Contrariamente a lo que los medios hegemónicos y políticos de la oposición presagiaban (100denuncias de fraude, de demoras, o incluso cuestionando el costo supuestamente innecesario de las PASO), fue una jornada electoral ejemplar, donde reinó la calma y alegría de un pueblo que cumplió su obligación ciudadana de expresar su voto en las urnas.
Si estos resultados sirven como termómetro de lo que sucederá en las elecciones de octubre, el Frente Para la Victoria (100FPV) seguirá siendo la principal fuerza política de la Argentina y las mayorías que tiene nuestra fuerza política en el Congreso Nacional se mantendrán con muy pocas modificaciones. Sin embargo, como todo movimiento popular y democrático que se nutre de las transformaciones que se viven día a día en la sociedad, la lectura política de los resultados de estos comicios es indudablemente enriquecedora.
Los peronistas no somos ajenos a la batalla, a la lucha cuerpo a cuerpo por reclamar la independencia económica, la soberanía política y la justicia social, todo ello en pos de la grandeza de la patria. Somos coherentes con nuestro pasado, estamos convencidos de lo positivas que han sido las transformaciones de esta década y anhelamos un futuro mejor por la senda que transitamos. Pero sobre todo, somos fieles a nuestras convicciones y no cambiamos de caballo a mitad de la carrera.
Estamos acostumbrados a luchar contra corriente, como cuando en 2003 Néstor Kirchner resultó electo con menos votos que desempleados había en el país y se afirmó férreamente a un proyecto de país para levantar a la Argentina de la nada aun cuando todo el mundo negaba sus posibilidades de éxito. ¡Qué equivocados estaban! ¡Qué sorpresa se llevaron todos cuando se plantó frente al FMI y defendió a la Argentina del capital internacional y del Consenso de Washington!
Cristina también sabe de situaciones adversas. Cuando los detractores de siempre se afilaron las garras al estallar la crisis financiera global de 2008, en un contexto agravado donde había problemas internos serios (100con la crisis de las retenciones), pensando que la Argentina caería junto con las demás economías, Cristina gobernó contra marea y la economía se recuperó, y tuvimos años de profundas transformaciones a favor de las mayorías populares. Cuando Néstor falleció la prensa local pensaba que sus posibilidades de reelección eran ínfimas, y luego de mofarse de ella en todos los medios con encuestas de opinión que la daban como perdedora, resurgió y arrasó con el 54% de los votos. ¿Y qué decir de la Fragata Libertad, cuando los “sabios” del país exigían al Gobierno Nacional que pagara a un fondo buitre para recuperar nuestro barco bandera? Se recuperó con la frente en alta, sin resignar una pizca de soberanía.
Resulta que con los innumerables logros alcanzados durante la Década Ganada, los argentinos nos hemos acostumbrado a una nueva realidad donde el piso mínimo de bienestar social al que aspiramos ya no es el mismo que antes. Nos hemos acostumbrado a una Argentina mejor, más próspera, con más trabajo y más inclusión social y soñamos con un futuro aún mejor. Y es precisamente en este ámbito, en el futuro, donde el país tiene que librar su siguiente gran batalla, porque en la política los beneficios del pasado no hacen de capital político eterno.
Los principales actores de todo el espectro político deben entrar a un debate serio y responsable sobre las políticas que se platean para la Nación. Más allá de la parafernalia que rodea a las campañas electorales, la sociedad argentina reclama hablar de temas importantes que afectan nuestras vidas cotidianas. Los peronistas, bajo la conducción de Cristina, estamos convencidos de la idoneidad de los argumentos detrás de las políticas que sigue el Gobierno Nacional, pero el debate debe darse con todo el electorado en forma seria y responsable. Lo que debemos exigir día a día es honestidad intelectual, que no nos vendan gato por liebre. Cada medida que se propone debe explicarse en detalle qué consecuencias tiene, quién pagará las consecuencias, como afectará el bolsillo de los trabajadores, como impacta en la distribución del ingreso. Desde el Instituto Gestar estamos dispuestos a dar la batalla, con argumentos, con doctrina y especialmente con militancia.
Instituto Gestar