuando vos tomás el ciclo largo desde el 83’ para acá, la realidad es que nosotros vivimos en la economía de la deuda. Lo dice Carlitos Leyba y yo concuerdo 100%. La Argentina tiene una economía para la deuda porque vuelta a vuelta pide plata afuera para poder seguir funcionando. Funciona así desde hace cuarenta años.
A principio de la pandemia se reunieron por zoom empresarios y sindicatos sin el Estado, que apareció después más tarde como diciendo “che, no me invitaron“. Dado la crisis del Estado y de la dirigencia política ¿Pensás que sería interesante establecer un diálogo entre sectores que no tengan que estar necesariamente mediado ni por el Ministerio de Trabajo ni por el Estado?
Siempre hubo una vocación. En la época de Néstor hubo un esfuerzo de crear el Consejo Económico y Social, en el momento de mayor fortaleza del Estado y de la política desde el liderazgo que tenía Kirchner. Muchos dicen que él después lo frenó o no le dio la velocidad que correspondía porque no confiaba mucho en eso. La verdad es que nosotros habíamos avanzado hasta en la elaboración de un reglamento del consejo, trabajamos mucho para elaborar eso (Lingeri, Moyano y yo). Era un momento donde el sol estaba alto. Como decía Kennedy: “El techo se arregla cuando el sol está alto, no cuando llueve”. Era el momento, pero eso no prosperó y se frustró, un proyecto en el cual estuvimos laburando más de un año. No estaba madura la idea de que necesitábamos armar una mesa –sin voluntad de suplantar ni al ejecutivo ni al parlamento ni a nadie- para ponernos de acuerdo primero nosotros, capital y trabajo, para hablar sobre esos acuerdos con la política. Esto se ha hablado mucho durante mucho tiempo. Esa fue una experiencia. La otra fue al principio del gobierno de Macri, nos sentamos un día en la CGT para que no haya despidos, negociar una tregua por 90 días, estaban todos, de hecho, firmamos un acuerdo. Pero al otro día a primera hora Funes de Rioja en representación de la UIA dice que él no podía firmar porque no tenía el aval de todas las cámaras, a pesar de que él había firmado y que estaba de acuerdo. Otra vez de nuevo la palmera, cuesta mucho construir la confianza.
Siempre que hay crisis en la Argentina viene el tema de la reforma laboral ¿Pensás que es posible que el mundo del trabajo y el sindicalismo discuta desde adentro un esquema de reformas, y no sólo sea reactiva con las que se proponen desde afuera?
Hay mucho mito alrededor de todo esto. Hay una permanente modificación de las relaciones laborales a través de los convenios colectivos de trabajo, lo que pasa es que nadie divulga eso cuando ocurre. Cuando el CEO de la Toyota habla de estas cuestiones está precisamente hablando de este tema. No fue al parlamento ni a la ONU a discutir eso: se hizo una reunión entre el sindicato automotriz y los sectores empresarios y acordaron una norma. Por eso, primero, hay que derribar la leyenda de que esas actualizaciones no existen. Lo segundo es que yo puedo aceptar que exista una reformulación de las relaciones de trabajo, ahora bien, esas reformulaciones no pueden estar dadas ni con las rebajas de las conquistas, ni con achicar salarios, porque eso ha fracasado en el mundo y no sólo en la Argentina. Argentina no tiene un problema de rigidez en los convenios colectivos. Argentina tiene un problema de falta de consumo. Al mismo tiempo que crece la economía crece en forma abismal la desigualdad, porque hay mucha gente que no llega a consumir lo que produce la fuerza del trabajo o la inversión. Entonces ahí hay que ser mucho más abierto y saber discutir un combo de cosas. Ejemplo: el acceso al crédito, el sistema impositivo, la planificación para las economías regionales. Siempre digo, si nosotros no frenamos con desarrollo la sangría de pobreza que viene del Interior hacia las grandes urbes, nunca vamos a construir un país federal, y eso se hace creando trabajo y oportunidades en otros lugares del país. Agrego allí también que tiene que haber un fuerte debate sobre las minorías intensas- como los actores climáticos- que de repente te paran las inversiones. Si vos les preguntas a los que están en medio de la llanura que no tienen agua, no tienen luz, que no tienen educación- les preguntas ¿qué quieren? la respuesta es que quieren trabajar, quieren tener alguna posibilidad. Esa gente también debe tener voz, y entre las minorías intensas que agitan, esas personas no son escuchadas. Cuando a mí me hablan de los famosos referéndums para mí es un engañapichanga. El referéndum es lo más desequilibrado que hay, porque el que gana se lleva todo sin importar el resto. Creo que hay que discutir.
¿Tiene futuro el peronismo?
El peronismo ha atravesado varias crisis profundas (el peronismo de la resistencia, el intento de un peronismo sin Perón, la vuelta del General, la muerte del General, los períodos más oscuros con la triple A, el terrorismo de estado con la persecución sobre el movimiento de los sectores más juveniles, el menemismo con su contra revolución, la emergencia de Kirchner, la crisis del Kirchnerismo, Alberto Fernández) y sin embargo está allí dando vuelta. Yo creo, que, en definitiva, nosotros miramos de reojo el espejo retrovisor porque me parece que siempre queremos volver a la primavera que fue y que ya no está. Es ahí donde está la explicación de porque el peronismo sigue existiendo: porque más que un fenómeno estrictamente político, es una cultura que se transmite de generación en generación. Yo soy del 50’, a Perón no lo vi nunca, pero cuando pasó el féretro por el frente del palacio legislativo me puse a llorar. Ni ustedes ni yo vivimos ninguna primavera, hemos vivido más que nada otoños, y sin embargo soñamos con una primavera. Diría que es algo así como el sentimiento por Boca, algo inexplicable.