23 de mayo de 2012
Instituto Gestar

¿Un modelo económico agotado?

 

Como en forma simultánea a la campaña electoral existió una poderosa corrida cambiaria contra el peso y a favor del dólar, se presentaba un escenario de inminente cambio en la política económica.

A nuestro juicio, la corrida hacia el dólar y la insistencia del argumento del “modelo agotado” fueron un intento por condicionar al gobierno que asumiría el 10 de diciembre del 2011, más que una estrategia para llevar votos a una propuesta política que implicara un cambio de política económica. De hecho, la mayor compra de divisas se produjo luego de las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias del 14 de agosto del 2011, cuando se hizo evidente que el movimiento político liderado por la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner indudablemente triunfaría en las elecciones de octubre a la luz de la abrumadora mayoría que obtuvo y la enorme diferencia respecto al segundo lugar (10038 puntos respecto a la lista de Ricardo Alfonsín).

Luego del inicio del segundo mandato de la Presidenta Cristina del 10 de diciembre del 2011, quedó claro que los condicionamientos no surgieron efecto alguno. Con el aval popular que significó el 54% de los votos a favor de la reelección, el gobierno inició un proceso denominado de “sintonía fina” y avanzó en transformaciones profundas de instituciones económicas que hasta hace poco tiempo se consideraban intocables, instituciones que formaban parte de un modelo económico neoliberal en franco retroceso. Recordemos algunas de las medidas económicas impulsadas luego del triunfo del 23 de octubre: se eliminó la excepción que tenían empresas mineras y petroleras para liquidar sus divisas en nuestro país, se aprobó un Nuevo Régimen del Trabajador Rural (100reemplazando una ley de la dictadura); se implementaron medidas de protección del trabajo argentino que tuvieron un impacto claro en la balanza comercial del país; se impulsó la creación de OFEMI (100Organización Federal de Estados Mineros) para promover una minería regulada y sustentable; se modificó la Carta Orgánica del Banco Central poniendo a dicho organismo al servicio del desarrollo económico con inclusión social y no exclusivamente de la estabilidad monetaria; se expropió el 51% de la principal empresa petrolera del país (100YPF) a fin de alinear la administración de un recursos estratégico a los intereses nacionales, y se sigue perfeccionando el funcionamiento del Mercado Único y Libre de Cambios.

Estas medidas económicas se plantean en un contexto internacional enrarecido por la situación ya casi terminal de Grecia, donde los partidos mayoritarios no pudieron formar un nuevo gobierno y se llamó a elecciones para el 17 de junio. España continúa en una situación compleja y en Europa reina una enorme incertidumbre respecto al futuro del euro y la posibilidad real de que varios países de la eurozona no puedan pagar su deuda externa. Es evidente que la ortodoxia del Banco Central Europeo y del FMI no brindó ninguna solución, sino más bien complicó el escenario macroeconómico donde los salvatajes son para los bancos, pero no para los ciudadanos. En medio de profundas recesiones se redujeron los salarios, los beneficios sociales y las obras públicas en busca de “mayor confianza de los mercados”. Por supuesto, la “seguridad jurídica” estuvo presente para los tenedores de deuda y para los grandes grupos económicos y financieros, pero no para los trabajadores, jubilados o cuentapropistas europeos.

Voces solitarias pero cada vez más escuchadas, como la de los Premio Nobel de Economía Paul Krugman y Jospeh Stiglitz, en forma repetida han puesto de manifiesto que la salida de la crisis europea implica medidas proactivas alejadas de la ortodoxia económica, como las que tomó en su momento el Gobierno de Néstor Kirchner y la “sintonía fina” de la Presidenta Cristina. Proteger y dinamizar el mercado interno mediante políticas comerciales, fiscales y laborales; mantener una flotación administrada del tipo de cambio; regular el mercado financiero y bancario, y promover la inversión mediante regulaciones eficaces (100y no a través de la generación de “seguridad jurídica” ni de “confianza de los mercados”, nefastos conceptos del neoliberalismo) son algunas de las claves de nuestro modelo económico, que economistas como Stiglitz y Krugman ponderan y que están en las antípodas del modelo neoliberal.

Hoy nos encontramos nuevamente con presiones por un mayor ritmo de devaluación y con críticas incesantes respecto a la política económica. Sin embargo, está claro que si hay un modelo económico agotado en nuestro país es el de la valorización financiera, con sus bruscas devaluaciones y sus planes de ajustes. Ese modelo no sólo está agotado en nuestro país, sino que incluso a nivel mundial vemos que cada vez son más las naciones donde los ciudadanos se levantan contra las medidas del neoliberalismo y buscan con mayor fuerza soberanía política e independencia económica para afianzar una verdadera justicia social.

Roberto Arias

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